Portugal-Espa?a: siameses unidos por la espalda
Para el hombre y la mujer del tiempo en las televisiones espa?olas, Portugal no existe. Los mapas del tiempo lo muestran sombreado y fantasmal. Podr¨ªa aparecer en un descuido Par¨ªs al norte, pero nunca Lisboa al oeste. En Lisboa no llueve, no hay nubes, no hay sol, no hace fr¨ªo ni calor. ?Existe la capital de Portugal? ?Existe Portugal para los espa?oles?
Por supuesto, y en justa reciprocidad, los portugueses hacen lo mismo. Espa?a tampoco existe en su meteorolog¨ªa. Y los peri¨®dicos portugueses aplican con ah¨ªnco el cuchillo carnicero para separar su trozo de jam¨®n del hueso ib¨¦rico que es, qui¨¦rase o no, Espa?a. Y de este modo, Portugal se ve a s¨ª misma como una isla en medio del oc¨¦ano y queda reducida, ya invisible, a categor¨ªa de ap¨¦ndice extirpado.
Jos¨¦ Lu¨ªs Arnaut, secretario general del PSD: 'Es inoportuno tratar de nuestras diferencias cuando tenemos unas relaciones correctas con Espa?a'
Jos¨¦ Leopoldo del Nogal: 'Los portugueses son personas muy preparadas, hablan varios idiomas, lo que no ocurre en Espa?a, y su nivel profesional es alto'
Maria Belo: 'La locura del consumo puede llevar a la clase media portuguesa a protagonizar una revuelta contra Espa?a, precisamente por saturaci¨®n y exceso'
Lidia Jorge: 'A diferencia de los portugueses, que vamos a duras penas sobre las olas de un barquichuelo, los espa?oles van siempre erguidos sobre su caballo'
Marta von Zeller: 'Aunque soy muy patriota, me niego a quedarme en esos prejuicios hist¨®ricos que ni a un lado ni a otro de la frontera nos llevan a ning¨²n sitio'
La realidad es otra, por supuesto. No somos m¨¢s que hermanos siameses unidos por la espalda sin demasiado inter¨¦s por operar la separaci¨®n que facilitar¨ªa vernos de frente.
'La lengua portuguesa es la lengua castellana sin huesos', dice la novelista portuguesa Lidia Jorge, citando a Cervantes, aunque sin saber a ciencia cierta si la frase es suya. Pero da igual cu¨¢l sea la paternidad de la definici¨®n. Parece ajustada. Y la escritora, nacida hace 55 a?os en el Algarve, ama tanto su propio pa¨ªs como el nuestro y los considera complementarios. La existencia de esos huesos triturados en la lengua portuguesa y abundantes en la espa?ola no se limita a la lengua, sino que, a?ade Lidia Jorge, llenan el cuerpo vivo de Espa?a. 'A diferencia de los portugueses, que vamos a duras penas sobre las olas en un barquichuelo, los espa?oles montan siempre erguidos sobre su caballo', a?ade. Y tambi¨¦n opina que 'la cultura portuguesa es hip¨®crita, de doble est¨¢ndar, como estamos viendo en el juicio de una docena de mujeres portuguesas acusadas de aborto, un hecho que ha precipitado la dimisi¨®n del primer ministro Antonio Guterres, ya que su credibilidad sufri¨® al convocar, por razones de ¨¦tica personal, un refer¨¦ndum, que perdi¨®, sobre el aborto'. La novelista a?ade que 'ya es hora de que la mujer portuguesa deje de ser ventr¨ªlocuo del marido'.
