Soportable levedad del sexo
Ten¨ªa que llegar: desde la fulminaci¨®n b¨ªblica del 'no fornicar¨¢s' a la banalizaci¨®n realista del 'joder', de la moderna del 'follar' hasta la posmoderna de 'hacer el amor' (un cuento de hadas para los m¨¢s j¨®venes), la nominalizaci¨®n del acto sexual est¨¢ siguiendo un proceso de progresivo aligeramiento, al mismo ritmo y comp¨¢s del de historia que hoy vivimos (o que m¨¢s bien nos vive). El ¨¦xito comercial de este libro -que ha encabezado las consabidas listas en su pa¨ªs durante la primera mitad de este a?o, con 300.000 ejemplares vendidos y con m¨¢s de veinte traducciones- poco o nada tiene que ver con la literatura, ni siquiera con la er¨®tica, aunque plantee una serie de problemas de cierto inter¨¦s. Es en primer lugar un texto autobiogr¨¢fico escrito con la frialdad de un tratado sociol¨®gico, aunque tampoco sea un texto cient¨ªfico propiamente dicho, sino una especie de fr¨ªo libro de recuerdos, lo que le impide ser un 'libro blanco' (?Cocteau?) o 'mudo' (el de G¨®mez de la Serna hablaba sin parar). Parece m¨¢s bien un 'libro desnudo', un nuevo 'Tr¨®pico' con su C¨¢ncer -o su Capricornio-, pero tan g¨¦lido que parece escrito desde el Polo, que reivindica impl¨ªcitamente la separaci¨®n del sexo y el amor, concepto t¨ªpicamente masculino del que parte expl¨ªcitamente su narradora y protagonista, como una etapa m¨¢s de la liberaci¨®n femenina donde su autora se inscribe ocult¨¢ndose y sin necesidad de declararlo as¨ª. Catherine Millet nos habla sin tapujos y sinceramente de su propia vida sexual, desmitificando su tema, para as¨ª 'hacer pasar' sus 'excesos' y 'derroches' impunemente, porque para ella no lo son, o al menos as¨ª nos lo cuenta.
LA VIDA SEXUAL DE CATHERINE M
Catherine Millet Traducci¨®n de Jaime Zulaika (castellano) / Sergi Matar¨ªn (catal¨¢n) Anagrama / Empuries Barcelona, 2001 256 / 201 p¨¢ginas 2.200 pesetas cada uno
As¨ª, la operaci¨®n comercial
se convierte en una operaci¨®n moral y nos lo 'tragamos' todo en el mismo paquete: sinceridad, honestidad, progresismo, todo se convierte en un combate por la libertad, en una operaci¨®n pol¨ªticamente correcta de feminismo desbordado, en una liberaci¨®n y en un profundo atentado a la vez contra toda ideologizaci¨®n de un gran tema eterno de nuestra cultura, de nuestras religiones y pol¨ªticas, buenas y malas costumbres y de nuestra literatura en general, ah¨ª es nada. En cierto modo, Catherine Millet, una intelectual burguesa de 53 a?os, que dirige desde hace 30 la revista Art Press, vive con el mismo hombre desde hace 20, con quien se cas¨® hace 10, y sin hijos, que foll¨® por vez primera a los 18 y aficionada desde entonces a las partouzes (pr¨¢cticas de sexo colectivo), ha colocado una bomba en el trasfondo de casi todas las costumbres sexuales conocidas. Y que adem¨¢s es una bomba de una sencillez estremecedora, pues consiste en considerar el sexo humano como una funci¨®n animal m¨¢s, como todas las dem¨¢s, el sexo es como respirar, alimentarse, digerir, defecar o hasta vomitar cuando se precisa, eso es todo y no le demos m¨¢s vueltas, dioses, religiones, costumbres, amores, celos, cr¨ªmenes, traiciones, enga?os y toda suerte de pasiones, al desv¨¢n de los recuerdos o al cubo de la basura a elegir, tengamos ya la fiesta en paz de una vez por todas. Y por este camino, Catherine M. confiesa recordar a 49 interlocutores sexuales identificados, entre centenares o miles de desconocidos, se reconoce un pel¨ªn masoca y casi nunca s¨¢dica, no se considera una seductora, dice que nunca intenta ligar, que no es guapa pero que se enorgullece de la flexibilidad de su cuerpo, de su disponibilidad, que prefiere hacerlo por detr¨¢s, y que adora sobre todo practicar la felaci¨®n, todo un modelo que no parece adem¨¢s serlo demasiado. Su lema parece ser el de la 'normalizaci¨®n' del sexo, que quiz¨¢ es lo mismo que todas las dem¨¢s 'normalizaciones' que conocemos: una trampa saducea. ?C¨®mo seguir gozando en estas condiciones?
Sin embargo, casi nunca se habla de amor en este libro, pues es la primera mujer que proclama en voz bien alta la separaci¨®n entre el sexo y el amor, que adem¨¢s nunca se sabe bien qu¨¦ es. Y adem¨¢s, el sexo es algo limitado, termina cansando, irritando, decreciendo o agot¨¢ndose como la gimnasia, el deporte, la comida y la bebida. El tiempo cura (d)el sexo, como de la juventud, pero no podr¨¢ nunca curar (d)el amor. Aunque a ella no le han faltado condiciones, pues no suda, tiene la piel mate, una nariz inc¨®moda y una mirada en su opini¨®n inteligente. Pero tambi¨¦n dice que el placer ya no crece, es indeterminado, y que se considera a veces como una mu?eca 'hinchable'. Pero el placer siempre es algo concreto y determinado y todav¨ªa es impensable imaginar si una mu?eca de ese tipo puede 'sentir' algo, vive el cielo. Por este camino del aligeramiento y la levedad sexual, nuestro sexo desembocar¨¢ en la anafrodisia, y as¨ª se acabar¨¢n todos nuestros problemas. Pues ¨¦ste es el tema central de este libro, que nada tiene que ver con el amor, ni con el erotismo, ni con la literatura er¨®tica en general, ni siquiera con la cl¨¢sica, cuyo principal atractivo resid¨ªa en la lucha entre la expresi¨®n y sus censuras, y as¨ª, desde el Kama Sutra hasta el marques de Sade, s¨ª constitu¨ªa un verdadero combate por la liberaci¨®n del ser humano y se expresaba a trav¨¦s de una literatura de primera calidad (aunque s¨®lo a veces, pues los subproductos comerciales son de una monoton¨ªa paralizadora). As¨ª, la historia sexual de Catherine M. autorreduce a su protagonista narradora, que adem¨¢s lo dice as¨ª al final, que ya no suele ir a partouzes, que prefiere las pr¨¢cticas sexuales individuales, o de dos en dos, o hasta entre tres, y que por lo general se autorreduce cada vez m¨¢s a la pr¨¢ctica individual estricta, esto es, al onanismo. Un libro entero para contarnos esta autorreductora historia es toda una lecci¨®n al rev¨¦s.
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