Arafat, aislado
Arafat se ha quedado aislado, con tanques israel¨ªes a 100 metros de sus oficinas en Ramala. Sharon, tras la matanza de 10 israel¨ªes el mi¨¦rcoles en Cisjordania, ha decidido no s¨®lo cortar todo contacto con ¨¦l y la Autoridad Nacional Palestina, sino dar pasos (como la voladura de la sede de la televisi¨®n palestina) que van en la direcci¨®n de acabar con la ANP. Arafat no puede o no quiere -o no quiere porque no puede, y tampoco Israel le ha dado las compensaciones pol¨ªticas que necesitaba para ello- detener el terrorismo de grupos extremistas palestinos. El presidente de la ANP se ve abandonado por los suyos. Ham¨¢s es hoy m¨¢s popular que Al Fatah tras m¨¢s de un a?o de Intifada contra Israel y contra el propio Arafat. S¨®lo falta un peque?o empuj¨®n para hacer caer a Arafat y abrir una dura pelea para la sucesi¨®n en el liderazgo de los palestinos.
Sharon puede acabar con la ANP y ordenar la reocupaci¨®n de los territorios devueltos hasta ahora. Pero un regreso a la situaci¨®n anterior a los acuerdos de Oslo de 1993 resulta imposible. La historia no da marcha atr¨¢s, aunque a veces avance a golpes de cat¨¢strofes. Est¨¢ por ver qui¨¦n resistir¨¢ m¨¢s la violencia antes de volver a negociar una salida: si los palestinos empobrecidos y sin esperanza o los israel¨ªes. De momento, lo que m¨¢s preocupa a Sharon no es un movimiento en favor de la paz casi desaparecido, sino la presi¨®n que desde la derecha est¨¢ ejerciendo el ex primer ministro Netanyahu, su rival en su propio partido, el Likud, lo que augura mayor dureza del actual primer ministro.
Desde fuera, los pa¨ªses ¨¢rabes miran para otro lado. Y los ¨²ltimos atentados palestinos han socavado cualquier esfuerzo de paz por parte de EE UU. La calma de 48 horas que hab¨ªa conseguido acordar el enviado especial de Bush se ha quebrado en horas. Por su parte, la Uni¨®n Europea no se atrever¨ªa a tomar medidas efectivas para obligar tanto a los palestinos como a los israel¨ªes a negociar. Y la Administraci¨®n de Bush, pese a haber enviado a Zinni y apoyar formalmente a Arafat, no quiere implicarse a fondo en el problema. Bush acept¨® el principio de un Estado palestino cuando necesitaba mantener la coalici¨®n internacional contra Bin Laden en apoyo de la guerra de Afganist¨¢n. Al dar esta guerra casi por ganada, no ve inter¨¦s alguno en meterse en el avispero de Oriente Pr¨®ximo.
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