Bin Laden, Hombre del A?o
Un peri¨®dico canadiense, The Globe and Mail ha realizado una encuesta entre los lectores de su web para elegir a la 'personalidad del a?o 2001'. El resultado, m¨¢s que contundente, resulta atronador: Osama Bin Laden, el multimillonario saud¨ª, ha recibido casi un 60% de los votos.
Siempre pasa lo mismo, que son los malos los que ganan, incluso en el campo medi¨¢tico. As¨ª como antes se dec¨ªa de los ricos que quiz¨¢s hab¨ªan logrado acumular dinero gracias a sus malas artes, ahora habr¨¢ que desconfiar de los famosos: seguramente hicieron algo muy malo para ser tan conocidos.
Puestos a hacer cosas malas, el 11 de septiembre del a?o 2001 result¨® todo un homenaje a las fuerzas del infierno. Osama Bin Laden se ha ganado el liderazgo medi¨¢tico mundial a base de miles de asesinatos perpetrados simult¨¢neamente. La perversidad del hecho ten¨ªa adem¨¢s otros l¨²gubres condicionantes: se utilizaron aviones llenos de kamikazes, lo que ocurre es que la mayor¨ªa de ellos no se hab¨ªan presentado voluntarios.
Dicen los griegos que Er¨®strato incendi¨® el templo de Diana con el fin de que se recordara su nombre y para H¨¦ctor, el h¨¦roe troyano de La Odisea, los dioses urdieron las desgracias de su pueblo para que las futuras generaciones tuvieran algo que cantar. En general, los malos no tienen buena prensa, pero s¨ª m¨¢s prensa que los buenos. Si hici¨¦ramos una encuesta sobre el personaje m¨¢s famoso del siglo XX me temo que habr¨ªa una cerrada pugna entre dos individuos algo discutibles: Hitler y Stalin.
Otra cosa es que The Globe and Mail quer¨ªa elegir a la 'personalidad' del a?o. A uno siempre le hab¨ªa parecido que 'personalidad' reun¨ªa connotaciones positivas, y que para personalidades nadie como Severo Ochoa, Santa Teresa de Calcuta o Ludwig Van Beethoven. Pero no. El virus de la fama impone llamar tambi¨¦n personalidades a los individuos m¨¢s infames que han puesto su coz en el planeta, entre ellos, el famos¨ªsimo Bin Laden.
Una de las cosas m¨¢s l¨²cidas sobre el individuo en cuesti¨®n (y menos puestas de relieve en la prensa) la o¨ª decir en mi casa. A mi mujer no le cab¨ªa en la cabeza que siendo millonario el tipo se dedicara a financiar una organizaci¨®n terrorista. Ten¨ªa toda la raz¨®n. Cuando uno es millonario la vida est¨¢ llena de cosas que hacer. Uno puede coleccionar arte moderno, dar m¨¢s vueltas al mundo que vueltas da una peonza sobre s¨ª misma, experimentar en la tierra el para¨ªso isl¨¢mico lleno de hur¨ªes o fundar a troche y moche eficac¨ªsimas, util¨ªsimas y nobil¨ªsimas ONGs. Uno puede dedicarse al vuelo sin motor, a la biolog¨ªa marina o hacer de su vida una permanente Nochevieja. Incluso, si el millonario es musulm¨¢n, puede multiplicar las ediciones del Cor¨¢n o levantar mezquitas en Nueva York, Ciudad del Vaticano y Mozambique. Pero incluso ante tan abrumador abanico de posibilidades, hay millonarios que se dedican al terrorismo. Desde luego, cierta gente ya no sabe qu¨¦ hacer con el dinero.
En la encuesta del The Globe and Mail, cualquier otra personalidad obten¨ªa, ante la reluciente estrella de Bin Laden, unos p¨¢lidos resultados. El ex alcalde neoyorkino, el animoso Giuliani, obten¨ªa el 19% de los votos, y George Bush apenas un 12%. Todos los votos, en cualquier caso, giraban alrededor de la tragedia del 11 de septiembre, que ha sido sin duda el hecho m¨¢s relevante y m¨¢s brutal del a?o.
Se habla mucho del recuerdo de las v¨ªctimas, pero siempre hay que esperar lo peor de la memoria colectiva. A las v¨ªctimas de la violencia las llevan en el coraz¨®n, intensamente, sus ¨ªntimos, sus amigos, aquellos que siempre les quisieron. Para el resto se convierten en un abstracto y filos¨®fico pesar, incluso, para algunos, en un mero instrumento ret¨®rico. Lo cierto es que cuando unos iluminados dirig¨ªan aviones secuestrados contra las Torres Gemelas s¨ª estaban realizando un hecho hist¨®rico: hist¨®rico iba a ser el ascenso del nombre de Bin Laden a las alturas, a las alturas de la fama, que es el verdadero Olimpo de la sociedad contempor¨¢nea.
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