Mundos intrincados y plurales
Vivimos inmersos en una gran revoluci¨®n tecnocient¨ªfica, una revoluci¨®n que tiene como protagonistas a la biomedicina, en general, y, m¨¢s concretamente, a la biolog¨ªa molecular, un t¨¦rmino ¨¦ste no completamente preciso, pero que sirve para entenderse en primera instancia. Los resultados, programas de investigaci¨®n y, sobre todo, promesas de un futuro biol¨®gico radicalmente diferente -tanto desde el punto de vista cognitivo como desde el de las aplicaciones- del que ha acompa?ado hasta el momento a nuestra especie son noticia constante en los medios de comunicaci¨®n. Y no s¨®lo noticia, son, asimismo, cuesti¨®n de Estado y centro de atenci¨®n preferente del mercado de valores.
En la medida en que se trata de nuestras vidas y cuerpos -y tambi¨¦n de los alimentos que consumimos-, de las enfermedades que nos afectan o pueden afectar, de los males que podemos transmitir a nuestros hijos. ?qui¨¦n no se sentir¨¢ atra¨ªdo por saber de semejante mundo tecnocient¨ªfico? Y el mundo editorial, alerta al movimiento de una pluma, ha tomado nota de este fen¨®meno, ayudado en ello por la creciente disponibilidad de los cient¨ªficos. Los libros a los que est¨¢ dedicada la presente rese?a son buena prueba de lo que estoy diciendo.
El sue?o del genoma humano y otras ilusiones
Richard Lewontin. Traducci¨®n de Ram¨®n Ibero Iglesias. Revisi¨®n t¨¦cnica de Cristina Junyent. Paid¨®s. Barcelona, 2001. 286 p¨¢ginas. 2.800 pesetas.
La conquista del genoma humano
Kevin Davies. Traducci¨®n de Gen¨ªs S¨¢nchez Barber¨¢n. Paid¨®s. Barcelona, 2001. 355 p¨¢ginas. 3.900 pesetas.
La revoluci¨®n biol¨®gico-mo-
lecular en la que nos encontramos inmersos se nutre de m¨²ltiples fuentes, cient¨ªficas y tecnol¨®gicas, pero una de ellas ha atra¨ªdo particularmente la atenci¨®n, m¨¢s a¨²n habida cuenta de lo profundamente que est¨¢n enquistados en nuestras mentes los programas explicativos basados en puntos de vista reduccionistas: el proyecto de determinar la estructura del genoma humano, el conjunto de instrucciones que regulan la construcci¨®n y funcionamiento de un humano, un proyecto internacional, liderado por Estados Unidos, propuesto en 1984 y fundado en 1988. Hoy se sabe que el Proyecto (p¨²blico) Genoma Humano termin¨® en una colaboraci¨®n, con una empresa privada, Celera Genomics, y que ambas organizaciones realizaron un primer anuncio conjunto el 26 de junio de 2000, manifestando que hab¨ªan completado la secuenciaci¨®n del genoma humano. Pues bien, a explicar los or¨ªgenes, desarrollo e implicaciones de los esfuerzos por secuenciar el genoma humano, prestando especial atenci¨®n al papel que en ¨¦l desempe?aron figuras como Venter, Sanger, Francis Collins o Watson, est¨¢ dedicado La conquista del genoma humano. No es la primera obra dedicada a este tema, pero s¨ª posee el doble atractivo de por un lado ser una de las ¨²ltimas dedicada a explorar un territorio donde los cambios son continuos, y, por otro, la de tener como autor a una persona bien situada para ofrecer una reconstrucci¨®n de primera mano: Kevin Davies, director y fundador de la revista Nature Genetics. Tal vez por lo necesario que es para ¨¦l comunicarse con sus lectores, adem¨¢s de estar permanentemente informado de los ¨²ltimos avances gen¨¦tico-moleculares, ha escrito uno de los textos m¨¢s completos e informativos de este plural dominio cient¨ªfico.
Los ¨¦xitos cient¨ªficos de la biolog¨ªa molecular son tantos, sus promesas tan numerosas y plausibles, que la impresi¨®n de que ning¨²n problema escapa al poder de los bi¨®logos se extiende de forma aparentemente imparable. De hecho, una parte importante de esa abundante literatura a la que hac¨ªa referencia se centra m¨¢s en los logros que en las dificultades, confirmadas o posibles. No es ¨¦ste el caso con los libros de Richard Lewontin, Bertrand Jordan, Mae-Wan Ho e Ingeborg Boyens, que completan la presente rese?a.
