Patriotismo constitucional
Ahora, populares y socialistas se disputan el eco venerable de Rousseau y a eso le llaman 'patriotismo constitucional'. Pero quieren ponerme el carro delante del caballo y as¨ª tendremos voluntad de todos, pero no voluntad general, que no es lo mismo ni parecido. Por si alg¨²n lector siente ya la comez¨®n del tedio le dir¨¦ lo que los presentadores de televisi¨®n: 'No se vayan, volvemos despu¨¦s de una peque?a pausa publicitaria'. Y te meten una cu?a de 15 o 20 minutos. (Yo me quedar¨ªa con los anuncios si no fueran tan repetitivos y algunos tan insultantes; en conjunto, suelen ser mejores que la programaci¨®n).
Quienes no comulgan con el patriotismo constitucional son los nacionalistas, de quienes se dir¨ªa que el concepto les suena m¨¢s de lo debido a Rousseau. ?Qu¨¦ pasa, que Aznar quiere renacionalizarnos seg¨²n la pauta del nacionalcatolicismo, de ancha -literalmente- es Castilla y no mentar¨¦ lo del imperio hacia Dios porque en Marruecos no s¨®lo nos har¨ªan cara sino que nos la deshar¨ªan? Pero, ?acaso el pluricultural y plurinacional Zapatero no le disputa al PP el terreno del flamante patriotismo? ?Tal vez porque teme que en manos de Aznar haya gato encerrado, o sea, neototalitarismo o cosa que se le parezca?
Pero puede ser otra cosa, en el caso del uno y en el caso del otro; y as¨ª lo sabremos hasta que el reconcomio nos deje en la espina de Santa Luc¨ªa. Se dice que el patriotismo del pueblo est¨¢ anor¨¦xico y cercano a la caquexia. Si esto es cierto, no es descabellado pensar que los l¨ªderes de los grandes partidos estatales hayan decidido salvar los muebles. Sin el pegamento del amor a la patria, se dir¨¢n err¨®neamente, el barco se hunde. Pizarro, Cort¨¦s y el sexto mandamiento despiertan indiferencia, pitorreo o inquina. En cambio, si les hici¨¦ramos amar el texto constitucional, qui¨¦n sabe. Pero claro, hab¨ªa que meter siquiera a martillazos ese derivado de patria que es el patriotismo. Decir 'lealtad constitucional' no vale porque aqu¨ª las acusaciones de deslealtad son rutinarias; adem¨¢s, lealtad es un concepto cuasi profano, o sea, que no va m¨¢s all¨¢ de ser respetable. En cambio, el patriotismo a¨²n es susceptible de convertirse en palabra mayor: sacralizable. As¨ª es como en Estados Unidos, en Alemania, en Francia, lejos de languidecer con el declive del Estado-naci¨®n, se ha entonado; en parte al menos, porque los ciudadanos no quieren saber nada de tal declive; ni tampoco sus gobiernos respectivos.
Seg¨²n Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, ¨¦ste es un buen momento para el patriotismo constitucional porque 'hay una conciencia de los valores c¨ªvicos, de libertad, convivencia y pluralidad, que se ha ido forjando en la lucha contra el terrorismo, que ha llevado este debate a la sociedad'. Son palabras bonitas y no tengo la menor tentaci¨®n de negarlo. Con todo y para empezar, uno no ve la convivencia c¨ªvica por parte alguna. Hombre, no vamos por la vida respondiendo a tiros al menor insulto, esto no es un saloon estilo Hollywood; pero tampoco es que derrochemos civismo y buena convivencia. De las palabras del presidente del Gobierno se deducir¨ªa que la ciudadan¨ªa es hoy m¨¢s virtuosa gracias a la Constituci¨®n, de cuyo esp¨ªritu nos hemos impregnado. Pero si los populares remontan el patriotismo constitucional a las Cortes de C¨¢diz, los socialistas, introductores del invento en Espa?a -Juan Jos¨¦ Laborda, ex presidente del Senado, 1992- se plantan dos o tres d¨¦cadas atr¨¢s y lo definen como 'patriotismo de los ciudadanos, republicanismo heredero de la Revoluci¨®n francesa y de la Ilustraci¨®n, opuesto al cat¨®lico-imperial de Franco y al nacionalismo ¨¦tnico'.
Unos y otros, par¨¦ceme a m¨ª, est¨¢n diciendo casi lo mismo y ni los unos ni los otros ni los dem¨¢s nos sacamos de los dedos, de una vez por todas, un concepto de patria universalmente aceptable. Pongamos objeciones. Un texto constitucional no har¨¢ ciudadanos virtuosos y libres; bien al contrario, ser¨¢ una ciudadan¨ªa libre y virtuosa la que, sin necesidad hay de ello -que en rigor no deber¨ªa haberla- har¨¢ la Constituci¨®n. El PP se nos ha ido con Rousseau sin tener en cuenta que la voluntad general s¨®lo es posible despu¨¦s de haber abolido todo vestigio del pasado. Mientras subsistan interferencias en forma de asociaciones intermedias, habr¨¢ odios, envidias, hipocres¨ªa y dem¨¢s vicios engendrados por los particularismos. Tendremos, en suma, voluntad de todos, en una sociedad movida por los intereses de las respectivas afiliaciones. S¨®lo en una sociedad sin compromisos previos la voluntad ser¨¢ general, fiel reflejo de la genuina humanidad primigenia. Ll¨¦guese a eso, obviamente por medio de la educaci¨®n, y habr¨¢ patria y habr¨¢ naci¨®n. ?Ut¨®pico? M¨¢s que eso, pues de ah¨ª al totalitarismo hay un paso por m¨¢s que el soberano que encarne la voluntad general sea derrocable si con sus actos se hace indigno de tal honor.
Insidioso es tambi¨¦n el concepto de patriotismo salido de la Revoluci¨®n francesa, por cierto, muy influida por Rousseau. Como ¨¦ste, la revoluci¨®n quiso desembarazarse de todo resquicio del pasado y atomizar la sociedad en nombre del individualismo. En cuanto al Estado: 'Francia no debe ser un conjunto de nacioncitas, cada una con su gobierno democr¨¢tico propio; no es un agregado de estados, sino un todo compuesto de partes integrantes; ninguna de ellas tendr¨¢ existencia por s¨ª misma, pues son partes de un mismo organismo' (Siey¨¨s). No quiero ni pensar la que se armar¨ªa con la imposici¨®n de un patriotismo constitucional concomitante.
Si hay patriotismo tendr¨¢ que ser porque haya patria. Ahora bien, yo puedo decir, lanz¨¢ndome en brazos de la literatura, que mi patria es el Quijote, pero no un texto legal que, a mayor abundamiento, y algunas especifidades aparte, viene a ser el mismo en todas las democracias; al menos, en esp¨ªritu. ?No ser¨ªa mejor olvidarse del patriotismo constitucional? A la postre, el peligro de disgregaci¨®n de Espa?a es mucho m¨¢s de naturaleza econ¨®mica que pol¨ªtica. Pero econ¨®micamente, el mosaico auton¨®mico est¨¢ casi inextricablemente conectado entre s¨ª y con el mundo, en especial con la UE. Esto lo saben muy bien Aznar, Zapatero, Pujol y Arzallus. El ciudadano medio, no; pues si no ve lo que hay en la superficie (en buena medida porque no quiere molestarse) ya me dir¨¢n qu¨¦ sabe de lo que hay debajo. Ciudadano de derecho, s¨²bdito de hecho.
Manuel Lloris es doctor en Filosof¨ªa y Letras.
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