En casa del mul¨¢ Omar
Karzai y sus hombres se instalan en la residencia del l¨ªder talib¨¢n
Las monta?as que rodean la casa del mul¨¢ Omar son probablemente las m¨¢s bellas de una ciudad flanqueada por colinas espectaculares. Y la casa, a pesar de todas las bombas, no tiene parang¨®n en ninguna otra parte de Kandahar. La mezquita personal del mul¨¢ dispone de cuatro l¨¢mparas de ara?a y ocho minaretes blancos y azules. Es una de las pocas partes que han permanecido intactas tras los bombardeos. ?sa y la escultura de hierro entreverada con el tronco de un ¨¢rbol muerto y unos eucaliptos de pl¨¢stico.
Los motivos forestales deben ser del agrado del mul¨¢ porque en otras de sus dependencias se aprecian seis columnas de cemento pintadas como si fueran troncos de ¨¢rboles.
Su gusto por las flores queda patente en los dos hogares donde ha vivido los ¨²ltimos a?os. Pero poco m¨¢s que las flores guardan en com¨²n la vivienda primera y la que se construy¨® hace dos a?os. Hasta entonces viv¨ªa en una casa poco m¨¢s grande que un chal¨¦ adosado. Toda la calle estaba ocupada por casas de familiares. Casas buenas, con terraza y ventiladores, pero sencillas. Sin embargo, un atentado con coche bomba hace dos a?os sirvi¨® de excusa para trasladarse. La diferencia entre una y otra casa ser¨ªa la misma que entre un patinete y el imponente todo terreno granate, con m¨¢s de diez plazas, modelo Lexus, que luc¨ªa antes de huir.
La cama de cuatro por cuatro metros y las habitaciones de sus cuatro mujeres han quedado intactas
Ahora, el coche -realmente distinto a los medios con que los refugiados afganos salieron en direci¨®n a Pakist¨¢n- acaba de ser tra¨ªdo a la casa del gobernador de Kandahar.
El veh¨ªculo no tiene ni un rasgu?o. Pero en la casa del mul¨¢ Omar es dif¨ªcil encontrar una pared o una puerta que no haya sido tocada por la metralla de los aviones americanos. Y la casa del mul¨¢ Yelill, anexa a la de su ¨ªntimo amigo el mul¨¢ Omar, ha quedado como una r¨¦plica en miniatura de las ruinas de las Torres Gemelas. S¨®lo el establo donde dorm¨ªan las vacas de Omar recibi¨® m¨¢s metralla que la casa de Yelill.
Ayer, en todas esas dependencias hab¨ªa hombres de Karzai, el nuevo hombre fuerte de Afganist¨¢n tras la ca¨ªda de los talibanes. Tambi¨¦n estaban presentes soldados estadounidenses de las Fuerzas Especiales que tapaban la c¨¢mara de fotos con sus manos a quienes pretend¨ªan sacar una inst¨¢ntanea.
'Lo que ha quedado intacto es el dormitorio del mul¨¢ Omar', comentaba el guardaespaldas personal de Hamid Karzai, Saeed Mohamed Wadat, 'con su cama de cuatro por cuatro metros, sus tres armarios, sus tres ventiladores preciosos, su cuarto de ba?o, su tel¨¦fono y sus tres l¨¢mparas. Las habitaciones de sus cuatro mujeres tambi¨¦n han quedado intactas'.
Debe de haber m¨¢s partes habitables en la casa. Pero su nuevo inquilino, Hamid Karzai, ha aprendido muy pronto lo que debe ser el comportamiento de todo un primer ministro de Afganist¨¢n. Y a diferencia del nuevo gobernador de Kandahar, Gul Agh¨¢, que ha invitado ya a m¨¢s de veinte periodistas en su casa, Karzai prefiere no compartir con la prensa los aposentos privados de Omar.
Mantener la intimidad en un sitio as¨ª no deb¨ªa de ser dif¨ªcil. Para acercarse al lugar poblado m¨¢s cercano hay que recorrer en coche unos tres kil¨®metros. Y con los cristales ahumados del todoterreno era imposible distinguir su figura. Si a eso se la a?ade que cada vez que quer¨ªa hablar por la radio el mul¨¢ enviaba una cinta grabada, el aura de misterio a¨²n se agrandaba m¨¢s.
Pero bast¨® que los talibanes se fueran hace cinco d¨ªas para que el respeto, el temor y el misterio se evaporasen de su casa. En lo que hace tres meses era un lugar casi sagrado, como es el patio del mul¨¢, ahora un soldado de Karzai ha sacado una cama de alg¨²n dormitorio y se ha tendido al sol. En la misma mezquita donde el mul¨¢ rezar¨ªa el 11 de septiembre ahora rezan ya los soldados que mataron a decenas de talibanes, con los zapatos y los rifles en la puerta.
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