El Diccionario por antonomasia
El a?o pasado, la Audiencia Provincial de Vizcaya conden¨® a unos j¨®venes por llamar cipayos a unos ertzainas. En primera instancia hab¨ªan sido absueltos por una juez que no vio en ello insulto alguno, dado que el Diccionario de la Academia defin¨ªa el t¨¦rmino como: 'Soldado indio de los siglos XVIII y XIX'. Pero la Audiencia record¨® que la segunda acepci¨®n rezaba: 'Secuaz a sueldo'. Por esas mismas fechas, una sentencia venezolana apelaba al Diccionario para precisar el sentido de individuo, y una corte chilena lo usaba para deslindar qu¨¦ era exactamente un perjuicio.
El Diccionario (por antonomasia) de la Academia (tambi¨¦n por antonomasia) es un fruto curioso. Sin tener ning¨²n car¨¢cter legal, es utilizado por los tribunales de todos los pa¨ªses de habla hispana. Se supone que debe dar claves para la comprensi¨®n de textos escritos desde hace cinco siglos, pero no quiere renunciar a incluir el t¨¦rmino airbag. Su autoridad ¨²ltima son un conjunto de personas (a veces sin relaci¨®n profesional con la ciencia del lenguaje) que se han elegido a s¨ª mismas, pero muchos hablantes se ven reconocidos en sus decisiones. No es un diccionario del lenguaje cient¨ªfico, pero contiene desoxirribonucle¨®tido. Est¨¢ hecho desde Espa?a, pero cada vez tienen cabida m¨¢s palabras americanas. Contiene las voces que todos deben usar, pero no se recata en incluir denominaciones malsonantes, vulgares e incluso infantiles del miembro viril.
DICCIONARIO DE LA LENGUA ESPA?OLA
Vig¨¦sima segunda edici¨®n Real Academia Espa?ola/Espasa Madrid, 2001. 1.614 + LII p¨¢ginas 6.950 y 21.450 pesetas
En 1780, cuando la Academia
compendi¨® los seis vol¨²menes de su Diccionario de autoridades en uno solo ('para su m¨¢s f¨¢cil uso'), naci¨® su obra m¨¢s famosa, que ahora ha presentado su 22? edici¨®n. B¨¢sicamente, lo que se hizo fue suprimir los ejemplos de c¨®mo empleaban las palabras ciertos escritores (las autoridades) y dejar las definiciones. Progresivamente, a lo largo de m¨¢s de dos siglos, el diccionario se fue apartando de su prop¨®sito inicial de ofrecer modelos de buen uso, y fue incorporando informaciones complementarias (etimolog¨ªas, notas de uso...), voces vulgares y las palabras nuevas que acud¨ªan a la lengua y que los acad¨¦micos consideraban suficientemente implantadas.
?Qu¨¦ aporta esta 22? edici¨®n? Ante la imposibilidad de revisar sistem¨¢ticamente una obra tan vasta (lo que s¨®lo ser¨¢ posible con la aparici¨®n de la esperada edici¨®n electr¨®nica), nos limitaremos a comentar algunos fen¨®menos detectados, y aportaremos las cifras generales que da la propia Academia. Por una parte, se han suprimido un gran n¨²mero de voces anticuadas o dialectalismos espa?oles o americanos ca¨ªdos en desuso (m¨¢s de 6.000 en total). En lo que respecta a la revisi¨®n de las entradas existentes, ha habido intervenciones en 55.000 art¨ªculos, lo que demuestra la amplitud de la tarea. El intento ha sido responder, parcialmente, a los planes contenidos en la 'nueva planta' (o l¨ªneas generales para la creaci¨®n del futuro Diccionario) que la Academia aprob¨® en 1997. Aunque la labor de reescritura y uniformizaci¨®n de las entradas ha sido nutrida, quedan muchos aspectos sin resolver, como reconoce la misma instituci¨®n. Sobre todo est¨¢n pendientes de revisi¨®n muchas definiciones, y el orden en que aparecen las distintas acepciones o sentidos de una palabra (la parada de autob¨²s es la acepci¨®n 16?, mientras que las que ocupan los puestos 12? al 15? son sentidos desusados referidos al mundo de los caballos y la tracci¨®n animal). Igualmente, muchos usos exclusivos del espa?ol de Espa?a y ausentes en Am¨¦rica no est¨¢n marcados como tales.
La cuidadosa revisi¨®n ha resuelto cuestiones enojosas como los env¨ªos o remisiones internas mal resueltos, ha deshecho duplicaciones y circularidades y tambi¨¦n ha despojado a ciertas definiciones de la hojarasca de una jerga que -tristemente- se hab¨ªa convertido en el rasgo de estilo identificador del Diccionario. Por ejemplo, el famoso 'd¨ªcese', suprimido en muchas entradas, como en zona verde. Definiciones confusas como la de aparentar, acepci¨®n 2? ('hablando de la edad de una persona, tener ¨¦sta el aspecto correspondiente a dicha edad') se han arreglado: 'Dicho de una persona: tener el aspecto correspondiente a la edad expresada'. Algunos cambios, guiados tal vez por un principio de correcci¨®n pol¨ªtica, han contribuido tambi¨¦n a simplificar las entradas: enga?ar a alguien como a un chino: 'Expresi¨®n familiar que se usa hablando de persona muy cr¨¦dula, aludiendo a la opini¨®n, infundada, de que los chinos son simples' (edici¨®n anterior) pasa simplemente a 'aprovecharse de su credulidad'.