Interpretaci¨®n freudiana
Profesora de Cultura Portuguesa, ex diputada socialista y psicoanalista en activo, Maria Belo, ya en la mitad de los 50, ofrece una interpretaci¨®n freudiana del desencuentro y rivalidad entre Espa?a y Portugal. Dice que con la proliferaci¨®n de marcas espa?olas de ropa y todo tipo de aparatos dom¨¦sticos que inundan el mercado portugu¨¦s, los portugueses reviven algunos de sus fantasmas hist¨®ricos, interesadamente manipulados por algunos pol¨ªticos, la prensa y ciertos intelectuales. El terror de ser conquistados, dominados y hasta econ¨®micamente saqueados de los ciudadanos ha renacido. Y con especial intensidad desde que los almacenes El Corte Ingl¨¦s ondean la bandera del consumo en Lisboa.
Se dir¨ªa que la presencia de la primera empresa espa?ola en el sector es vista en el pa¨ªs vecino como un caballo de Troya del que, a la chita callando, saldr¨¢n ej¨¦rcitos de vendedores dispuestos a vaciar los bolsillos lusos.
Lo cual puede provocar una reacci¨®n adversa, si no inversa, seg¨²n la psicoanalista Belo: 'La locura del consumo puede llevar a la clase media portuguesa a protagonizar una revuelta contra Espa?a, precisamente por saturaci¨®n y exceso'. Y a?ade que no conviene olvidar un proverbio portugu¨¦s que dice: 'De Espa?a no viene ni buen viento ni buen casamiento'. Vienen, por supuesto, buenos productos y aun mejores servicios de la banca. La misma Maria Belo se?ala que 'si vas a pedir un cr¨¦dito a un banco portugu¨¦s u otros servicios, lo que te ofrece es siempre inferior que lo que puedes conseguir en un banco espa?ol, y hay bastantes y muy a la vista'.
Belo sostiene que el sentimiento de amputaci¨®n que Espa?a sufre frente a Portugal no existe en ¨¦ste, donde, muy al contrario, el sentimiento predominante es el del hijo emancipado que abandona el hogar. 'Portugal se hizo a s¨ª misma contra una madre muy poderosa, muy fuerte, f¨¢lica, castradora'.
Que las masas en Lisboa (como pronto ocurrir¨¢ en Oporto) acudan a El Corte Ingl¨¦s como moscas atra¨ªdas por toda clase de dulzuras denota, m¨¢s que hambre, saciada desde hace a?os en otros centros como los de Vigo o Badajoz, las ganas de comer sin tener que salir de viaje. Ahora est¨¢ todo a la vuelta de la esquina y ofrecido con una metodolog¨ªa irresistible.
El director de estos grandes almacenes (los mayores y m¨¢s modernos de la Pen¨ªnsula) explica que en su corporaci¨®n, 'de corte militar', nada se ha improvisado. Jos¨¦ Leopoldo del Nogal fue tra¨ªdo de California, donde estuvo trabajando y aprendiendo los ¨²ltimos 18 a?os. Hoy tiene 52, y en menos de un a?o ha aprendido portugu¨¦s con clases particulares (o portu?ol, para ser m¨¢s exactos) y, sobre todo, ha celebrado, dice, que los portugueses sean 'muy amantes del consumo y de las marcas'. Los almacenes no han sido portugalizados, a?ade el director, porque al p¨²blico le encanta sentirse como en Espa?a, aunque con algunas diferencias, incluso mejores, hechas a la medida del mercado portugu¨¦s. 'Por ejemplo, en cada una de las seis plantas hay un peque?o caf¨¦ y su correspondiente espacio para fumar, con ¨¦xito rotundo. Tambi¨¦n ofrecemos la tienda de sopas, pues el plato de sopa, a cualquier hora del d¨ªa o de la noche, es para el portugu¨¦s algo querido y sagrado'. A las dependientas (edad media, 23 a?os) se las uniform¨® con pantalones, algo que no existe en los almacenes en Espa?a debido a la l¨ªnea y peso de la mayor¨ªa de las empleadas, cuya media de edad es bastante m¨¢s elevada. Y esto, unido a una buena proporci¨®n de las mercanc¨ªas (30%, portuguesas; el resto, importadas), hace que los 2.000 empleados fijos ya no den abasto. 'Cuidan especialmente el idioma aquellos pocos que son espa?oles'. 'Los portugueses', a?ade el director, 'son personas muy preparadas, hablan varios idiomas, cosa que no ocurre en Espa?a, y su nivel profesional es alto'.
