Guardias
Qui¨¦n nos iba a decir a nosotros, cuando apasionadamente reclam¨¢bamos m¨¢s escuelas y menos polic¨ªa, que luego tendr¨ªamos que ponernos de parte de los guardias. Ahora no s¨®lo se rebelan los gendarmes franceses. Tambi¨¦n aqu¨ª afloran las reclamaciones, fundamentalmente laborales, de unos cuantos colectivos que antes ni so?aban en abrir la boca: guardaespaldas mal pagados, conductores hartos de horarios de chicle, polic¨ªas acusados de ineficacia cuando en las comisar¨ªas falta personal, guardia civiles desparejados para ahorrar plantilla...
El de los picoletos es, sin duda, un caso especial. Y hasta hace poco rodeado de misterios, por m¨¢s que desde el principio de la democracia algunos se la jugaran para dar a conocer la realidad de esta 'original organizaci¨®n que se llama civil y tiene disciplina militar'. Para interesados y curiosos, muy recomendable el libro de Manuel del ?lamo y Fernando Carrillo titulado Los Guardias Civiles, esos ciudadanos uniformados, una narraci¨®n viva y documentada de c¨®mo ha sido la lucha (muchas veces clandestina) por la dignidad durante los ¨²ltimos 25 a?os. Una dignidad que pasa por la consecuci¨®n de derechos constitucionales tales como la libertad de expresi¨®n, la libre asociaci¨®n o la defensa de los intereses profesionales, por los que sigue clamando Coproper (Desde hace meses, son las propias esposas, las plataformas de familiares, quienes protestan contra unas condiciones de trabajo y unas pr¨¢cticas extendidas en el cuerpo que consideran totalmente anacr¨®nicas).
El libro se completa con numerosas aportaciones, desde campos dispares pero algo en com¨²n: casi todos los colaboradores pertenecieron a la 'tropa' anti 'cuerpos represivos' a la que alud¨ªa al principio, aunque el reflejo del tricornio en cada memoria adquiere un matiz distinto, una intensidad diferente: Miedo, admiraci¨®n, alivio... ante una benem¨¦rita que a veces multa y otras auxilia, y en la que, profesionalizada, modernizada y rejuvenecida en sus bases, a¨²n pesa mucho el pasado.
Grande es el lastre. Y complejo este marem¨¢gnum en que conviven, se rozan e incluso chocan, las fuerzas de seguridad. Pero algo est¨¢ claro: si les pagamos para velar por el sistema de libertades, ?c¨®mo justificar que se les nieguen las suyas?.
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