Limpieza
En Madrid hay mal rollo entre los funcionarios municipales. Aquellos tiempos en que un guardia urbano hac¨ªa la vista gorda con los conductores que acreditaban su condici¨®n de empleados del Ayuntamiento han pasado a la historia. As¨ª parece, al menos a la vista del aluvi¨®n de sanciones que le est¨¢n cayendo a los empleados de la limpieza por llevar encendida la lucecita de las m¨¢quinas barredoras. Algunos polic¨ªas municipales, seg¨²n nos cuentan, est¨¢n poniendo multas de 50.000 pesetas por utilizar las se?ales luminosas de forma permanente en lugar de hacerlo s¨®lo cuando est¨¢n trabajando.
Esto de abusar de las se?ales tengo la impresi¨®n de que no es ni mucho menos exclusivo de los que limpian las calles. Estoy convencido de que los conductores de ambulancias y patrullas policiales enchufan con frecuencia la sirena sin que la causa lo justifique. S¨®lo as¨ª puede explicarse el concierto que nos brindan cada d¨ªa los veh¨ªculos de emergencia hasta el punto de transmitirnos la sensaci¨®n de vivir en una ciudad en permanente cat¨¢strofe. Hay ciudadanos que piensan, incluso, que algunos ponen sistem¨¢ticamente la sirena para librarse del atasco o cuando llega la hora del bocadillo. Lo que est¨¢ claro es que nadie les va a dar el alto para comprobarlo. Por fortuna, y a diferencia de otros servicios, el de la limpieza no utiliza se?ales sonoras y el ¨²nico perjuicio que provoca es el atraer en exceso la curiosidad de los conductores que suelen frenar para ver lo que pasa. De todas formas, es evidente que el uso o abuso de esas se?ales por parte de la flota municipal de limpieza est¨¢ lejos de provocar alarma social y de importarle un pimiento a la inmensa mayor¨ªa de los madrile?os.
S¨ª es cierto, en cambio, que resulta contradictorio el que, por un lado, los polic¨ªas municipales les est¨¦n breando a multas y, por otro, el concejal Alberto L¨®pez Viejo sostenga la orden de mantener encendidos los luminosos en todo momento. Es pura teor¨ªa, haci¨¦ndolo as¨ª contravienen la Ley de Seguridad Vial, seg¨²n la cual s¨®lo debe usarse la luz cuando se est¨¢ faenando. Lopez Viejo, sin embargo, argumenta que de esa forma se ven mejor los veh¨ªculos y hay menos posibilidades de accidentes. Una explicaci¨®n que no terminan de creerse los sindicatos. Ellos piensan que el concejal les hace llevar los distintivos encendidos para que vean que se trabaja y as¨ª darse bombo. Y es posible que no les falte algo de raz¨®n, porque Alberto L¨®pez Viejo le da mucha importancia a la imagen. Sin embargo, en el asunto de la limpieza, no me parece mal que trate de sacarle la mayor proyecci¨®n p¨²blica a lo que hace. Es justo reconocer que su concejal¨ªa est¨¢ realizando un enorme esfuerzo por mantener aseada la ciudad. De la mano de L¨®pez Viejo se ha modernizado el servicio con m¨¢quinas y elementos m¨¢s eficaces que empiezan a cosechar algunos resultados notables. De un tiempo a esta parte estamos viendo operar en las calles de Madrid una nueva unidad que ha copiado de experiencias extranjeras. El llamado Selur, servicio de limpieza urgente, se ocupa ahora de atender esas incidencias o situaciones puntuales que antes tardaban horas en resolverse. Lo cierto es que el invento funciona. El responsable de que la ciudad est¨¦ sucia no es s¨®lo el Ayuntamiento; hemos de reconocer que el motivo principal es que hay mucho guarro suelto y que no existe la menor conciencia ciudadana al respecto. Lo f¨¢cil es echarle la culpa al pol¨ªtico de turno, cuando lo que hay que hacer es tratar con un poco de cari?o a la ciudad, utilizar las papeleras y poner colorado a cualquiera que tire un envoltorio o una colilla.
Es un problema de todos y todos deber¨ªamos contribuir a conjurar la penosa imagen que tiene la ciudad. A pesar de ello, todos los concejales de limpieza que lo han sido en Madrid sintieron la soledad del corredor de fondo incluso dentro del propio equipo municipal. Pol¨ªticamente, esa concejal¨ªa siempre ha estado considerada como un marr¨®n y Alberto L¨®pez Viejo pretende darle la vuelta. Por eso enciende lo m¨¢s posible las luces de sus m¨¢quinas, pretende que se vean y sepan, adem¨¢s, que hay mucha gente trabajando para limpiar, invirtiendo para ello cantidades ingentes de recursos que salen del bolsillo de los madrile?os. No conviene abroncar al se?or L¨®pez Viejo por exceso de celo. Si pretende brillar en pol¨ªtica sacando brillo a la ciudad, bienvenida sea su ambici¨®n.
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