El triunfo de la tecnolog¨ªa militar
Estados Unidos es el ¨²nico pa¨ªs que dispone de bombarderos que pueden despegar de su territorio, lanzar bombas de precisi¨®n a miles de kil¨®metros y regresar a la base de origen. Para muchos especialistas y analistas, la guerra se ha ganado -pues ya se da por ganada, al menos en las ciudades- gracias al poder¨ªo a¨¦reo. Pero no se habr¨ªa ganado sin feroces y decisivos combates en tierra, librados no directamente por tropas de EE UU, sino por proxies, fuerzas intermediarias locales, aunque enmarcadas y aconsejadas por personal y material estadounidense.
El enfoque posmoderno de la estrategia no ha cambiado en exceso en la ¨²ltima d¨¦cada para EE UU: ganar, limitando al m¨¢ximo las bajas propias. La doctrina Powell, as¨ª llamada pues con esta comprensible mentalidad enfoc¨® militarmente la guerra del Golfo en 1991 el ahora secretario de Estado, sigue vigente. La tecnolog¨ªa ayuda y capacita a la hiperpotencia para proyectar poder¨ªo lejos de su territorio, con muy pocas tropas.
La capacidad de los soldados y mandos de EE UU de ver a distancia y en directo crece con los comandos, sat¨¦lites y aviones tripulados o teledirigidos
La estrategia vencedora en Afganist¨¢n no es una proeza log¨ªstica, sino tecnol¨®gica. Con el sacrificio, eso s¨ª, de los combatientes antitalibanes
En Afganist¨¢n, el objetivo ¨²ltimo no era echar abajo el r¨¦gimen talib¨¢n, ya conseguido. ?ste era un medio para destruir la infraestructura de Al Qaeda, e intentar atrapar a su l¨ªder Bin Laden. La victoria lograda hasta ahora se ha alcanzado con armamento en buena parte pensado para la guerra fr¨ªa, pero los aparatos m¨¢s caros y tecnol¨®gicamente avanzados -aviones, sat¨¦lites, helic¨®pteros, bombas inteligentes- han funcionado, con ¨¦xito, en unas condiciones bien distintas a las pensadas.
La primera caracter¨ªstica de la ofensiva ha sido su rapidez: se iniciaba el 7 de octubre, tan s¨®lo cuatro semanas despu¨¦s del ataque del 11-S, y con m¨¢s ligereza que en la guerra del Golfo, para la que EE UU traslad¨® all¨ª m¨¢s peso de material que en el desembarco de Normand¨ªa. Pero en Afganist¨¢n queda todav¨ªa mucho por hacer, raz¨®n por la cual el jefe del Pent¨¢gono, Donald Rumsfeld, anunciaba el pasado martes que la guerra estaba 'lejos de su fin'.
Para Fareed Zajaria, 'la combinaci¨®n de la revoluci¨®n de la informaci¨®n y las municiones de precisi¨®n han producido un salto cuantitativo en la letalidad y efectividad del poder¨ªo a¨¦reo'. Es verdad que, 'cuanto mejor informaci¨®n se dispone, menos bombas se necesitan para alcanzar un objetivo': 10 de media en la guerra del Golfo, dos en Afganist¨¢n, seg¨²n cita el editor de la edici¨®n internacional del semanario Newsweek. Lejos quedan los tiempos de entreguerras en que el general italiano Guilio Douhet propugnaba lo que en el futuro se llamar¨ªa bombardeo estrat¨¦gico, que se practic¨® en la Segunda Guerra Mundial, causando numerosas bajas civiles, pero sin mermar la capacidad industrial ni de Inglaterra ni de la Alemania nazi.
En Afganist¨¢n, EE UU ha llevado a cabo un carpet bombing, un planchado del terreno, con una precisi¨®n, a pesar de inevitables errores, de la que carec¨ªa en Vietnam. Los B-52 y sus cargas de entonces tienen que ver con los de ahora como un autom¨®vil de los 70 con el ¨²ltimo BMW.
En los tres conflictos en los que ha participado en una d¨¦cada, Estados Unidos ha ganado en este ¨²ltimo, menos de un mes despu¨¦s de iniciar su ofensiva, y con cada vez menos bombas y salidas de aviones, en precisi¨®n. En Afganist¨¢n ha logrado quebrar la voluntad de los talibanes -no as¨ª la de la incrustada Al Qaeda- con una cuarta parte de lo que necesit¨® para que Milosevic se plegara en Kosovo. En Afganist¨¢n se est¨¢n utilizado menos municiones de precisi¨®n que en Kosovo. Porque EE UU dispone de m¨¢s y porque ha desplegados comandos que localizan blancos y dirigen los ataques.
