Riefenstahl justifica sus pel¨ªculas nazis y anuncia un nuevo filme
La cineasta cumple 100 a?os en agosto
En agosto cumplir¨¢ 100 a?os, que piensa celebrar con el estreno de un mediometraje con im¨¢genes submarinas y una banda sonora de Giorgio Moroder: Leni Riefenstahl, la cineasta preferida de Adolf Hitler, sigue ah¨ª. Y con ella, el interrogante de c¨®mo un genio art¨ªstico pudo ponerse al servicio de algo tan atroz como fue el nacionalsocialismo, cuyos congresos en N¨²remberg retrat¨® magistralmente en documentales como El triunfo de la voluntad (1934). Hilmar Hoffmann, presidente saliente del instituto Goethe, la entidad encargada de promover la cultura alemana en el exterior, ha indagado precisamente en este punto en una extensa entrevista con Riefenstahl publicada esta semana por el diario Die Welt.
En la conversaci¨®n, la ya casi centenaria cineasta vuelve a con-tar su versi¨®n de c¨®mo el mism¨ªsimo Hitler le rog¨® documentar los congresos nacionalsocialistas. En 1932, un a?o antes de asumir el poder, el austriaco ya estaba pisando fuerte, y Riefenstahl quiso conocerlo: 'Para m¨ª fue desconcertante experimentar el inmenso poder hipn¨®tico de Hitler sobre sus espectadores... Era tenebroso, y la chispa tambi¨¦n salt¨® hacia m¨ª', cuenta quien alguna vez fue calificada por el director estadounidense George Lucas como 'la m¨¢s moderna cineasta de todos los tiempos'.
La atracci¨®n result¨® ser mutua: el l¨ªder nazi era un gran aficionado del trabajo de la actriz y directora. Desde su primer encuentro, en una playa del mar del Norte, el futuro dictador le pidi¨® trabajar para ¨¦l una vez que llegase al poder. 'No, mi F¨¹hrer, esto yo no lo har¨¦; s¨®lo puedo hacer lo que me nace, lo que siento; no puedo hacer pel¨ªculas de encargo', recuerda haber respondido Riefenstahl.
El hecho, no obstante, es que acab¨® cediendo. Entre 1933 y 1935, Riefenstahl registr¨® en tres pel¨ªculas los congresos de N¨²remberg. La m¨¢s lograda de ellas, El triunfo de la voluntad, es todo un monumento cinematogr¨¢fico a la masa humana y su tan disciplinada como entusiasta subordinaci¨®n al F¨¹hrer. Un punto crucial para juzgar esta 'est¨¦tica nacionalsocialista' convertida al celuloide -como apuntara el mismo Hoffmann en una enciclopedia cinematogr¨¢fica de 1989- es saber si Riefenstahl realmente se limit¨® a reflejar lo que registraron sus 13 c¨¢maras, o si, por el contrario, acab¨® por magnificar el evento, no s¨®lo en el montaje, sino tambi¨¦n con indicaciones para la puesta en escena. 'Yo s¨®lo film¨¦ lo que se ve¨ªa', se defiende Riefenstahl, la cual tambi¨¦n afirma que 'ni una sola vez' pens¨® en la pol¨ªtica durante el rodaje.
Esta ¨²ltima afirmaci¨®n, obviamente, es delicada. El car¨¢cter totalitario y asesino del r¨¦gimen nacionalsocialista fue evidente desde su misma llegada al poder, el 30 de enero de 1933. Casi inmediatamente, la ¨¦lite intelectual se vio forzada a emigrar: Bertolt Brecht, Thomas Mann o Fritz Lang, entre muchos otros, tuvieron que abandonar el pa¨ªs. Riefenstahl, por el contrario, incluso document¨® el congreso nacionalsocialista de 1935, en el que se promulgaron las leyes raciales que -con su definici¨®n de qui¨¦n deb¨ªa ser considerado jud¨ªo y qui¨¦n no- sentaron las bases para el Holocausto.
Pero Riefenstahl segu¨ªa fascinada por Hitler: 'A m¨ª me impresion¨® mucho c¨®mo luch¨® contra el desempleo', admite en la entrevista, en la que tambi¨¦n esgrime la c¨¢ndida argumentaci¨®n de toda una generaci¨®n de alemanes: 'Es que a nosotros nadie nos inform¨® con anterioridad sobre los campos de concentraci¨®n'.
Una esteta hasta debajo del agua
R
iefenstahl, que comenz¨® su carrera cinematogr¨¢fica como protagonista en cuatro pel¨ªculas de aventuras de alta monta?a y dirigi¨® su primer filme propio, La luz azul, en 1932, tard¨® mucho tiempo en distanciarse de Hitler, con el que durante a?os mantuvo un contacto personal. Fue en 1937, cuando escuch¨® que el dictador hab¨ªa descalificado las obras de sus pintores favoritos, Goya y Van Gogh, como 'arte degenerado'.
'Por Dios, no puede ser cierto que haya dicho esto', afirma haber pensado, en una reacci¨®n que ilustra bien c¨®mo Riefenstahl privilegi¨® siempre la indagaci¨®n est¨¦tica sobre cualquier otra consideraci¨®n. 'Quise fijar lo bello, que es perecedero. Todo lo dem¨¢s me entristece', sostiene. La directora lo logr¨® plenamente en su filme sobre los Juegos Ol¨ªmpicos de 1936, toda una oda a la idea ol¨ªmpica en la que, en contra de la voluntad de Hitler, tambi¨¦n registr¨® la cadena de victorias del atleta de color Jesse Owens.
A diferencia de otros cineastas menores del Tercer Reich, Riefenstahl fue estigmatizada en Alemania despu¨¦s de la II Guerra Mundial. 'De repente se me calumni¨® como nazi suprema, como una l¨ªder que, cual Juana de Arco, avanzaba con la bandera hacia la victoria', recuerda. Riefenstahl abandon¨® el cine y, como fot¨®grafa, se lanz¨® a buscar la belleza entre los nubios, en Sud¨¢n, y en el mundo subacu¨¢tico. Como resultado de esta ¨²ltima exploraci¨®n, ahora ha terminado de montar Impresiones de debajo del agua, una pel¨ªcula de 45 minutos sobre los arrecifes de Pap¨²a Nueva Guinea. 'He hecho m¨¢s de 2.000 inmersiones para esta pel¨ªcula', afirma. En la ¨²ltima de ellas, ya hab¨ªa cumplido 97 a?os. Fecha de estreno previsto para el filme: 22 de agosto del 2002, el d¨ªa de su cumplea?os.
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