Un centenario interminable
Para empezar, ni siquiera sabemos si este libro es exactamente una obra de Ram¨®n J. Sender, cuyo primer centenario se est¨¢ clausurando estos mismos d¨ªas, tras una serie de buenas actividades que han recordado su memoria aunque sin demasiado impacto en el mercado y desde luego sin que se hayan cumplido del todo las promesas despertadas, todo hay que decirlo. En su Huesca natal tuvo lugar un multitudinario congreso en su memoria el pasado mes de abril (Sender naci¨® el 3 de febrero de 1901) organizado por el Instituto de Estudios Altoaragoneses (que incluye en su seno un inalcanzable 'proyecto Sender'), donde se han integrado una serie de publicaciones, actividades y exposiciones de todo tipo, mientras que en otras muchas revistas y lugares de nuestra geograf¨ªa se han multiplicado los art¨ªculos y recuerdos en su recuerdo, pero no ha habido una conmemoraci¨®n estatal ni nacional, y ni siquiera nos ha llegado su biograf¨ªa definitiva, tantas veces prometida. Por su parte ha habido m¨¢s publicaciones senderianas en Arag¨®n y otros lugares, y hasta alg¨²n que otro rescate puntual, mientras la ¨²nica editorial de ¨¢mbito nacional que posee todav¨ªa los derechos de muchos de sus libros, Ediciones Destino, ha publicado a lo largo del a?o cuatro recuperaciones de algunas de sus mejores novelas, como las nueve partes de su autobiogr¨¢fica Cr¨®nica del alba -con una magistral introducci¨®n de Jos¨¦ Carlos Mainer-, su m¨¢s c¨¦lebre novela corta R¨¦quiem por un campesino espa?ol, El bandido adolescente y, ahora mismo, otra de sus obras maestras, El verdugo afable, cuya presentaci¨®n ha corrido precisamente a mi cargo.
TENSOR
Ram¨®n J. Sender Introducciones de J. D. Due?as Lorente y M. J. Schneider Instituto de Estudios Altoaragoneses. Huesca, 2001 XL + 248 p¨¢ginas. 3.300 pesetas
(Un breve par¨¦ntesis: dentro de la esencial 'desigualdad' que todos los libros de Sender comportan -hasta en los mejores- su inter¨¦s en general es evidente -hasta en los peores- y en este sentido esta novela de El verdugo afable roza la cumbre de sus (im/per)fecciones. Ricardo Senabre la denomin¨® como una 'novela resumen' cuando apareci¨® entre nosotros en 1980, tras sus dos primeras ediciones de 1952 (chilena) y 1970 (mexicana, corregida seg¨²n revisi¨®n de una versi¨®n inglesa). Este extenso relato realista, on¨ªrico, aleg¨®rico, simb¨®lico, falsamente autobiogr¨¢fico, adem¨¢s de integrar fragmentos de numerosas obras anteriores (una ajena e 'intertextual', la Vida de Pedro Saputo, y otras propias o 'intratextuales' como de La noche de las cien cabezas, Viaje a la aldea del crimen y esa peque?a joya que es El vado) sigue imaginativamente en episodios desordenados algunas transposiciones de su propia vida hasta la guerra civil, como luego lo har¨¢ de manera m¨¢s ordenada en la serie Cr¨®nica del alba; aunque luego Sender vivir¨ªa treinta a?os m¨¢s y publicar¨ªa otros cuarenta libros m¨¢s, con lo que al final ya no es una novela-resumen, sino una novela-muestrario del primer tercio de su vida profesional, lo que supone algo m¨¢s que aquellos primeros res¨²menes).
