Diario astron¨¢utico
- Lunes: cumplo 50 a?os, la edad de los astronautas. Cena ¨ªntima en casa de Dominique Tomasov, que nos ofrece algunas de sus legendarias -y exquisitas- especialidades jud¨ªas. Est¨¢n Tito Rosell, Emma Haro, Paula, hija de ambos, de siete a?os, y Maite, cuyos apellidos son, ya es hora de decirlo, Buend¨ªa el primero y Buend¨ªa el segundo. Despu¨¦s de los postres la ni?a se hace con un chal desvencijado y se lanza a torear a Rashi, el gato de Dominique. Tanto la diestra como la bestia hacen un papel muy digno. Al cabo de un rato -estar¨ªamos sobre el segundo tercio- Tito bosteza y dice: 'Paula, cari?o, es tarde, tendr¨ªamos que ir pensando en irnos a dormir'. Emma gira la cabeza y le contesta: 'Tito, por favor, que la ni?a est¨¢ toreando'. Llevaba desde el d¨ªa en que cumpl¨ª 49 prepar¨¢ndome para el trago de los 50. Lo divid¨ª en 365 partes para sufrir menos, pero al final no sufr¨ª nada y de repente vi todo claro: nac¨ª en 1951 para vivir en Espa?a y tener amigos como Tito, Emma y Dominique. Maite Buend¨ªa Buend¨ªa es m¨¢s que amiga y ¨¦se s¨ª que es el quid de la empanada.
El Mediterr¨¢neo es un mar sin olas, por m¨¢s que se empe?en algunos surfistas. ?Por qu¨¦ se tiran con sus tablas al Mare Nostrum?
- Martes: ya entrado en la cincuentena empiezo a tener los t¨ªpicos problemas de la tercera edad. No me puedo dormir e imagino cosas. Soy un homeless y tengo que pasar la noche a la intemperie en la punta del Rompeolas, protegido del fr¨ªo y las salpicaduras de las olas por un edred¨®n confeccionado con hojas de peri¨®dico (el que m¨¢s abriga es justamente El Peri¨®dico) recubiertas con bolsas de basura. Llevo la fantas¨ªa m¨¢s all¨¢ y me propongo patentar el Edred¨®n Homeless, fabricarlo y ponerlo de moda entre los bobos (burgueses bohemios). Alcanzo a ver mi invento fotografiado en El Pa¨ªs Semanal antes de quedarme dormido.
- Mi¨¦rcoles: un gato, con buena voluntad, puede crecer y ser toro. El Peri¨®dico y unas bolsas de basura pueden ser un edred¨®n de dise?o, si hay ilusi¨®n y los contactos adecuados. Pero el Mediterr¨¢neo es un mar sin olas, por m¨¢s que se empe?en algunos surfistas. ?Por qu¨¦ se embuten en sus trajes de neopreno y se tiran con sus tablas a las aplanadas aguas del Mare Nostrum? ?Por masoquismo? ?Carecen del m¨¢s elemental temor al rid¨ªculo? Se equivoc¨® la paloma, se equivoca.
- Jueves: estoy grabando un disco. El productor art¨ªstico es Tito Rosell. Su estudio est¨¢ a pocos metros del parque G¨¹ell. Por aqu¨ª viven cientos de gatos callejeros. Nada que ver con los mininos dom¨¦sticos como Rashi. No intentes torear a una de estas fierecillas homeless: podr¨ªas acabar cubierto de ara?azos. Hay uno que se apalanca a contemplar el panorama encima de mi moto. Cuando intento recuperarla se me queda mirando fijo. Para echarlo tengo que desplegar unos recursos esc¨¦nicos considerables. Luego toca limpiar las huellas de sus patitas del asiento. Si el Laberint d'Horta nos aporta sus inquietantes jabal¨ªes, el parque G¨¹ell no le va a la zaga con su legi¨®n de minipanteras descaradas.
- Viernes: recibo un folleto de la Oficina Para La No Discriminaci¨®n, dependiente del Ayuntamiento, escrito s¨®lo en catal¨¢n. Un c¨¢lido recibimiento para los hermanos hispanoamericanos que van llegando a Barcelona, o que llevan poco tiempo por aqu¨ª. Un caso que me recuerda al del bombero pir¨®mano. En casa del herrero, cuchillo de palo. Si bien ser¨ªa complicado imprimir el bendito folleto en todas las lenguas del mundo, las dos que se hablan en la calle y que marca la ley no estar¨ªan mal como muestra de buena voluntad. El folleto antidiscriminaci¨®n que discrimina a los castellanohablantes es tan absurdo como un surfista mediterr¨¢neo.
- S¨¢bado: Dominique Tomasov y yo tenemos mucho en com¨²n. Somos ex novios, argentinos de Buenos Aires, compartimos el mismo origen jud¨ªo centroeuropeo, ambos elegimos vivir en Barcelona, los dos hablamos bien en catal¨¢n, lo entendemos perfectamente y coleccionamos cristales de colores redondeados por el agua marina. El oleaje que no impulsa m¨¢s que dos tristes metros a los surfistas locales es suficiente para ir desgastando los trozos de vidrio tragados por la mar sal¨¢. Recogemos esos tesoros que yacen en la arena y los metemos en botellitas. En plan autocr¨ªtico podr¨ªa decir 'vaya mariconada de hobby', pero eso ser¨ªa un comentario hom¨®fobo, pol¨ªticamente incorrecto. Mejor me abstengo.
- Domingo: cuando cre¨ªa haber superado el s¨ªndrome de los cincuenta, la idea me coge por sorpresa y me impacta con toda su crudeza. Estoy despierto, tengo los ojos abiertos, no he tomado nada de nada y sin embargo -como les pasa a los personajes de historieta cuando reciben un golpe en la cabeza- veo una constelaci¨®n de objetos orbitando a mi alrededor: toros, gatos, jabal¨ªes, palomas, hojas de El Peri¨®dico, bolsas de basura, cristales de colores, tablas de surf... He sido noqueado por la realidad. No estoy preparado para ser un astronauta.
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