El de Lewontin, un conocido profesor de Harvard, re¨²ne una serie de cr¨ªticas de libros que public¨® inicialmente en The New York Review, a las que ha a?adido unos ep¨ªlogos actualiz¨¢ndolas. A trav¨¦s de esas rese?as, pasa revista a algunos de los grandes temas y mitos de la biolog¨ªa, como el del que el conocimiento completo del organismo est¨¢ a la vuelta de la esquina, una afirmaci¨®n que, se?ala, s¨®lo se puede mantener si se soslaya el problema mente-cuerpo. Entre las lecciones que se extraen de la lectura de este libro hay una especialmente importante: 'La distinci¨®n entre saber de qu¨¦ est¨¢n hechas las cosas y saber c¨®mo se crean o manipulan impregna la ciencia y es todav¨ªa una fuente de confusi¨®n para los bi¨®logos reduccionistas'.
M¨¢s concreto y limitado, pero no menos importante es el ¨¢mbito de las cuestiones a las que se dirige el inmun¨®logo franc¨¦s Bertrand Jordan en Los impostores de la gen¨¦tica. B¨¢sicamente, el problema que debate en ¨¦l es otra de las caras del reduccionismo, el de si todas las facetas de los individuos est¨¢n determinadas por su patrimonio gen¨¦tico: si hay genes para todos -o casi- de los rasgos de nuestras personalidades y f¨ªsicos. Jordan somete a una informada cr¨ªtica a algunas de las pretensiones m¨¢s llamativas de los ¨²ltimos a?os (como la de que existe un gen de la homosexualidad o uno para la psicosis maniaco-depresiva), tratando de desentra?ar el conglomerado de cuestiones que subyacen detr¨¢s de ellas.
Aunque no ignoran las, por
otra parte evidentes, implicaciones socio-econ¨®micas de la tecnociencia biol¨®gico-molecular, los discursos de Davies, Lewontin y Jordan son -o aparentan ser- m¨¢s coherentes con la tradici¨®n profesional can¨®nica que 'sensibles o comprometidos ideol¨®gicamente'. Muy diferente es el caso de los libros de Mae-Wan Ho, profesora de biolog¨ªa en la Open University brit¨¢nica, y de la periodista canadiense Ingeborg Boyens. Desde pr¨¢cticamente la primera l¨ªnea de sus libros se hace evidente la hostilidad de ambas a las posibilidades que, v¨ªa la ingenier¨ªa gen¨¦tica y biotecnolog¨ªa, abre la biolog¨ªa molecular. 'La ciencia reduccionista', escribe Ho, 'es cosa del pasado. Rechacemos la mala ciencia que sirvi¨® para explotar, oprimir, confundir y destruir la Tierra y a sus habitantes. Optemos por un futuro gozoso y sustentable... m¨¢s all¨¢ de la ingenier¨ªa gen¨¦tica', mientras que Boyens, que centra su an¨¢lisis sobre todo en la aplicaci¨®n de la biotecnolog¨ªa a la alimentaci¨®n, relacion¨¢ndola con fen¨®menos recientes como el mal de las vacas locas, se refiere a la biotecnolog¨ªa como 'un tren de alta velocidad que avanza por v¨ªas que conducen a un pretendido progreso', pero cuyo 'descarrilamiento parece inevitable'.
Evidentemente, he comenzado por mencionar estas caracter¨ªsticas de los libros de Ho y Boyens porque creo que su hostilidad -que no es ajena, sobre todo en el caso de la autora canadiense, a la a?oranza por un mundo en el que, escribe Boyens, 'cada una de las vacas ten¨ªa su nombre propio y los cerdos se revolcaban en el barro'- es mala compa?era para un an¨¢lisis sereno y riguroso. Pero no deber¨ªamos caer en el error de descalificar por ello sus libros, en los que se explican y destacan con competencia peligros que pueden provocar los nuevos conocimientos biotecnol¨®gicos, prestando especial atenci¨®n en desvelar los intereses de industrias y cient¨ªficos directamente implicados en el campo, m¨¢s preocupados por sus propios intereses inmediatos que por pensar en t¨¦rminos m¨¢s amplios acerca de las repercusiones que pueden provocar las aplicaciones que promueven, intereses que tambi¨¦n afectan a las manifestaciones que realizan sobre lo que est¨¢ o no 'cient¨ªficamente demostrado'. Se trata, en suma, de dos obras necesarias, por mucho que las aproximaciones de sus autores puedan ser criticadas.
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