Entre nosotros persiste todav¨ªa la impresi¨®n de que Portugal, m¨ªnimamente presente en nuestras vidas y econom¨ªas, es un pariente pobre a quien se ignora la mayor parte del tiempo y, a lo sumo, se visita una vez en la vida. Pero algunos conf¨ªan en que pronto habr¨¢ de cambiar esta actitud distante y paternalista de los espa?oles hacia nuestros vecinos peninsulares. Las generaciones mas j¨®venes de ambos pa¨ªses se han quitado lastre ideol¨®gico recibido a partes iguales en la herencia familiar. Y en Espa?a despierta un inter¨¦s creciente la literatura portuguesa contempor¨¢nea, que hab¨ªa quedado estacionada junto al inmenso and¨¦n de Fernando Pessoa y sus saudades y desasosiegos, Miguel Torga en su penetrante diario ¨ªntimo, S¨¤ Carneiro elaborando su cuidada locura y suicidio, por no citar a alguno m¨¢s. Hoy, por suerte, son como parte nuestra Saramago y Lobo Antunes, acompa?ados, m¨¢s que seguidos, por otros estimables escritores de menor edad aunque de parecido talento.
Frontera extreme?a
Ignacio S¨¢nchez Amor, de 41 a?os, director del Gabinete del presidente de la Junta de Extremadura, lleva varios a?os desarrollando una labor de acercamiento cultural entre ambos pa¨ªses, desde M¨¦rida. La frontera de la comunidad extreme?a con Portugal se extiende a lo largo de 250 kil¨®metros.
En su comunidad hay 6.000 extreme?os estudiando portugu¨¦s, de un total de 12.000 que lo hacen en el resto de Espa?a. El idioma portugu¨¦s s¨®lo se estudia en siete universidades, adem¨¢s de en las escuelas privadas. Y fue la Universidad de Extremadura la primera en crear hace tres a?os la licenciatura de Lengua y Literatura Portuguesas. La demanda del portugu¨¦s ha superado a la del franc¨¦s. Sectores como el de hosteler¨ªa, sanidad, transporte y hasta polic¨ªa local incluyen el idioma portugu¨¦s en su formaci¨®n.
S¨¢nchez Amor recalca que hoy no existe una sola empresa que no tenga a un empleado con conocimientos del portugu¨¦s escrito y hablado. Es necesario. Y a?ade que el Museo de Arte Contempor¨¢neo de Badajoz tiene la mejor colecci¨®n de arte portugu¨¦s fuera de Portugal.
Lu¨ªs Neto preside el Consejo de Administraci¨®n del Icep (Investimento, Com¨¦rcio e Turismo), dependiente del Ministerio de Econom¨ªa portugu¨¦s. En el a?o 2000, dice Neto, Portugal recibi¨® a 12 millones de turistas, de los que la mitad eran espa?oles. Algo que para un pa¨ªs con una poblaci¨®n ligeramente superior a los 10 millones de habitantes es, cree Neto, una buena cifra. Y a la inversa, el turismo portugu¨¦s hacia Espa?a se sit¨²a en algo m¨¢s de un mill¨®n de personas. Como nadie discute que el turismo es, en la mayor¨ªa de los casos, no s¨®lo una magn¨ªfica fuente de ingresos (la principal para Espa?a y tambi¨¦n para Portugal), sino adem¨¢s una medicaci¨®n recomendable para combatir los prejuicios xen¨®fobos y moderar las pasiones nacionalistas, ambos pa¨ªses est¨¢n comprometidos en fomentarlo. Y han dado un paso juntos promocionando Espa?a y Portugal como destino ¨²nico, como un turismo complementario en el interior de la Pen¨ªnsula. As¨ª se ha hecho desde hace tres a?os en EE UU.
