Pol¨ªtica y sentimiento
'Somos ind¨ªgenas, negros, europeos, pero, sobre todo, mestizos; somos griegos e ¨ªberos, romanos y jud¨ªos, ¨¢rabes, cristianos y gitanos. Es decir: Espa?a y el Nuevo Mundo son centros donde m¨²ltiples culturas se encuentran, centros de incorporaci¨®n y no de exclusi¨®n. Cuando excluimos, nos traicionamos y empobrecemos; cuando incluimos, nos enriquecemos y nos encontramos a nosotros mismos'. Pocas personas han expresado con mayor belleza, precisi¨®n y generosidad ese especial v¨ªnculo que existe entre Espa?a y Am¨¦rica Latina como lo hizo Carlos Fuentes en su libro El espejo enterrado. Describe la complejidad y diversidad de nuestra historia com¨²n, pero, sobre todo, apuesta por un futuro compartido, el ¨²nico futuro posible para este mundo crecientemente interrelacionado.
En estos d¨ªas en que nos hemos visto sacudidos por la crisis de Argentina vuelvo, de nuevo, mi mirada al continente latinoamericano. Vuelvo a recordar a una tierra llena de vida, de fuerza, de riqueza y pasi¨®n. Miro a su gente, cargada de ilusiones y promesas para el futuro, y no puedo menos que rebelarme contra lo que parece ser la fatalidad del destino. ?Qu¨¦ pasa con Argentina? ?D¨®nde est¨¢ escrito que no hay soluci¨®n? Estamos hablando de un pa¨ªs que lo tiene todo para ser un gran pa¨ªs y que, sin embargo, parece que todo se le pone en contra, que por muchas y dif¨ªciles decisiones que se tomen, no se acaba de acertar. Argentina ha pasado por momentos muy duros en los ¨²ltimos meses, pero sabemos que puede salir adelante. Parece claro hoy, tras la elecci¨®n del nuevo presidente, que lo m¨¢s urgente es la reconstrucci¨®n de la unidad nacional, ya que s¨®lo medidas respaldadas por todas las fuerzas pol¨ªticas pueden ser efectivamente adoptadas. Y parece igualmente claro que los argentinos volver¨¢n a recuperar la confianza en la clase pol¨ªtica cuando vean a ¨¦sta alejada de las luchas por el poder. Pero Argentina necesita tambi¨¦n el apoyo de la comunidad internacional y, en particular, de Espa?a. Hace unas semanas volv¨ªa de Am¨¦rica Latina -continente al que s¨¦ que pertenezco y en el que siento que nada de lo que all¨ª ocurra nos puede ser ajeno- y recordaba esa mezcla de emoci¨®n y sorpresa que todav¨ªa hoy me produce saber que existe una tierra que nos reconoce y acoge. Quisiera recordar algo que con frecuencia olvidamos: que compartimos valores y principios y que, posiblemente, no existan dos lugares en el mundo entre los que se pueda establecer un mayor grado de afinidad y complicidad. La paradoja de la situaci¨®n actual es que Espa?a necesita a Am¨¦rica Latina tanto como Am¨¦rica Latina necesita a Espa?a, aunque no siempre seamos conscientes de ello. Para nuestro pa¨ªs, la relaci¨®n con Am¨¦rica Latina es una prioridad. All¨ª tiene Espa?a una parte de su alma e, incluso, de su peso como pa¨ªs. All¨ª est¨¢ en juego una parte de su identidad, de su cultura y de su influencia en Europa y en el resto del mundo.
