Rasputines
La guerra de las cajas sevillanas ha servido para examinar a los dos grandes partidos andaluces y ninguno ha salido muy bien parado. El PP -quiz¨¢ con la pretensi¨®n de desgastar al PSOE- se lanz¨® a una imparable carrera de inconsecuencias: se opuso a la caja ¨²nica, a pesar de apoyar esta misma opci¨®n en otras regiones, y patrocin¨® la desobediencia a la ley, situ¨¢ndose en una posici¨®n antisistema muy poco apropiada para un partido que gobierna la naci¨®n y deber¨ªa aspirar a gobernar Andaluc¨ªa.
Con una peligrosa tendencia a coleccionar amistades peligrosas -que se ha visto refrendada en Estepona, en donde se apoyan en los gilistas que antes consideraban indeseables-, el PP se solidariz¨® con Beneroso y Benjumea, a pesar de las abundantes zonas de sombra existentes en sus gestiones, denunciadas en al menos media docena de informes del Banco de Espa?a. Este respaldo a los gestores de El Monte y San Fernando nombrados por el PSOE es muy parad¨®jico: el PP se ha terminado subrogando las responsabilidades pol¨ªticas en las que Beneroso y Benjumea pudieran haber incurrido; hasta el punto de que si ahora se descubrieran indicios de delito en sus gestiones la responsabilidad terminar¨ªa recayendo en el PP, que les apoy¨® al final, y no en el PSOE, que les nombr¨®.
Pero si la postura del PP ha sido err¨¢tica e irresponsable, la del PSOE ha sido terriblemente pusil¨¢nime. El proyecto de la caja ¨²nica era, sin duda, el m¨¢s ambicioso y productivo de los que Chaves ha podido esbozar en sus diez a?os de gobierno. Nada que ver con las impalpables llamadas a la segunda modernizaci¨®n o a la reforma del Estatuto.
Pero el principal enemigo de este proyecto no ha sido el PP, sino el propio PSOE. El PSOE -como el PP, como la patronal y como los sindicatos- ha mantenido, pr¨¢cticamente, en cada una de las provincias andaluzas una postura diferente. Todas las taifas -y especialmente las socialistas- se han levantado un¨¢nimes contra el proyecto de la caja ¨²nica. Es l¨®gico: cualquier intento de cohesi¨®n perjudica a los que quieren encastillarse en sus l¨ªmites provinciales.
De todo el proceso, lo m¨¢s ins¨®lito fue la disposici¨®n a negociar el cumplimiento de la ley que obliga a la renovaci¨®n de los ¨®rganos de las cajas antes de emprender un proceso de fusi¨®n. Hubo un momento en que la ¨²nica persona que defend¨ªa la obligaci¨®n de respetar la ley era la consejera de Econom¨ªa, que estuvo en un tris de abandonar el Gobierno.
En la tarea de negociar la aplicaci¨®n de la ley se aplicaron a fondo, cada uno por su lado, Jos¨¦ Caballos y Gaspar Zarr¨ªas, estos dos rasputines de Chaves que se han terminado convirtiendo en imprescindibles gracias a su dilatada experiencia en solucionar conflictos que ellos mismos han creado. Con el fin de debilitar a Magdalena ?lvarez -que es una de las pocas personas en el Gobierno andaluz que posee un curr¨ªculo adecuado a su cargo- val¨ªa todo: incluso cargarse el proyecto de caja ¨²nica.
Ya no est¨¢n en sus cargos Beneroso y Benjumea, pero sigue en pie su idea de anteponer la fusi¨®n de las cajas sevillanas a cualquier otro proceso. De alg¨²n modo, contin¨²an ganando batallas despu¨¦s de cesados.
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