Aznar¨ªn recapacita
Sobre el paisaje nevado de la noble Castilla, el Pr¨ªncipe derram¨® su m¨ªstica mirada. No bien acababa de salir del aposento el ec¨®nomo de Valladolid, reculando y sin dejar de hacerle reverencias, alz¨®se ?l de su mortificado sill¨®n frailuno para ir a extasiarse, cabe el ventanal, con las blancas cumbres lejanas. Suspir¨®. Por un momento se le vinieron a las mientes los versos del poeta, '?Eres t¨², Guadarrama, viejo amigo...?', mas no acert¨® con lo que segu¨ªa. Tentado estuvo de llamar a su vate predilecto, el ¨ªnclito Lu¨ªs Alberto, para que le solazara con aqu¨¦stos y aun otros endecas¨ªlabos de la egregia estirpe castellana. Mas resolvi¨® dejarlo para las tertulias del parnasillo monclovita. Urgido por los asuntos de Estado, suspir¨® otra vez. Torn¨® a la mesa y de un campanillazo permiti¨® la entrada de su fiel escudero, Aren¨ªn nombrado y renombrado. Cumplidos los decires navide?os, el del Triste Bigote fue derecho al meollo.
-He le¨ªdo detenida, qu¨¦ digo, pacientemente, tu menuda relaci¨®n de lo acaecido este a?o en los territorios de la chusma andalus¨ª.
-Siento, mi se?or, que no pueda sernos m¨¢s favorable.
-Calla, calla, no te precipites. ?Querr¨¢s creer que he tenido como un p¨¢lpito y meditando estuve la conveniencia de cambiar nuestro rumbo en esas tierras de infieles?
-Sabia ser¨¢ cualquier decisi¨®n vuestra.
-Calla, no interrumpas el atormentado hilo de mis pensamientos. F¨ªjate que estaba yo mirando al infinito por esos ventanales, cuando quiso venirme a la memoria un poema del poeta de Castilla, si bien nacido en Al-?ndalus, y me dije digo: Tate, Aznar¨ªn, que esto quiere decir algo. Y as¨ª, como de pronto, he resuelto mudar nuestra actuaci¨®n en los dominios de Chavel¨®n el Malo. No hemos de sofrenar por m¨¢s tiempo, f¨ªjate bien, el desenvolvimiento material de esas pobres v¨ªctimas, que no saben lo que votan, sino que vean y les entre por todos cinco sentidos c¨®mo de nuestra magnanimidad se desprenden mercedes y gracias a millares. As¨ª obras p¨²blicas, injustamente retrasadas, como ense?as de un nuevo sentir, mismamente hacia nuestros propios alcaides. Verbigracia, al de Onuba dir¨¢sle que se deje de memeces balomp¨¦dicas y se disponga a bien sufrir en justicia por sus muchos pecados. Al de Ja¨¦n, que preste confortable acogida a los braceros magreb¨ªes que tan gentilmente nos manda mi amigo Mohamed VI; al de M¨¢laga, que no acumule m¨¢s d¨¦bitos, pardiez, que ya sobrepasan los 35 mil millones de maraved¨ªes. Y a nuestra bienamada Teofinda de Gades, otros¨ª respecto de sus enrevesadas cuentas ... ?Pero qu¨¦ haces?
-Tomo buena nota, mi se?or.
-Deja, hombre, que todo te lo tengo aqu¨ª bien anotado. -De una rec¨®ndita gaveta extrajo el Pr¨ªncipe un sobre con cinco lacres. Parsimonioso, tendi¨®selo a Aren¨ªn, que lo tom¨®, reverencial.- Mas como son d¨ªas de merecido descanso, te ordeno que no lo abras hasta el viernes.
H¨ªzolo as¨ª el obediente escudero, no sin padecer grandes tormentos por la espera. Apenas amanec¨ªa el d¨ªa se?alado, con mano tr¨¦mula rompi¨® los sellos reales. Del interior, empero, s¨®lo extrajo un breve pergamino, que en letras gordas dec¨ªa: '28 de Diciembre, inocent¨®n'.
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