No todo se hace desde el aire. En cuanto han podido, las fuerzas de EE UU han ocupado terreno, y construido bases desde las que lanzar ataques con aviones m¨¢s peque?os o helic¨®pteros, decisivos en la batalla de Kandahar. Antes hab¨ªan encontrado trampolines en los pa¨ªses cercanos a Afganist¨¢n, adem¨¢s de sus portaaviones. Aunque ¨¦stos est¨¢n a una distancia excesiva. Tanta que la anterior Administraci¨®n no pudo llevar a cabo planes para capturar a Bin Laden por medio de unos comandos.
La estrategia vencedora en Afganist¨¢n no es una proeza log¨ªstica, sino tecnol¨®gica. Pero no tanto como para asegurar la imposible pretensi¨®n de una guerra ideal -para EE UU- sin soldados ni bajas. En tierra, la realidad ha sido mucho m¨¢s dura que vista desde el aire. Los combates los han librado b¨¢sicamente los guerreros antitalibanes. Est¨¢ por ver cu¨¢ntas bajas se han producido en uno y otro campo. Adem¨¢s, como ya pusiera de relieve Michael Ignatieff, el problema de luchar a trav¨¦s de terceros, como la Alianza del Norte y otros grupos, es que una vez alcanzada la victoria, son ¨¦stos los que quieren imponerse, y por eso se resisten al despliegue de una fuerza multinacional significativa.
Aun as¨ª, se abre paso la idea de que, para el futuro, EE UU necesita muchos aparatos y tecnolog¨ªa y pocos soldados. Pero no siempre se encuentran guerreros en el lugar. En Irak no hay ninguna Alianza del Norte.
Para ese enemigo que es Al Qaeda, un teatro de operaciones es EE UU y un frente central la mente del ciudadano estadounidense (y europeo, probablemente), a¨²n temerosa de las posibilidades de respuestas terroristas. Bush y su equipo han personalizado tanto la guerra en Bin Laden que encontrarlo se ha convertido en una necesidad.
A caballo, con GPS
LAS FOTOS, mostradas por Rumsfeld, de comandos americanos a caballo en Afganist¨¢n, vestidos a la usanza local, se han convertido en im¨¢genes de la estrategia en esta guerra. En comparaci¨®n con la masiva concentraci¨®n de tropas contra Irak o el puro ataque a¨¦reo en Kosovo, los miembros de la Delta Force o de los Rangers, pese a algunos errores, han cambiado la manera de hacer la guerra para EE UU. Han contado tambi¨¦n con agentes de la CIA, como Spann, uno de los americanos muertos en el ataque contra el presidio de Kala Jangi, cerca de Mazar-i Sharif -brutalmente bombardeado en contra de las convenciones internacionales tras un mot¨ªn de prisioneros de guerra - y algunos afganos, colaboradores que equipados con tel¨¦fonos por sat¨¦lite informaban a las fuerzas de EE UU de posibles blancos para los bombardeos. Las tropas de elite de EEUU (y algunas brit¨¢nicas) saben confundirse con el terreno, y ya no se pierden nunca, pues cuentan con toda una panoplia tecnol¨®gica en la que se incluye un sistema de GPS (Global Positioning System) m¨¢s preciso del que llevan los autom¨®viles de ¨²ltima generaci¨®n, embarcaciones de recreo, e incluso excursionistas. Junto al GPS, sistemas de visi¨®n nocturna y rayos l¨¢ser permiten no s¨®lo pedir que les lancen ¨²tiles necesarios, incluidas sillas de montar, realizar labores de sabotaje o enmarcar a las fuerzas locales, sino localizar blancos, marcarlos y dirigir as¨ª el tiro de los bombardeos de precisi¨®n, aunque algunos yerren, claro. Se convierten en un enemigo invisible, mientras la capacidad de los soldados y mandos americanos de ver a distancia y en directo crece con estas tropas, con los sat¨¦lites y con los aviones teledirigidos, equipados de c¨¢maras como el Predator, que puede sobrevolar territorio al que no llegan los comandos, dirigir un bombardeo, evaluar los da?os y volver de inmediato a precisar el blanco de otra oleada. Adem¨¢s cuentan con los JSTAR, unos grandes aviones con radares y detectores capaces de seguir objetivos m¨®viles a m¨¢s de 300 kil¨®metros de distancia. Mantener esta superioridad exige, como ya abogara Rumsfeld antes incluso de volver al Pent¨¢gono, no s¨®lo superioridad ¨¢rea, sino espacial. ?se es un frente del futuro.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Osama Bin Laden
- Al Qaeda
- Infraestructura terrorista
- Sat¨¦lites militares
- 11-S
- Bombardeos
- Industria armament¨ªstica
- Nuevas tecnolog¨ªas
- Afganist¨¢n
- Guerra civil
- Ataques militares
- Financiaci¨®n terrorista
- Material militar
- Sat¨¦lites comunicaciones
- Atentados terroristas
- Acci¨®n militar
- Estados Unidos
- Pol¨ªtica exterior
- Guerra
- Grupos terroristas
- Asia
- Conflictos
- Armamento
- Defensa
- Oriente pr¨®ximo