Pues bien, vuelvo a Tensor
que es la edici¨®n facs¨ªmil de los tres n¨²meros dobles de la revista del mismo nombre que Ram¨®n J. Sender public¨® los meses de agosto, septiembre y octubre de 1935, a finales del 'bienio negro' republicano y a menos de un a?o del estallido de la guerra civil. La revista, siempre con el debido 'visado por la censura', no llevaba nombre de director, aunque se domiciliaba en la misma casa de Sender y en la de su impresor y se presentaba como una obra colectiva de un grupo de 57 autores con sus nombres propios presentados en bloque, casi todos ellos miembros entonces del partido comunista, 'compa?eros de viaje' o simpatizantes del mismo y algunos de ellos tan relevantes como Alberti, Altolaguirre, Arconada, Arder¨ªus, Corpus Barga, Bu?uel, Cernuda, Carranque de R¨ªos, Antonio Espina, C¨¦sar Falc¨®n, Eduardo Haro (?padre?), Mar¨ªa Teresa Le¨®n, Ildefonso Manuel Gil, Emilio Prados, Jos¨¦ Renau, Antonio Robles, Ram¨®n J. Sender y Arturo Serrano Plaja, entre otros. Era una revista 'colectiva' de 'informaci¨®n literaria y orientaci¨®n' directamente inspirada por el partido comunista, como se reconoci¨® despu¨¦s. Por su parte, despu¨¦s de su inicial militantismo en las filas anarquistas, Sender, 'desmoralizado' por su ineficacia se hab¨ªa acercado a los comunistas a partir de 1932, viaj¨® a la Uni¨®n Sovi¨¦tica, asisti¨® all¨ª al I Congreso de Escritores Sovi¨¦ticos y en Par¨ªs al I Congreso de Escritores para la Defensa de la Cultura, actividades todas ellas inspiradas por el partido comunista de la URSS. De all¨ª naci¨® Tensor que, seg¨²n los principios algo vanguardistas entonces de los comunistas m¨¢s avanzados, se presentaba como una obra colectiva, donde se pretend¨ªa suprimir la individualidad de los creadores (seg¨²n las teor¨ªas expuestas por Plej¨¢nov en El arte y la vida social), para instaurar una cultura popular y un arte 'del pueblo y para el pueblo', lo que culminar¨ªa en el tercer volumen doble con la publicaci¨®n de una novela de m¨¢s de cien p¨¢ginas que llenaba toda la entrega de la revista, escrita de manera colectiva y an¨®nima a la vez, titulada Un d¨ªa de la vida espa?ola, que es el m¨¢ximo ejemplo que ha existido en nuestra literatura de una obra de este tipo, sin duda experimental para su tiempo, lo que desde luego la singulariza por completo y justifica plenamente su rescate, propiciado por el buen trabajo del profesor Jos¨¦ Domingo Due?as Lorente, coordinador e incansable animador del 'proyecto Sender' dentro del Instituto de Estudios Altoaragoneses, y autor sobre todo del espl¨¦ndido estudio Ram¨®n J. Sender. Periodismo y compromiso (1924-1939) (Huesca, 1994).
Ya en los medios de semivanguardia franceses y espa?oles se hab¨ªa puesto algo de moda este tipo de novelas, escritas por varios autores, de las que la primera m¨¢s c¨¦lebre fue la emprendida por Sinesio Delgado Las v¨ªrgenes locas escrita por 12 autores distintos (entre otros Clar¨ªn) o la m¨¢s vanguardista Las siete virtudes, impulsada por Benjam¨ªn Jarn¨¦s, con seis compa?eros (entre ellos alguno af¨ªn a los comunistas). En fin, lo que hicieron algunos intelectuales comunistas de una ¨¦poca que se iba radicalizando cada vez m¨¢s fue llevar el sistema al extremo, declarando la obra totalmente colectiva hasta el punto de no tan s¨®lo no distinguir entre sus autores, sino de no declarar a quien pertenec¨ªa cada uno de los textos. S¨®lo dieron una pista, pues, al tratarse de 24 horas de un d¨ªa de la vida espa?ola, un d¨ªa cualquiera, el 27 de septiembre de 1935, donde no hab¨ªa pasado nada excepcional, salvo las habituales injusticias, absurdos, crueldades y explotaciones de la vida cotidiana, as¨ª como de sus aspectos m¨¢s rid¨ªculos y sat¨ªricos tambi¨¦n, todo ello -aqu¨ª creo ver detr¨¢s la mano de Sender al ser el m¨¢s introducido en los medios period¨ªsticos- entrelazado por titulares y noticias de prensa sin parar, lo que tambi¨¦n le acercaba a otras obras individuales de la ¨¦poca, como la trilog¨ªa U.S.A., de John Dos Passos.
Por lo dem¨¢s, eran tiempos
movedizos, luego hubo sus trasvases y cambios de postura, como la de Andr¨¦ Gide -elogiado en el primer volumen de Tensor, pues entonces era un buen compa?ero de viaje- o la del posteriormente expulsado Paul Nizan, con el recuerdo a la muerte de Henri Barbusse, a la de Bartolom¨¦ Jos¨¦ Coss¨ªo, o las colaboraciones de C¨¦sar Falc¨®n, mientras que la pelea de Sender con los comunistas no llegar¨ªa hasta la guerra civil -donde los franquistas empezaron por asesinar a su hermano en Huesca y a su primera mujer en Zamora- durante la cual se enfrent¨® a Enrique L¨ªster en el frente, se pas¨® a los servicios de propaganda y termin¨® escapando con sus dos hijos a Estados Unidos. Aunque anticomunista ya desde entonces, intent¨® vivir en M¨¦xico, se refugi¨® despu¨¦s en el vecino del norte, y all¨ª vivi¨® en medio de sus viajes, clases y peregrinaciones, escribiendo sin parar y como un enjaulado le¨®n en celo, m¨¢s 'domesticado' -aunque nunca por completo- y sin poder volver del todo a un pa¨ªs que pareci¨® primero querer acogerle pero que lleg¨® tarde para ello. Esta etapa de Tensor no deb¨ªa serle muy de su agrado al final de su vida, pues hizo pocas referencias a ella en su obra (en Album de radiograf¨ªas secretas, de 1982), pero aqu¨ª nos dej¨® un retrato de aquella etapa de su vida y su pa¨ªs, y nos deja pendiente el enigma de resolver qui¨¦nes fueron los verdaderos autores de cada uno de estos ca¨®ticos textos que se siguen moviendo entre la memoria y la historia -no otra cosa es la literatura- como un caleidoscopio, para seguir as¨ª con este centenario interminable.
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