En Portugal, el turismo aporta al erario p¨²blico el 8% del PIB (producto interior bruto) y, dado que la capacidad estructural y f¨ªsica es limitada, el esfuerzo de las autoridades se dirige a atraer un turismo de calidad y no de masas. 'Nosotros no podemos competir con n¨²meros ni podemos hacer como hace Espa?a en la costa con sus ofertas masificadas; nosotros apostamos por estancias m¨¢s prolongadas y por turistas con m¨¢s recursos econ¨®micos', se?ala Lu¨ªs Neto.
Esto lleva a nuestro interlocutor a hablar de las diferencias que hacen de Portugal y de Espa?a pueblos complementarios: 'Creo que debemos mostrar en nuestras respectivas ofertas tur¨ªsticas todo lo que nos diferencia, la diversidad de nuestras culturas, costumbres y formas de vida. Porque, aunque estamos tan cerca, somos muy diferentes'.
Es un error, para el mejor entendimiento de ambos pa¨ªses, reafirmar del lado espa?ol y haciendo trompetita con la mano que los portugueses son como nosotros aunque un poco m¨¢s tristes, un poco menos agresivos que la media nacional. Para colmo, no acaban la faena: no matan al toro en los ruedos. As¨ª, de un grosero plumazo, barremos las diferencias que, grandes o menos grandes, hacen a aquel pueblo sentir su propia identidad y enorgullecerse de ella.
As¨ª y todo, Neto quiere hacerme ver que Portugal no est¨¢ ni atemorizado por la supuesta invasi¨®n econ¨®mica ni pasivo en sus propias iniciativas. Resalta que una empresa portuguesa acaba de adquirir el emblem¨¢tico hotel de lujo Villamagna, en Madrid. Y otra muestra, las gasolineras GALP. Y aunque no es apenas perceptible la presencia portuguesa en Espa?a, est¨¢ empe?ado en crear, por modesto que sea, un espacio cultural portugu¨¦s en la capital de Espa?a y tal vez tambi¨¦n en Barcelona. Lo cierto es que resulta penoso no encontrar con regularidad prensa portuguesa en nuestro pa¨ªs.
Jos¨¦ Lu¨ªs Arnaut es secretario general del PSD (Partido Social Dem¨®crata), hoy en el Gobierno. Cuando ingenuamente le pregunto su opini¨®n sobre los siameses unidos por la espalda aunque separados por el resto, me responde: 'Es inoportuno tratar de eso ahora, cuando precisamente tenemos unas relaciones correctas con Espa?a. La relaci¨®n funciona. Funcion¨® y seguir¨¢ funcionando'.
Para la m¨¦dico espa?ola Estefan¨ªa Oll¨¦, nacida en Barcelona hace 27 a?os y hoy cirujana en el hospital San Jos¨¦, de Lisboa, tienen explicaci¨®n los recelos de muchos portugueses frente a la presencia de profesionales espa?oles. Ella, como varios cientos m¨¢s, vino a Portugal al haber suspendido el MIR en Espa?a, y luego de descartar Francia, Italia y el Reino Unido. A pesar de la cantidad de papeleo burocr¨¢tico que le exigieron las autoridades portuguesas, super¨® esa prueba. Logr¨® inscribirse en el Colegio de M¨¦dicos (sin ese tr¨¢mite, no la examinaban) y se gast¨® 'un mont¨®n de dinero', seg¨²n recuerda con espanto. Pero ahora se alegra. Pas¨® la prueba oral (en idioma portugu¨¦s) y obtuvo una de las 700 plazas disponibles para los mil m¨¦dicos que concursaron. 'En Espa?a es otra la proporci¨®n', explica Estefan¨ªa Oll¨¦, 'hay 3.000 plazas al a?o para 15.000 m¨¦dicos'. Y antes de ir al paro, vino a Lisboa.
