Ciudadanos y pol¨ªticos
Este no es un art¨ªculo sobre lo de Harry Potter, no pateixin. De hecho, podr¨ªa ser tambi¨¦n un art¨ªculo sobre las nevadas, cambiando el contexto, pero no el tema de fondo. Es un art¨ªculo colateral, a partir de algunas frases que han aparecido en el an¨¢lisis de la campa?a ciudadana por el doblaje de Harry Potter al catal¨¢n. Concretamente un par de frases: los ciudadanos han sacado a los pol¨ªticos las casta?as del fuego y los ciudadanos han tenido que hacer de pol¨ªticos para conseguir el compromiso de doblaje futuro. Por tanto, m¨¢s que hablar de Harry Potter o de la gesti¨®n de las nevadas, de lo que querr¨ªa hablar es de los oficios de pol¨ªtico y de ciudadano y de sus l¨ªmites.
Centr¨¢ndolo, casi como met¨¢fora, en el caso de Harry Potter, creo que los ciudadanos no han hecho de pol¨ªticos. Han hecho de ciudadanos. Pensar que manifestar las propias opiniones a favor del doblaje o presionar a las majors es hacer de pol¨ªtico es considerar que la lengua, el doblaje, el pa¨ªs, la cultura, son incumbencia de los poderes p¨²blicos, no de los ciudadanos. Que Catalu?a es de la Generalitat. Hace ya bastante tiempo, un importante creador comentaba a un cargo institucional catal¨¢n que merec¨ªa una subvenci¨®n de la Generalitat porque llevaba por el mundo el nombre de Catalu?a. Como si el nombre de Catalu?a fuese una marca registrada de la Generalitat, como si ¨¦l mismo como ciudadano no tuviese t¨ªtulos de propiedad -y por tanto tambi¨¦n de responsabilidad- respecto a Catalu?a. La Generalitat es un instrumento m¨¢s, muy importante, decisivo, en manos de los ciudadanos, pero no es la sustituci¨®n de los ciudadanos. Solucionar un problema, en la medida de las propias posibilidades, no es sacarle las casta?as del fuego a nadie, es sacarse las propias casta?as del fuego.
Los grandes objetivos colectivos no son s¨®lo de los pol¨ªticos, sino tambi¨¦n de los ciudadanos
Estoy convencido de que en este caso concreto el protagonismo de los ciudadanos ha sido enorme, casi total, y absolutamente necesario. Perfecto. No es, en este caso, ni una cr¨ªtica ni un aplauso a la Generalitat. Sobre todo en este caso, el del doblaje del catal¨¢n, en el que los representantes de las majors en Espa?a hab¨ªan hecho llegar en algunos casos a sus centrales norteamericanas la idea de que esto del doblaje era una d¨¨ria pol¨ªtica del Gobierno de Catalu?a, que a los ciudadanos no les daba ni fr¨ªo ni calor, que era una monoman¨ªa institucional. La acci¨®n de los ciudadanos ha conseguido lo que no podr¨ªa haberse logrado de otro modo, con la alianza milagrosa de Internet.
Pero el tema no es Harry Potter. Y el tema no son solamente Catalu?a o el catal¨¢n. Creo que hay una cuesti¨®n de fondo, que va m¨¢s all¨¢, y es la distinci¨®n entre el oficio de pol¨ªtico y el oficio de ciudadano. Aqu¨ª es donde entrar¨ªa una de las posibles reflexiones despu¨¦s de las nevadas. Hemos montado un sistema en el que parece que los grandes objetivos colectivos forman parte del oficio del pol¨ªtico. S¨®lo ¨¦l debe trabajar en aquello que tradicionalmente denomin¨¢bamos bien com¨²n. Es su responsabilidad profesional, mientras que la profesi¨®n de ciudadano obliga solamente a ir a la suya y permite perfectamente despreocuparse de lo colectivo. Cada uno mira por sus intereses. S¨®lo los pol¨ªticos tienen la obligaci¨®n profesional de mirar por los intereses de todos. Si nos centramos en las nevadas, un debate es si los pol¨ªticos, los poderes p¨²blicos, las administraciones, han hecho bien o mal su trabajo. Es probable que no lo hayan hecho bien. Pero otro debate es si hay un trabajo tambi¨¦n para los ciudadanos.
No estoy acusando a los ciudadanos de encerrarse solos en el caparaz¨®n de los intereses individuales, del individualismo en suma. Tampoco me parecer¨ªa l¨®gico acusar en exclusiva a los pol¨ªticos de haberse apropiado del bien com¨²n, de no dejar a los ciudadanos que metan sus manos en lo colectivo y acordarse de la Santa B¨¢rbara popular s¨®lo cuando truena.
Ya que estamos en un terreno cinematogr¨¢fico, dir¨ªa que aqu¨ª ha habido una coproducci¨®n entre ciudadanos dimisionarios y pol¨ªticos monopolistas, que, evidentemente, no afecta s¨®lo a Catalu?a. Los poderes p¨²blicos han arramblado con toda la capacidad de decisi¨®n posible, ofreci¨¦ndonos a cambio a los ciudadanos el para¨ªso tranquilo de la irresponsabilidad. No hag¨¢is nada, dej¨¢dnoslo hacer todo a nostros, y a cambio no ser¨¦is responsables de nada. Y muchos ciudadanos han comprado. ?Divisi¨®n del trabajo? Podr¨ªa serlo, si funcionase. Pero no funciona. Ni los poderes p¨²blicos pueden arreglarlo todo, aunque nos digan que s¨ª, ni los ciudadanos podemos amputar una cierta responsabilidad en el bien com¨²n de nuestro oficio de ciudadanos. Antes le llamaban civismo o participaci¨®n. Malo si ahora le llamamos 'sacar las casta?as del fuego'.
Vicen? Villatoro es escritor y diputado por CiU.
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