Desde hace m¨¢s de veinte a?os hemos puesto en marcha instrumentos para reforzar nuestro v¨ªnculo trasatl¨¢ntico. Las Cumbres Iberoamericanas se crearon para institucionalizar una nueva relaci¨®n, para acercar realidades, para armonizar posiciones y consolidar un di¨¢logo pol¨ªtico marcado por la simetr¨ªa y el respeto mutuos. En sus comienzos, las Cumbres cumplieron sus objetivos (aunque nunca nos dejaran completamente satisfechos), pero lo cierto es que a lo largo del tiempo se han ido vaciando de contenido. Estos encuentros -al m¨¢s alto nivel- no s¨®lo estaban previstos para establecer relaciones de confianza entre los jefes de Estado y de Gobierno, sino que se pens¨® en la articulaci¨®n de una verdadera sociedad iberoamericana a trav¨¦s del intercambio y el conocimiento del otro. Se trataba de que los ciudadanos de uno y otro lados del Atl¨¢ntico se reconocieran en una lengua, una cultura y una historia compartidas, y de que fueran portadores de una herencia forjada tras tantos siglos de convivencia. Y ese producto mestizo, plural y enormemente rico, que surgir¨ªa del encuentro, ser¨ªa la mejor expresi¨®n de nuestra fuerza. As¨ª qued¨® recogido de forma solemne en la Declaraci¨®n de Guadalajara en 1991, cuando los participantes reunidos expresaron el objetivo de esa primera Cumbre: 'Proyectar hacia el tercer milenio la fuerza de nuestra comunidad'.
Hay que reconocer que las cosas no han salido como hubi¨¦ramos querido. Que en los ¨²ltimos a?os se ha ahondado la distancia entre Am¨¦rica Latina y Espa?a es algo que muchos observamos con enorme preocupaci¨®n. En nuestro pa¨ªs hay rechazo al inmigrante; tambi¨¦n hacia el que viene de Am¨¦rica Latina. No se ha favorecido un clima de entendimiento y favorable al encuentro. Hemos perdido la memoria -incluso la reciente- y nos hemos olvidado de la solidaridad y el cari?o con el que nos acogi¨® Am¨¦rica. Ni siquiera somos capaces de ver todo lo que ese continente nos puede aportar; mano de obra, sin duda, pero tambi¨¦n una capacidad creativa ilimitada. Cualquiera que haya viajado a Am¨¦rica Latina y haya sido testigo de su riqueza cultural no podr¨ªa m¨¢s que sonrojarse al ver la suficiencia con que, en bastantes ocasiones, es vista desde nuestro pa¨ªs. No es de extra?ar que algunos ironicen sobre la 'madre patria' (t¨¦rmino que nunca me gust¨®) y hablen hoy de la 'madrastra', o que brillantes escritores no quieran volver a Espa?a hasta que no se les deje de exigir visado para entrar.
Lo hispano es una forma de sentir, y con los sentimientos no se juega. Resulta contradictorio que, precisamente en este momento en que las inversiones espa?olas en Am¨¦rica Latina superan a las estadounidenses, en que el sector privado espa?ol desarrolla una mayor actividad econ¨®mica, nos encontremos con un declive de la pol¨ªtica, con falta de presencia institucional y sin una orientaci¨®n y estrategia a seguir. Las empresas espa?olas son las que deber¨ªan apoyarse en la pol¨ªtica, no al rev¨¦s, o no s¨®lo al rev¨¦s. Sin duda alguna, esa falta de pol¨ªtica perjudica a nuestras empresas y, en particular, a nuestra imagen exterior. ?C¨®mo si no podemos explicar la poca simpat¨ªa popular hacia las empresas espa?olas establecidas por toda Latinoam¨¦rica? ?Por qu¨¦ se habla de 'neocolonialismo' o de una 'nueva conquista'? ?A qu¨¦ se debe ese recelo? Sin duda alguna, a nuestra torpeza como pa¨ªs a forjar un v¨ªnculo estrecho entre los pueblos, pero tambi¨¦n a la falta de sensibilidad con la que Espa?a se ha conducido en los ¨²ltimos a?os; olvidando compromisos e ignorando realidades pol¨ªticas, sociales y econ¨®micas que requer¨ªan una especial atenci¨®n. Las empresas espa?olas deben sentirse respaldadas y apoyadas por el Estado en su actividad internacional, y, a su vez, el Estado deber¨ªa acordar -?por qu¨¦ no?- con las empresas el establecimiento de unas reglas o 'canon ¨¦tico' que estableciera unas pautas de comportamiento para las mismas. Que nadie confunda la necesaria coordinaci¨®n de nuestra acci¨®n exterior con arcaicas posiciones intervencionistas, pues, en ocasiones, la f¨®rmula 'm¨¢s Estado' es la ¨²nica que garantiza tener una aut¨¦ntica pol¨ªtica de Estado.
