Co-ser
Ser o no ser, ¨¦sa es la cuesti¨®n hoy en Euskadi. Hoy en Euskadi el miedo a dejar de ser lo contamina todo. Un miedo, en primer lugar, muy objetivo y muy presente: el miedo a ser asesinado, dejando as¨ª de ser de manera total y definitiva. Pero hay m¨¢s: el miedo a la exclusi¨®n del ¨¢mbito de los derechos, a la homogeneizaci¨®n forzada o a la expulsi¨®n en el caso de un triunfo del planteamiento soberanista. ?Y el miedo de los nacionalistas? M¨¢s difuso, sin duda incomparable con el miedo a ser asesinado en cualquier momento, pero pol¨ªticamente igual de activo: el miedo a la desaparici¨®n, identificando esta con la desaparici¨®n del ser vasco.
De ah¨ª el ¨¦nfasis en la afirmaci¨®n del sujeto nacional. Contaminado por el miedo, la cuesti¨®n del ser se convierte en objeto de combate: ser contra ser. Y en este asunto no caben medias tintas. En julio de 2000, Xabier Arzalluz describ¨ªa esta situaci¨®n como un 'juego de patriotas' que enfrenta a la Espa?a de Aznar con la Naci¨®n Vasca, un juego en el que, dado que nadie es capaz de renunciar, el acuerdo es imposible y s¨®lo queda el recurso a la confrontaci¨®n democr¨¢tica, para lo que la unidad de acci¨®n de los vascos es imprescindible a la par que urgente. Ser espa?ol o ser vasco. Ser espa?ol contra ser vasco. Ser espa?ol o no ser. Ser vasco o no ser.
En estas condiciones, la cuesti¨®n del sujeto de la soberan¨ªa irrumpe en el escenario pol¨ªtico chocando, como no puede ser de otra manera, con la realidad plural. Plantear la pregunta del ser, del sujeto pol¨ªtico, es tanto como plantear la pregunta de la legitimidad, del derecho y del poder. S¨®lo en la medida en que soy me convierto en sujeto de derecho y, puesto que tengo derecho, debo poder realizar mi derecho a ser. Cobra as¨ª pleno sentido lo dicho por Carlos Garaikoetxea: 'Estar¨ªa dispuesto a renunciar a cotas de autogobierno por la integridad territorial del pa¨ªs' (1998); y en otro momento: 'En un proceso de negociaci¨®n, que se tendr¨¢ que dar en este pa¨ªs y en el que hay que poner sobre la mesa es el binomio inexorable territorialidad-soberan¨ªa, se debe dar prioridad a la territorialidad en las transacciones que haya que hacer' (2001). O el planteamiento del lehendakari Ibarretxe cuando antepone el reconocimiento, en virtud de los derechos hist¨®ricos, de 'un sujeto pol¨ªtico preexistente' a la Constituci¨®n, al debate sobre la independencia (2001); y en el reciente pleno sobre el autogobierno: 'Porque, admit¨¢moslo de una vez, el problema no s¨®lo consiste en determinar qui¨¦n va a gestionar la Seguridad Social o la Formaci¨®n Profesional, si el Gobierno espa?ol o el Gobierno vasco. El problema estriba en asumir que el Pueblo Vasco no es una parte subordinada del Estado, sino un pueblo con identidad propia, con capacidad para establecer su propio marco de relaciones internas y para incorporarse por voluntad propia al proyecto de un Estado plurinacional como fruto de una uni¨®n de voluntades eque principale'.
Y, en la otra parte, ah¨ª est¨¢ la reflexi¨®n sobre el patriotismo constitucional del PP a la que ya nos hemos referido la semana pasada. De ah¨ª que en los ¨²ltimos a?os todos los debates pol¨ªticos -sobre autogobierno, sobre seguridad y libertad, sobre presupuestos...- acaben por plantearse como confrontaciones en el terreno del ser, con sujetos que afirman su soberan¨ªa frente a otros.
Pero este pa¨ªs nuestro es, no ya ingobernable, sino radicalmente invivible, en ausencia de acuerdos que den estabilidad a la pluralidad de referencias y de pertenencias que nos constituyen como vascas y como vascos. Como vascos de hoy. Como vascos reales. Como los ¨²nicos vascos posibles. Todo lo dem¨¢s es extrav¨ªo.Por eso, yo apuesto por el co-ser. Por una manera de ser compleja e incluyente. Por un ser-con-otros y, sobre todo, por un ser con el otro que todas y todos llevamos dentro. S¨®lo desde esta perspectiva ser¨¢ posible reconducir los debates pol¨ªticos del ¨¢mbito de las esencias al terreno, mucho m¨¢s manejable, de la existencia.
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