Grafolog¨ªa del Antiguo R¨¦gimen
Pudiendo contar la historia de cualquier asesino descerebrado que se dedica a lanzar ordenadores contra los viandantes (la faja del libro anuncia que 'todo lo que sirve para escribir tambi¨¦n sirve para matar'), el guionista, editor literario y novelista argentino Pablo de Santis (Buenos Aires, 1963) ha tenido el acierto de recrear el atractivo mundo de las plumas de ave y las tintas envenenadas y tramposas del siglo XVIII, estableciendo una original versi¨®n de c¨®mo fue la pugna entre el pensamiento ilustrado y los muchos atavismos que condujeron a la Revoluci¨®n Francesa.
El cal¨ªgrafo de Voltaire es un delicado ejercicio de reflexi¨®n sobre la suerte del individuo frente al fanatismo y la ignorancia que se deja leer como una entretenida novela de aventuras, ya que al modesto escribiente Dalessius no paran de sucederle cosas que convierten su vida en un trepidante itinerario por la Francia de los terrores inmediatamente anteriores al Terror. Contratado por el gran pensador confinado en Ferney como responsable del archivo y la correspondencia, enseguida se ve obligado a cumplir misiones mucho menos sosegadas, entre las que figura averiguar in situ qui¨¦nes son los instigadores de la ejecuci¨®n del protestante Jean Calas, acusado de matar a su hijo cuando iba a cambiar de fe. Durante sus viajes a Toulouse y Par¨ªs, a veces escondido entre cad¨¢veres -verdaderos y falsos, pues la presencia de aut¨®matas y otros ingenios mec¨¢nicos concita continuamente la sombra de las inteligencias artificiales-, hallar¨¢ aliados impagables como el patibulario verdugo Kolm, retirado tras comprobar que entre sus v¨ªctimas se hallaba su propio padre, y enemigos como el perturbado inventor Von Knepper, de cuya bella hija Clarissa, llena de enga?osa frialdad, no podr¨¢ desprenderse nunca.
EL CAL?GRAFO DE VOLTAIRE
Pablo de Santis Destino. Barcelona, 2001 208 p¨¢ginas. 2.300 pesetas
Llegado a alg¨²n puerto espa?ol tras la muerte de Voltaire, Dalessius rememora sus andanzas con la ¨²nica compa?¨ªa del coraz¨®n de su se?or en un frasco de cristal y sus recuerdos, invitando al lector a reflexionar sobre la delgada frontera entre organismos y mecanismos. Precisamente en este aspecto es donde De Santis muestra la complejidad y la verdadera importancia de su apuesta narrativa, que se desmarca totalmente de las diferentes corrientes retro para indagar de un modo muy personal en la condici¨®n humana.
Mujeres que se dejan dibujar la piel para enviar mensajes secretos (y artistas de la caligraf¨ªa que se encargan del trabajo sin distraerse), detalles terror¨ªficos como la sangre utilizada en lugar de tinta por el espectral Silas Darel y reflexiones sobre la vigencia de la palabra frente a los agoreros enemigos del progreso completan este viaje razonablemente esperanzado por unas tinieblas que De Santis, al tiempo que cuestiona la vigencia del escriba, demuestra conocer y hasta saber c¨®mo combatir.
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