'Arafat no es relevante'
Hace medio a?o se public¨® en la revista Nature un art¨ªculo de investigaci¨®n que mostraba que en la vista humana se produce una peligrosa ilusi¨®n ¨®ptica. El art¨ªculo trataba de explicar por qu¨¦ a veces el cerebro se niega a ver lo que el ojo capta y le transmite. Los investigadores -del Instituto Weizman de Israel- explicaban este fen¨®meno alegando que al cerebro llegan much¨ªsimas interpretaciones de la realidad y debe, a fin de cuentas, decidirse por una de ellas. Adem¨¢s -y ¨¦sta es la parte m¨¢s interesante del art¨ªculo-, se plantea la hip¨®tesis de que en cuanto el cerebro opta por una determinada interpretaci¨®n o visi¨®n de lo que le muestran los ojos, todos los detalles que sustentan las otras visiones simplemente 'desaparecen'; como si el cerebro se negase a tenerlos en cuenta.
En el complicado marco de relaciones entre Israel y los palestinos, ambos lados padecen desde hace a?os una ceguera casi total hacia la complejidad de la realidad: los dos est¨¢n convencidos de que el otro le enga?a sin cesar, de que el otro realmente no quiere la paz, de que toda concesi¨®n que hace el otro no es m¨¢s que un gesto que esconde una artima?a para vencerle y acabar con ¨¦l.
En cierto sentido, llevan raz¨®n. Es cierto que se enga?an sin cesar y que en ambos pueblos son muchos los que no desean la paz -o por lo menos la paz que es factible- y no son pocos los que adem¨¢s quieren ignorar por completo al otro.
No hace falta recurrir a un art¨ªculo cient¨ªfico para comprender lo f¨¢cil que es describir la realidad: los palestinos viven y sufren la ocupaci¨®n israel¨ª desde hace 34 a?os (a ra¨ªz de una guerra iniciada contra Israel) y responden con atentados terroristas en los que mueren cientos de israel¨ªes. Israel, por su parte, responde imponiendo toque de queda y cerrando los territorios donde vive una poblaci¨®n palestina exactamente igual de inocente como los israel¨ªes asesinados en los atentados. Cada pueblo le muestra al otro su lado m¨¢s oscuro, m¨¢s rabioso y m¨¢s primario. Ni palestinos ni israel¨ªes se dan cuenta de lo mucho que el odio y la violencia han penetrado profundamente en su interior.
Y tal vez, con esta situaci¨®n, el que est¨¦ ciego sea precisamente el que a¨²n cree en la posibilidad del di¨¢logo. Quiz¨¢s ahora ya no queda m¨¢s alternativa que dejar que unos y otros se rindan a sus arrebatos de odio y destrucci¨®n -incluso autodestrucci¨®n- hasta que se agoten, hasta que no quede en ellos fuerza para seguir luchando entre s¨ª, hasta que lleguen a lo m¨¢s m¨ªsero de la naturaleza humana, y tal vez entonces, poco antes de su propia destrucci¨®n, volver¨¢n en s¨ª y har¨¢n lo que ahora ya est¨¢ claro que han de hacer: ceder, intentar vivir uno al lado del otro y no uno en lugar del otro.
La pasada semana, en un puesto de control del Ej¨¦rcito cerca de Ramala, se concentraron varias decenas de pacifistas de ambos lados. En medio del caos de cientos de coches sin poder moverse, de gente que en vano intentaba salir de su ciudad o entrar en ella, y enfrent¨¢ndose a los gritos e insultos de palestinos que se opon¨ªan a esa osada iniciativa de acercamiento, Yosi Beilin -uno de los promotores del acuerdo de Oslo- y Yasir Abd Rabu -ministro portavoz de la Autoridad Palestina y pr¨®ximo a Arafat- pidieron la reanudaci¨®n de las conversaciones o, por lo menos, que se aceptase la propuesta del enviado norteamericano, Anthony Zinni, en la que se ped¨ªa un alto el fuego de 48 horas.
Lo que le sigui¨® a esto ya lo sabemos todos. Ning¨²n lado respet¨® el alto el fuego. Muchos israel¨ªes y palestinos ni siquiera lograron sobrevivir durante estas 48 horas. Tras un sangriento atentado de Ham¨¢s, el Gobierno de Israel anuncia que ha dado ¨®rdenes a su ej¨¦rcito para que haga lo que sea necesario para acabar con la infraestructura terrorista en la Autoridad Palestina y que 'Arafat, como siempre, no es relevante'.
'Arafat no es relevante' es una frase extra?a, escurridiza y sospechosa, que viene a decir que el Gobierno de Israel ha borrado del mapa a Arafat, lo ha borrado de su visi¨®n de la realidad. Y de hecho, de esa forma 'se borra' tambi¨¦n al pueblo palestino, con todos sus deseos y justas aspiraciones. Se borra as¨ª la min¨²scula posibilidad de entablar un di¨¢logo que lleve a un acuerdo y a un futuro m¨¢s soportable.
