Naranjas
La inferioridad de las naranjas californianas es manifiesta (son m¨¢s dif¨ªciles de pelar, resultan menos sabrosas y est¨¢n llenas de pepitas). Su comparaci¨®n con las clementinas valencianas no tiene color. De ah¨ª la presi¨®n para obstaculizar la entrada de importaciones procedentes del otro lado del Atl¨¢ntico en fechas estrat¨¦gicas de la campa?a de Navidad que se ha desencadenado en Estados Unidos. La existencia de una plaga end¨¦mica como la de la mosca del Mediterr¨¢neo en los c¨ªtricos valencianos sirve de excusa a una maniobra que pretende proteger a toda costa un hueco de mercado para la producci¨®n interna norteamericana. Detr¨¢s del incidente hay, por tanto, un choque de intereses comerciales que cualquier pol¨ªtico cauto, y m¨ªnimamente competente, ha de calibrar. Sin embargo, la Generalitat se apresur¨®, con la complicidad de algunos mandamases naranjeros, al autoelogio tras el primer aviso de prohibici¨®n por parte americana y la primera falsa alarma de levantamiento del veto. La ineptitud para analizar el escenario result¨® clamorosa en cuanto se volvieron a cerrar las aduanas estadounidenses y todo el discurso de la efectividad y la capacidad de influencia se qued¨® sin jugo. Ahora el sector se indigna con el ministro de Agricultura, Miguel Arias Ca?ete, porque reconoce que hubo fallos de refrigeraci¨®n en un cargamento que lleg¨® a Estados Unidos con larvas vivas de mosca y se niega a o¨ªr que la soluci¨®n pasar¨¢ por un pacto que permita la entrada de clementinas en algunas zonas y la proh¨ªba en los estados donde la producci¨®n americana goza de m¨¢s presencia. Hasta el m¨¢s ignorante intuye, pese a los argumentos fitosanitarios, que la cosa tiene que ver con la pol¨ªtica desde el principio. Y tendr¨¢ que ver con la pol¨ªtica en el futuro. Por eso llama tanto la atenci¨®n que el Consell actuara en la clave triunfalista -declaraciones del presidente Zaplana incluidas- que menos correspond¨ªa al problema planteado. Cuando un gobierno ha perdido la astucia hasta el punto de creer que cualquier cosa -hasta un conflicto tan ¨¢cido como el de la naranja- vale para apuntarse un tanto ante la opini¨®n p¨²blica es que el asunto est¨¢ peor de lo que sospechamos.
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