Menos genios
Traducir no es nada f¨¢cil y en Espa?a al traductor se le tiene en poco por m¨¢s que a veces se le ponga por encima de los cuernos de la luna o, al menos, a la misma altura que al autor. Claro est¨¢ que depende de qui¨¦n sea ¨¦ste. Durante un tiempo me divert¨ª traduciendo novelas de la serie B. Como me pagaban a destajo, lo hac¨ªa deprisa y corriendo y si algo no me gustaba (un di¨¢logo, un personaje, incluso una situaci¨®n) introduc¨ªa cambios sobre la marcha. En cuanto a lo del destajo, no crean: el mismo Kant puede pasar por ese aro. El endiablado fil¨®sofo a tanto el folio. Recuerdo una traducci¨®n de Marcuse: tuve que recurrir a la versi¨®n inglesa.
Estoy menos al corriente ahora, pero no hace tantos a?os que las editoriales espa?olas traduc¨ªan con escaso criterio. Obras importantes de pensamiento pol¨ªtico, social, econ¨®mico, no han tenido quien las traduzca, mientras otras menos o nada relevantes, s¨ª. En buena parte es un problema de desidia m¨¢s que de ignorancia. Tambi¨¦n de mercado y en todas partes cuecen habas. Tenemos por aqu¨ª autores muy traducidos que ni siquiera son m¨¢s vendibles que otros de mejor calidad y poco o nada traducidos. Pero como el mercado es una deidad, puede hacer agua por todas partes sin hundirse.
Lo que antecede viene a cuento de Leszek Kolakowski, 'un cl¨¢sico vivo del pensamiento actual', seg¨²n un reputado peri¨®dico ib¨¦rico. No he le¨ªdo a este fil¨®sofo polaco, del que se nos dice que 'su tarea es desenmascarar lo que se considera s¨®lido, descubrir las contradicciones de lo que aparece como obvio, pensar sobre la posible raz¨®n de las ideas contrarias'. Si esto es todo, dejo de lado a esta figura seminal, a este cl¨¢sico vivo; que por aqu¨ª tenemos a Tr¨ªas, a Argullol, a Marina y a otros de mucha enjundia y a los que todav¨ªa no hemos tenido tiempo de conocer como merecen ser conocidos. Mi determinaci¨®n se hizo m¨¢s firme cuando le¨ª algunos fragmentos de Kolakowski reproducidos por el diario. La que se armar¨ªa entre los cultos si tales bobadas las hubiera escrito uno de nuestros fil¨®sofos de hoy o de ayer. Ofrezco alguna muestra entre las muestras, a¨²n a sabiendas de que Kolakowski podr¨ªa arg¨¹ir que tanto el diario que las recoge para ensalzarle, como yo que lo hago sarc¨¢sticamente, le hemos sacado de contexto. Pues pensamientos irredimibles hay dentro y fuera del texto.
Seg¨²n Kolakowski, la libertad es 'un bien en s¨ª misma y no un mero instrumento para obtener otros bienes. Eso no significa que se acepte sin restricciones el principio de que cuanta m¨¢s libertad, mejor. Hay que determinar la cantidad de libertad que conviene sin que ello llegue a ser nocivo'. Esta tiradilla suena a broma con retint¨ªn y recochineo. Un texto t¨ªpico de escuela secundaria y que al parecer, firmado por Kolakowski, debe hacernos inclinar el lomo y reflexionar sobre lo mucho que se piensa fuera en comparaci¨®n con nosotros. Uno no es chovinista, ni siquiera patriota con la moderaci¨®n y el cuidado debidos; pues tanta aton¨ªa sentimental no es buena ni para el cuerpo ni para el esp¨ªritu, y ni siquiera para la mente, que es la gran retorta. Pero aunque sin afiliaciones muy hondas ni adhesiones inquebrantables, uno piensa, melanc¨®licamente, que en esta tierra todav¨ªa tiene asiento buena parte del papanatismo occidental. Si un c¨®mico(a) de la lengua oriundo protagoniza alg¨²n que otro filme (bien que malo) en Hollywood, aqu¨ª caen babas y se le dedican calles y se arman alegres zapatiestas. (Mientras tanto, centenares de buenos cient¨ªficos de la tierra y del terru?o andan dispersos por el mundo y de ellos no sabemos ni los nombres). Estoy consciente de que algo ha cambiado este paisaje y hasta de que nos codeamos en algunas cosas; pero como los otros tambi¨¦n cambian, en conjunto la distancia se mantiene, si no es que se agranda.
Kolakowski, nos dicen, es una lanza contra la oxidaci¨®n de los grandes conceptos, un detergente para mantenerlos limpios del polvo y la paja del manoseo. Y as¨ª, para que la idea de libertad relumbre m¨¢s que el yelmo de Mambrino, se nos descubre que es medio y es fin y que para seguir si¨¦ndolo hay que ponerle l¨ªmites, y para ponerlos, primero hay que determinar la cantidad de libertad que conviene. Asunto tan antiguo como nuestra civilizaci¨®n y que con la eclosi¨®n de los medios modernos ha trascendido al gran p¨²blico y se ha constituido en uno de los grandes temas de debate. De haber un diario en Madrigal de las Altas Torres abordar¨ªa la cuesti¨®n de la libertad y apenas me caben dudas de que lo har¨ªa con mayor hondura que el fragmento de Kolakowski arriba transcrito; pues ¨¦ste dificilmente puede ser m¨¢s mostrenco. Con todo, citar¨¦ muy resumidas otras perlas para que no se me acuse de aferrarme a un clavo ardiendo.
Debemos recelar del poder, afirma Kolakowski descubriendo por en¨¦sima vez la p¨®lvora. Pero 'nunca se ha de cuestionar su existencia porque (el poder) es indispensable para mediar entre los conflictos...'. Esto, ?qu¨¦ es? ?Una ep¨ªstola a los anarquistas tipo Max Stirner? Que yo sepa, no hay cultura en el mundo que no haya girado y gire en torno a la naturaleza del poder, pues si hablamos de relaciones entre individuos y grupos con el Estado y entre s¨ª, estamos dando por sentada la existencia de aqu¨¦l y su aceptaci¨®n. Que el se?or Kolakowski nos invite a estas alturas a rechazar tentaciones anarquistas y nihilistas parece una tomadura de pelo. Pero el gran fil¨®sofo nos dice en otro apartado que 'no se debe confundir la tolerancia con la indiferencia'. He aqu¨ª otra andanada contra 'las evidencias tradicionales'. Yo ruego que alguien me explique, a ser posible con urgencia, qui¨¦n diablos confunde la tolerancia con la indiferencia. Mientras esta ¨²ltima es conciencia dormida, adormilada o sedada (por exceso o por defecto es otra historia) la tolerancia es conciencia en perpetuo movimiento, no pocas veces en tensi¨®n y no infrecuentemente a punto de estallar en lucha consigo misma.
Se trata, en suma, de darle un repaso a conceptos que pasan por ser verdades absolutas. Eso lo hac¨ªa a cada paso Unamuno, quien nunca ha sido 'un cl¨¢sico vivo' del pensamiento de ning¨²n tiempo. Con la diferencia de que las dudas de Kolakowski son las de cualquiera que haya le¨ªdo media docena de libros. Los Lled¨®, Marina, Tr¨ªas, Argullol, c¨¢mbiense de nombre, como en el star-system. Nombres ib¨¦ricos no venden.
Manuel Lloris es doctor en Filosof¨ªa y Letras.
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