Washington no logra encontrar a ninguno de sus enemigos afganos
Los principales l¨ªderes talibanes y de Al Qaeda burlan el cerco
Una y otra vez, George W. Bush ha insistido en que el objetivo final de la Operaci¨®n Libertad Duradera consist¨ªa en 'sentar ante la justicia' a Osama Bin Laden, a sus principales colaboradores en Al Qaeda y a los miembros del Gobierno talib¨¢n. A estas alturas, 100 d¨ªas despu¨¦s de los atentados del 11 de septiembre, con el r¨¦gimen talib¨¢n desaparecido y con la direcci¨®n de Al Qaeda en desbandada, los resultados son nulos. Todos han conseguido escapar.
Los bombardeos estadounidenses, buena parte de los cuales fueron lanzados contra los supuestos escondites de altos cargos, han resultado mucho m¨¢s letales para las tropas que para los jefes. Entre el total de v¨ªctimas mortales, a¨²n indeterminado, el talib¨¢n de mayor rango es el mul¨¢ Abdul Jalil, que ejerc¨ªa como viceministro de Asuntos Exteriores. Su jefe en el ministerio, Wakil Ahmed Mutawakil, est¨¢ vivo, pero se ignora si en Afganist¨¢n o Pakist¨¢n. El ministro de Defensa, Obaidull¨¢ Ajam, considerado uno de los talibanes m¨¢s pr¨®ximos a Bin Laden, se esfum¨® despu¨¦s de negociar la rendici¨®n de Kandahar y no ha vuelto a ser visto. Lo mismo ocurri¨® con Tayeb Agha, portavoz del l¨ªder supremo, el mul¨¢ Mohamed Omar: se le permiti¨® salir de Kandahar y se le perdi¨® el rastro. El propio Omar dej¨® Kandahar con una columna de hombres armados y se le supone oculto en los alrededores. Nadie le ha perseguido por el momento, pese a que los Estados Unidos ofrece por ¨¦l, vivo o muerto, una recompensa de 10 millones de d¨®lares, m¨¢s de 1.800 millones de pesetas.
Desaparecidos ilustres
Otro de los desaparecidos ilustres es Amir Jan Muttaqui, que fue ministro de Informaci¨®n y Cultura y posteriormente de Educaci¨®n, y asumi¨® las tareas m¨¢s represivas del r¨¦gimen. Ahmad Turabi y Noor Muhammad Saqib, dos de los miembros m¨¢s radicales del Consejo Supremo Talib¨¢n, lograron pasar la frontera y se instalaron en Pakist¨¢n, seg¨²n el diario The New York Times.
En cuanto a Al Qaeda, la situaci¨®n es similar. Osama Bin Laden, con un rostro celeb¨¦rrimo y un f¨ªsico inconfundible (1,95 metros de estatura), logr¨® desaparecer cuando los comandos especiales estadounidenses y las fuerzas tribales afganas cre¨ªan tenerle cercado en las monta?as de Tora Bora. El jefe del Pent¨¢gono, Donald Rumsfeld, resumi¨® la informaci¨®n fiable de que dispon¨ªa sobre su paradero con unas pocas palabras: 'O est¨¢ a¨²n all¨ª, o est¨¢ en otra parte; si no est¨¢ muerto, est¨¢ vivo'. La alt¨ªsima recompensa ofrecida en Washington por su captura o su muerte, de 25 millones de d¨®lares (unos 4.500 millones de pesetas), no ha servido a¨²n para dar con ¨¦l.
El ¨²nico alto dirigente de Al Qaeda que result¨® muerto por un bombardeo fue Muhamad Atef, considerado el jefe de operaciones militares de la organizaci¨®n. El principal ide¨®logo, Ayman al-Zawahiri, fundador de la Yihad Isl¨¢mica y mano derecha de Bin Laden, no ha sido encontrado, aunque se cree que su familia muri¨® bajo las bombas estadounidenses. No hay ninguna pista sobre la situaci¨®n de Abu Zubaydah, otro colaborador directo de Bin Laden.
Uno de los detenidos m¨¢s relevantes era el mul¨¢ Qari Akka, asesor del Movimiento Isl¨¢mico de Uzbekist¨¢n, m¨¢ximo juez del tribunal civil de Kunduz y director de un centro de reclutamiento y formaci¨®n de voluntarios para las milicias talibanes. Pero ha desaparecido tambi¨¦n. Atendiendo a su prestigio local, los generales de la Alianza del Norte le confinaron en su propio domicilio y colocaron dos soldados en la puerta. Escap¨® el domingo.
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