18.030, 36 euros
Pasar de la noche a la ma?ana de pesetas a euros tiene esos riesgos: lo que antes eran unos orondos premios millonarios con n¨²meros redondos (tres millones de pesetas para el Nadal; dos millones para el Josep Pla), se han convertido este a?o en unos galardones que parecen creados por alguna mente retorcida o por alguna traicionera asociaci¨®n partidaria de burlarse del baile de cifras y de la feria de vanidades (?o es de Navidades?) de los premios literarios. Total, que ?ngela Vallvey se llev¨® la noche del pasado domingo 18.030,36 euros como ganadora del Nadal. A la ganadora del Josep Pla, Eva Piquer, le correspondi¨® por su parte la bonita cantidad de 6.010,12 euros. Caprichos del destino. O de Destino, la editorial convocante.
El ritual del Premio Nadal fue parecido al de cada a?o: hotel Ritz, mundillo editorial, cotilleos, 'oportunidad g¨¢strica y social' con gui?os a Delibes en el men¨²
Pero dejemos las cifras y vayamos a la gala en s¨ª. El ritual fue parecido al de cada a?o: hotel Ritz, atascos en la puerta, mucha gente del mundillo cultural intercambiando cotilleos y comentarios generalizados sobre el hast¨ªo que producen las fiestas navide?as. 'Por suerte ya se acaban', 'Hemos sobrevivido un a?o m¨¢s', 'Por lo menos he engordado cinco kilos', etc¨¦tera. Cuenta Ignacio Agust¨ª en Ganas de hablar que cuando en 1943 se le ocurri¨® convocar por primera vez el Premio Nadal, lleg¨® a la conclusi¨®n de que la mejor noche para concederlo era la del 6 de enero. No, no hubo ni consultas astrales, ni retorcidos c¨¢lculos comerciales, ni videntes ni nada parecido. Agust¨ª lo justifica de una manera mucho m¨¢s prosaica: 'Eleg¨ª la noche del d¨ªa de Reyes considerando la enorme fatiga con que se llega al t¨¦rmino de lo que llamamos las fiestas de Navidad', escribe el autor de Mariona Rebull. 'La burgues¨ªa llega al t¨¦rmino -el 6 de enero en que culminan- harta de pavo relleno, de champa?a familiar, de aullidos de chiquiller¨ªa, de regalos a la suegra, de llantos, quejidos, disparos de pacotilla, toques de corneta infantil y con ansia de desatar tantos lazos familiares. La gente, despu¨¦s de aquel d¨ªa agobiante, que es el ¨²ltimo de los muchos d¨ªas agobiantes transcurridos desde que se recibieron los primeros christmas, lo que quiere es salir a la calle, abandonar los fantasmas dom¨¦sticos, saltarse el dominio de los lares, ver a gente distinta, comer en com¨²n para comentar y hablar de otras cosas. Pero no estar¨ªa del todo bien irse a una bo?te, todav¨ªa, o lanzarse a una farra como si tal cosa. Las jornadas prudentes de la exaltaci¨®n familiar son tan inmediatas que no hay nada mejor que una fiesta de cierto tono, aureolada de un elevado prestigio intelectual y cultural. Quiz¨¢ fuera un modo de pasar de la vida religioso-gastron¨®mica de la Navidad espa?ola a la vida socioecon¨®mica normal por medio del Diccionario de la lengua. Yo estoy convencido de que la mitad del ¨¦xito del Premio Nadal y, por tanto, de los premios literarios espa?oles, ha sido debido a la oportunidad g¨¢strica y social de la fecha elegida'.
As¨ª pues, nada de farras. Lo que se lleva en el Nadal es un tono comedido; es decir, una farra cultural como paso previo a la farra sin adjetivos. La otra noche, sin ir m¨¢s lejos, la oportunidad g¨¢strica y social de cada a?o se concret¨® en un men¨² que quiso ser un homenaje a Miguel Delibes, con varios gui?os a la cocina de la caza. Lo m¨¢s curioso fue la decoraci¨®n, consistente en unos originales nidos hechos de trizas de papel reci¨¦n salido de la trituradora. Est¨¦ticamente no quedaba mal, pero a m¨¢s de un escritor se le alter¨® la ¨¦tica cuando comprob¨® que las trizas en cuesti¨®n proven¨ªan de textos mecanografiados. ?Ser¨ªan los originales descartados del Nadal? ?Era un aviso subliminal a los autores para recordarles que sus escritos son material de desecho y que, por tanto, su anticipo bajar¨¢ unos cuantos puntos? Saltada la alarma social, pudo verse a varios autores tratando de descifrar, entre sudores fr¨ªos, si el texto abortado de las trizas correspond¨ªa a alguna de sus novelas. Por suerte, la sangre no lleg¨® al nido.
Entre las obras presentadas a los premios de la prestigiosa cuadra Destino, la otra noche hab¨ªa, como en cada cosecha, mucho seud¨®nimo. Una de las novelas se present¨® con el t¨ªtulo de A cuento de Nada, marc¨¢ndose un gui?o transparente con Nada, de Carmen Laforet, la primera ganadora del Nadal. No tuvo suerte. O sea, que se qued¨® en nada. Los seud¨®nimos, al final, por obra y gracia de las aperturas de plica, se transmutaron en ganadores de carne y hueso. Odiseo result¨® ser ?ngela Vallvey, Caetano Veloso pas¨® a ser Carlos Bardem y Llu¨ªs Capvevila se convirti¨® en Eva Piquer. No est¨¢ mal para una noche de farra comedida: dos cambios de sexo y una transformaci¨®n de cantante brasile?o en hermano de actor famoso. Es la magia de la noche de Reyes, la locura de esos actos g¨¢stricos y sociales.
Votaciones al margen, que la ganadora del Nadal iba a ser ?ngela Vallvey se intuy¨® cuando su agente literaria, M¨®nica Mart¨ªn, empez¨® a levantarse m¨¢s de la cuenta para ir al lavabo. 'O M¨®nica tiene cistitis o hay premio de por medio', susurr¨® una editora cuando M¨®nica se alz¨® por cuarta vez en media hora. Al final de la noche, la presentadora del acto, Maria Gorgues, con una elegancia que la honra, se limit¨® a desmentir la posible cistitis de M¨®nica Mart¨ªn, que manten¨ªa en vilo a m¨¢s de uno, proclamando ganadora a ?ngela Vallvey.
En resumen, puede decirse que fue una farra cultural entra?able, aunque en las copas que siguieron alguien trat¨® de boicotear el acto con una reflexi¨®n que, al igual que la novela enmascarada antes citada, pretend¨ªa ser un homenaje a Carmen Laforet: 'No somos nada'. A su lado, recordando los 18.030,36 euros que se llev¨® la ganadora, alguien remat¨®: 'Y en euros, mucho menos'.
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