'El 'duduk' encierra una met¨¢fora del ser humano'
La figura de Djivan Gasparyan dentro de la m¨²sica tradicional presenta, a estas alturas, dimensiones incontestables. A punto de cumplir 74 a?os, nadie discute al vecino m¨¢s ilustre de Solag (cerca de la capital, Yerevan) la condici¨®n de mejor int¨¦rprete del instrumento nacional armenio, esa especie de oboe arcaico con doble leng¨¹eta que responde al nombre de duduk. Si sus m¨¦ritos musicales son muy evidentes, los cuatro premios concedidos por la Unesco y el t¨ªtulo gubernamental de Artista de Armenia le han convertido en referente nacional, un perfil muy parecido al de h¨¦roe de la patria.
Ajeno a los resortes de la gloria, Gasparyan prefiere relativizar sus m¨¦ritos. 'Sencillamente, he tenido la suerte de nacer en un pa¨ªs cuyo folclore fascina en todas partes. La m¨²sica armenia encarna el punto de encuentro, el perfecto equilibrio entre las tradiciones musicales del Este y el Oeste', explica. Su magisterio se despliega ahora en un nuevo disco, Armenian fantasies, y en una pieza para Hepta, el tercer ¨¢lbum de los vigueses Berrog¨¹etto.
Espa?a ha descubierto tarde al patriarca del duduk. Sorprende constatar que su primer concierto en tierras hispanas no tuvo lugar hasta el pasado 8 de julio, dentro del octavo Festival La Mar de M¨²sicas de Cartagena (Murcia). La fascinaci¨®n que despleg¨® en el escenario, donde estuvo acompa?ado por otros dos dudukistas (los segundos duduks se denominan dam) y por un int¨¦rprete de la percusi¨®n dhol, auguran una nueva presencia en la edici¨®n de 2002.
El duduk es un instrumento milenario construido con madera de albaricoque -otro s¨ªmbolo armenio- y dotado de un extraordinario vibrato que le confiere un canto evocador e inconfundible. 'Es el s¨ªmbolo y alma de Armenia', enfatiza Gasparyan. 'Lo concebimos como una met¨¢fora del ser humano porque encierra un profundo sentimiento de espiritualidad. Su sonido expresa el pasado a menudo amargo de mi pueblo'.
Las interpretaciones de Gasparyan destilan, en efecto, una intensa melancol¨ªa. Ya suced¨ªa as¨ª en I will not be sad in this world, una grabaci¨®n de 1989 en torno al terremoto que asol¨® Armenia y que, descubierta por Brian Eno, supuso el desembarco de este hombre en el mercado occidental. Hace tres temporadas, Djivan registr¨® para Real World un memorable trabajo a d¨²o con el guitarrista canadiense Michael Brook, Black rock. Su m¨¢s reciente entrega, Armenian fantasies (Network), presenta tambi¨¦n un aire muy contemplativo, con un tema central de casi media hora de duraci¨®n.
'Mis canciones son casi
siempre lentas, al borde del dramatismo', corrobora el veterano m¨²sico. 'Estas piezas son, con mucho, las m¨¢s dif¨ªciles de interpretar. El ejecutante precisa de t¨¦cnica y virtuosismo, claro, pero el alma, la emoci¨®n, es un don natural que no se consigue haciendo ejercicios'.
A rebufo de Gasparyan, otros m¨²sicos armenios (L¨¦von Minassian, Armenian Navy Band) est¨¢n d¨¢ndose a conocer en los circuitos de las m¨²sicas del mundo. El caso m¨¢s notable es el del sirio de padres armenios Haig Yazdjian, int¨¦rprete de ud (la¨²d ¨¢rabe) que es actualidad estos d¨ªas con su trabajo Yeraz. No en vano, nos encontramos ante un pa¨ªs en permanente ebullici¨®n musical y en el que, seg¨²n una leyenda, 'cualquier campesino sabr¨ªa componer canciones'.
'Eso es una exageraci¨®n, evidentemente', sonr¨ªe Gasparyan, 'pero nuestra situaci¨®n geogr¨¢fica privilegiada nos ha permitido disponer de una tradici¨®n musical riqu¨ªsima. Somos un pa¨ªs oriental que perteneci¨® al Consejo de Europa y que en 2001 ha celebrado sus 1.700 a?os de cristiandad. Este crisol de influencias ha sido decisivo para definir un sonido repleto de colores y matices'.
El tard¨ªo descubrimiento de Gasparyan en Occidente le est¨¢ permitiendo consumar algunos proyectos ins¨®litos. Por ejemplo, Lionel Ritchie le pidi¨® una colaboraci¨®n para su tema Now you are gone, del mismo modo que su duduk gime en bandas sonoras como Gladiator, El cuervo o La casa Rusia. El reconocimiento internacional no ha variado los h¨¢bitos de Djivan, un hombre austero para casi todo excepto los coches: presume de conducir una limusina rusa y un BMW 525, y hasta confiesa andar buscando 'un buen Mercedes'. Pero en sus ratos libres prefiere dedicarse al cuidado de su jard¨ªn, donde ha plantado docenas de albaricoques. 'Quer¨ªa asegurarme de que habr¨¢ nuevas generaciones de duduks', concluye.
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