Si Espa?a no reacciona con la suficiente rapidez e inteligencia, el mundo latinoamericano volver¨¢ sus ojos irremisiblemente hacia Estados Unidos. Espa?a debe retomar esa relaci¨®n privilegiada que, durante muchos a?os, mantuvo con Am¨¦rica Latina, desechar la ret¨®rica y los prejuicios, y establecer unos cauces de cooperaci¨®n y colaboraci¨®n que nos hagan sentirnos a todos parte de una misma comunidad. Espa?a debe liderar una mayor aproximaci¨®n y compromiso de la Uni¨®n Europea con Am¨¦rica Latina, con su futuro, que es el de todos nosotros. Espa?a tiene que hacer valer su peso en Europa y favorecer el acercamiento entre dos continentes que tienen mucho en com¨²n, pero debemos evitar las declaraciones huecas y las fotos de familia si ¨¦stas no van precedidas de un debate sobre lo que vamos a hacer juntos, si previamente no hemos llegado a una serie de compromisos que dar¨ªan solidez a esa nueva alianza. La Cumbre que tendr¨¢ lugar en la primavera del 2002 ser¨¢ un buen momento para comprobar la voluntad pol¨ªtica europea y el grado de madurez de su relaci¨®n con Am¨¦rica Latina.
Potenciar una m¨¢s estrecha relaci¨®n entre Europa y Am¨¦rica Latina no significa entrar en competencia con Estados Unidos, sino realizar un esfuerzo de coordinaci¨®n entre los tres conjuntos regionales. Supondr¨ªa culminar la vieja aspiraci¨®n de construir un 'tri¨¢ngulo atl¨¢ntico' en el que poder conciliar los intereses de todos. Desde Europa no se debe mirar con recelo el proyecto ALCA, aunque el mismo ofrezca grandes ventajas a Estados Unidos en los mercados de la regi¨®n, sino liberalizar gradual y rec¨ªprocamente el comercio y eliminar las barreras no comerciales para as¨ª equilibrar las condiciones de una futura competencia entre la Uni¨®n Europea y Estados Unidos. En poco tiempo, el euro y el d¨®lar tendr¨¢n una presencia paralela en Am¨¦rica Latina, lo que requerir¨¢ una relaci¨®n m¨¢s firme y fluida tanto en el ¨¢mbito pol¨ªtico como en el econ¨®mico. Todo ello contribuir¨¢, sin duda alguna, al desarrollo del conjunto latinoamericano.
Lo hispano, adem¨¢s de ser una realidad que nos constituye en una comunidad de intereses, tiene un enorme potencial que a¨²n no ha sido suficientemente aprovechado. Lo hispano nos brinda a nosotros, como espa?oles, una oportunidad ¨²nica en Estados Unidos. Los ?ngeles es la tercera ciudad de lengua espa?ola en el mundo, despu¨¦s de M¨¦xico y Buenos Aires. ?Somos conscientes de que cualquier ciudad espa?ola ocupar¨ªa s¨®lo un cuarto lugar? Dentro de unos a?os, la mitad de la poblaci¨®n de Estados Unidos hablar¨¢ espa?ol, y ello se habr¨¢ debido, sobre todo, a la llegada de latinoamericanos. A los espa?oles en Estados Unidos se nos confunde con frecuencia con 'latinos'; los menos instruidos creen incluso que Espa?a est¨¢ situada cerca de Nuevo M¨¦xico, es decir, que no tenemos una imagen e identidad propia como pa¨ªs. Nuestra imagen es derivada, no llega directamente de Espa?a, sino a trav¨¦s de M¨¦xico, Cuba, Chile o cualquier otro pa¨ªs, es una imagen mestiza, forjada tras largos a?os de historia com¨²n. Es una imagen rica, plural, llena de vitalidad y futuro. La imagen donde reside parte de nuestra fuerza como pa¨ªs.
Trinidad Jim¨¦nez es secretaria de Pol¨ªtica Internacional del PSOE.
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