No encuentra diferencias notables de calidad ni de servicios hospitalarios. Hay demanda de anestesistas, como si los portugueses detestaran dormir a otros portugueses. Y en consecuencia, vienen los espa?oles cuando se enteran de la situaci¨®n. Lo malo, a?ade Estefan¨ªa, es que 'no les gusta a los portugueses que nos formemos aqu¨ª y luego nos volvamos a Espa?a, lo cual es l¨®gico'. Sobre todo porque aqu¨ª se gana un buen dinero. M¨¢s que en Espa?a: 'Con guardias incluidas, vengo sacando unas 350.000 pesetas al mes, y los pacientes encima te inflan de regalos'.
A Estefan¨ªa le gusta el trato respetuoso y cordial de los portugueses, aunque a veces los encuentra un poco machistas y anticuados. 'Parecen tranquilizarse cuando les digo que soy catalana, porque temen que quiz¨¢ sea una castellana de armas tomar'.
Asesor y arist¨®crata
En su palacio de El Salvador, en el coraz¨®n del barrio lisboeta de Alfama, el arist¨®crata Bartolomeu de Noronha, abogado de 32 a?os, repasa la lista de imperfecciones portuguesas que, a su juicio, alimentan los recelos ante el poder emergente espa?ol. Dice Noronha que, como abogado asesor del Estado portugu¨¦s, pasan por sus manos, para informar al Gobierno, las propuestas de concursos internacionales de grandes obras de infraestructura que, indefectiblemente, ganan las empresas espa?olas. 'Y esto es duro de aceptar si eres un empresario portugu¨¦s, como tambi¨¦n es duro aguantar una legislaci¨®n laboral anticuada, unos sindicatos poderosos, un entorno comercial, industrial y econ¨®mico poco din¨¢mico; todo ello frente a un competidor m¨¢s grande, m¨¢s agresivo y mucho mejor preparado'.
Pone un ejemplo punzante: 'En Portugal se dise?a p¨¦simamente, hasta el punto que algunos productos textiles se los llevan los alemanes para redise?arlos all¨ª, y luego los traen con marca y m¨¢s caros a venderlos aqu¨ª. Es m¨¢s, se invirti¨® una millonada en un tren de velocidad alta y no hicieron bien los c¨¢lculos, de tal forma que si alcanza la velocidad para la que fue construido en la l¨ªnea Lisboa-Oporto, los convoyes podr¨ªan colisionar al cruzarse, o descarrilar¨ªan'.
'Que ahora se incremente el gasto privado o p¨²blico cuando el endeudamiento de Portugal es excesivo', a?ade Noronha, es una temeridad que 'm¨¢s pronto o m¨¢s tarde nos saldr¨¢ a la cara'.
Y de otro modo, aunque coincidiendo en lo sustancial, Maria Teresa Palha, duquesa de Palmella, de 74 a?os; su hija Isabel, de 54, y su nieta Marta von Zeller, de 27, declaran su debilidad por Espa?a, pa¨ªs en el que han vivido y conocen bien, y su amor a Portugal, donde nacieron. 'Me gust¨® siempre el car¨¢cter espa?ol, tan decidido y sin saudades (nostalgias) que entristecen y paralizan', dice Marta, todav¨ªa estudiante de filosof¨ªa, 'pero que se me entienda bien, soy muy patriota y me niego a estancarme en esos prejuicios hist¨®ricos que ni a un lado ni a otro de la frontera nos llevan a ning¨²n sitio'. Su abuela prefiere no opinar, ya que sus antepasados eran malague?os. Dice que hay que ser pr¨¢cticos y comprender que Espa?a es tres veces m¨¢s grande que Portugal, 'pero me da pena reconocer que los portugueses estamos muy parados, y eso nos puede hacer sentir cierta envidia y celos de Espa?a'.
Isabel, la generaci¨®n intermedia, se r¨ªe cuando oye que Espa?a invade Portugal. 'Lo que hay que temer no es a Espa?a', dice, 'sino a estos sueldos tan bajos que tenemos (un 30% m¨¢s bajos que en Espa?a) cuando los precios son, por desgracia, equiparables'.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.