Esta edici¨®n ha avanzado ha-
cia la meta que persiguen los diccionarios llamados 'de uso': guiar al hablante nativo en la utilizaci¨®n de las palabras. A ello se dirigen la inclusi¨®n de la conjugaci¨®n de los verbos, y el aumento de observaciones de construcci¨®n y ejemplos de uso ('incurrir. Intransitivo. Caer en una falta, cometerla. Incurrir EN un delito, EN un error, EN perjurio'). Se ha perfeccionado tambi¨¦n el llamado contorno de la definici¨®n, o condiciones sem¨¢nticas del contexto ('a trasquilones. Locuci¨®n adverbial. Dicho de cortar el pelo: con desorden, feamente y sin arte'). Sin embargo, no se indica la pronunciaci¨®n de los extranjerismos, con lo que el hablante tendr¨¢ que ir a otra fuente para saber c¨®mo pronunciar hegeliano o blues.
En total se han a?adido m¨¢s de 10.000 art¨ªculos nuevos. Los americanismos se han duplicado, con respecto a la edici¨®n anterior, gracias a la colaboraci¨®n de las academias americanas. Las nuevas definiciones por lo general son claras y acertadas, aunque no falta ocasionalmente un aire arcaizante, incluso en neologismos: 'jogging. Paseo higi¨¦nico que se hace corriendo con velocidad al aire libre'.
En la obra siguen faltando voces comunes y acepciones extendidas. Est¨¢ DNA, siglas inglesas del ADN, pero falta el DNI, con mucha m¨¢s frecuencia en boca de los espa?oles. Las acepciones han aumentado en m¨¢s de 24.000, pero a bot¨®n le falta la acepci¨®n com¨²n de 'pieza que se oprime en un mecanismo'. Etc¨¦tera. Faltan usos propios y muy divulgados de grandes regiones no s¨®lo de Am¨¦rica, sino de la misma Espa?a. A este respecto, hay que decir que probablemente la Academia no pueda sino recoger la investigaci¨®n sobre nuestra lengua de universidades y otras instituciones, y ¨¦sta es muy irregular en cobertura y alcance.
Todo diccionario es perfeccionable, y la Academia lo sabe y lo ha proclamado muchas veces. En cualquiera de ellos se pueden encontrar fallos y ausencias (?c¨®mo no, a trav¨¦s de decenas de miles de palabras y d¨¦cadas de redacci¨®n!). Pero la Academia deber¨ªa ahora decidir el tipo de diccionario que quiere, o m¨¢s bien, el que la sociedad de los pa¨ªses hispanohablantes necesita, y luchar por devolver con creces a los hablantes la confianza que ¨¦stos han depositado en ella.
Neologismos y extranjerismos
QUIZ? UNO DE LOS PRINCIPALES problemas de esta nueva edici¨®n sean los neologismos y extranjerismos incorporados, as¨ª como los ausentes. ?C¨®mo los trataba anteriormente la Academia? En 1927 se creaba, paralelamente al diccionario habitual (o usual), un Diccionario manual que suprim¨ªa 'las voces anticuadas o desusadas' y a?ad¨ªa muchas otras comunes o t¨¦cnicas 'que no hay motivo para censurar', pero que son demasiado recientes y 'no puede presumirse si llegar¨¢n a arraigar en el idioma'. En 1950 y 1983-1985 se hicieron nuevas ediciones, guiadas por los mismos criterios.
A falta de esta reserva de voces nuevas hoy algunas de ellas han entrado (tal vez inmerecida, o desproporcionadamente) en el Diccionario, al lado del l¨¦xico de Cervantes o de Clar¨ªn y de palabras muy extendidas. Recordemos que la actualidad da notoriedad moment¨¢nea a vocablos (hoy talib¨¢n, ayer fue flet¨¢n) antes confinados a textos etnogr¨¢ficos o ictiol¨®gicos, pero ?durar¨¢n en la lengua?
Los numerosos tecnicismos que asume una sociedad crecientemente versada en nuevos artefactos y usos plantean muchos problemas: se ha incorporado a clic la acepci¨®n de pulsaci¨®n en el bot¨®n del rat¨®n del ordenador, pero falta toda referencia a la construcci¨®n hacer clic, y no est¨¢n ni cliquear ni clicar. Esta nueva edici¨®n del Diccionario ha contado con la ayuda de un buen banco de datos informatizados del espa?ol, pero hay que tener en cuenta que hoy d¨ªa los buscadores en la Red proporcionan un plebiscito inmediato sobre el uso real: Google da, s¨®lo para los infinitivos de las variantes mencionadas, 132.000, 5.600 y 4.490 usos en p¨¢ginas web en espa?ol, respectivamente. Junto a la presencia de algunos tecnicismos tal vez superfluos, faltan otros (s¨®lo en el terreno de Internet, est¨¢ p¨¢gina web, pero no sitio web ni dominio).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.