Cuando una persona se encuentra ante esta realidad, se le parte el coraz¨®n al ver c¨®mo los miedos, las sospechas y las predicciones de los m¨¢s agoreros han acabado cumpli¨¦ndose de la forma m¨¢s destructiva, c¨®mo un sinf¨ªn de acciones perversas y erradas por parte de ambos lados han conseguido unir un eslab¨®n a otro hastar crear una secuencia 'l¨®gica' -esa l¨®gica distorsionada que caracteriza este conflicto- y, de golpe, se ha visto c¨®mo, con nuestras propias manos, nos hemos apretado la garganta con ese c¨ªrculo vicioso, con ese c¨ªrculo de sangre, con esa soga asfixiante.
Y lo cierto es que podr¨ªa haber sido diferente. Se podr¨ªa haber dibujado una imagen m¨¢s misericorde de la realidad. R¨¢pidamente, mi pensamiento me lleva al pasado: si el rey Hussein de Jordania hubiera aceptado la invitaci¨®n de Mosh¨¦ Day¨¢n y le hubiese telefoneado inmediatamente despu¨¦s de la guerra del 67 para hablar de un acuerdo de paz entre ambos pa¨ªses; si Israel, en las conversaciones que hubo en los a?os setenta y ochenta con los palestinos, hubiera ofrecido un acuerdo m¨¢s osado que le podr¨ªa haber llevado a establecer un acuerdo de paz con Jordania y los palestinos; si Sharon, cuando era ministro en 1982, no hubiera tratado de mandar a Arafat a T¨²nez en vez de permitirle volver como l¨ªder a los territorios ocupados; si Israel hubiese visto en la primera Intifada, en 1987, el grito desesperado de los palestinos y hubiera respondido a sus demandas en vez de aplastar la Intifada a trav¨¦s de la fuerza; si no hubieran asesinado a Rabin; si los kamikazes de Ham¨¢s no hubieran matado a cientos de israel¨ªes en Jerusal¨¦n y en Tel Aviv, ya que con ello ayudaron a que Netanyahu subiera al poder en 1996; si Barak, en Camp David, hubiera llevado las negociaciones con m¨¢s tacto y cabeza; si Arafat hubiera intentado comprender lo mucho a lo que renunciaba Israel en vez de recurrir con tanta rapidez a la violencia en septiembre del a?o pasado; si Sharon no hubiera visitado la Explanada de las Mezquitas; si Arafat hubiera combatido realmente el terrorismo en vez de querer enga?ar a todo el mundo. Si...Cuanto m¨¢s se alarga la lista, mayor es la amarga sensaci¨®n de que tal vez no hab¨ªa otra alternativa: ni palestinos ni israel¨ªes parecen estar maduros todav¨ªa para alcanzar una paz verdadera. Ninguno capta el significado aut¨¦ntico de la paz y, aunque en el plano te¨®rico, saben hablar de la 'necesidad de la paz', no tienen la fuerza suficiente para realizar las acciones -dolorosas- necesarias para llegar a una paz de verdad. Pocos, demasiado pocos, son a¨²n capaces de hacer el esfuerzo mental y emocional que requiere una situaci¨®n tan compleja. Y en medio de la angustia que me rodea, oigo en m¨¢s de una ocasi¨®n un suspiro que quiere decir: '?Ojal¨¢ se acabe ya esto, de una forma u otra, incluso con una guerra, pero no podemos seguir as¨ª!'.
Ahora, viendo el desarrollo de los acontecimientos, s¨®lo se puede llegar a una conclusi¨®n: el cerebro israel¨ª y el cerebro palestino, que realmente nunca han tenido un d¨ªa de aut¨¦ntica paz, ya est¨¢n entrenados a captar una ¨²nica interpretaci¨®n y visi¨®n de la realidad: la visi¨®n de una guerra incesante, la visi¨®n del otro como un enemigo inmediato, estereotipado.
No obstante, en momentos as¨ª, hemos de tratar m¨¢s que nunca de no caer en la desesperaci¨®n y seguir luchando por la paz. Por eso, son muy importantes los intentos -que a veces pueden parecer pat¨¦ticos e incluso virtuales- por mantener cualquier v¨ªa que una a los israel¨ªes y a los palestinos que crean que s¨®lo una soluci¨®n pol¨ªtica puede traer la paz. Sin embargo, con todo el dolor de mi coraz¨®n, he de reconocer que actualmente todas las posibilidades de alcanzar un acuerdo pol¨ªtico parecen haberse desvanecido. Y todos sabemos lo que esto supone.
David Grossman es escritor israel¨ª.
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