El huevo de la lagartija
Se ha vuelto a reeditar G¨¢rgoris y Habidis, una historia m¨¢gica de Espa?a. Este hecho, junto a la reposici¨®n, en algunos canales de la FORTA, de la serie Kung-Fu, supone una ocasi¨®n de oro para meditar sobre las aportaciones orientalistas en la cultura de por aqu¨ª abajo en los a?os setenta, un decenio inquietante de grandes cambios culturales en el que, a modo de ejemplo, convivieron fen¨®menos biol¨®gicos y espirituales tan contradictorios como Franco, la transici¨®n o Bonney-M.
El inter¨¦s de G¨¢rgoris es, no obstante, superior al de la obra de Carradine y Bonney-M juntas. Por varias motivos. Motivo a): sobre esta obra, S¨¢nchez ha engarzado su obra ensay¨ªstica y novel¨ªstica posterior. Incluso su ultim¨ªsimo Carta de Jes¨²s al Papa es una regi¨®n de G¨¢rgoris ampliada. Motivo b): en su d¨ªa, el libro supuso la (re)fundaci¨®n de un modo de fabricar cosmovisi¨®n, ensayo e historia -siempre espa?ola, sobreactuada y m¨ªtica; como el pasoboble- que en los setenta ocupaba el lugar que le correspond¨ªa, marginal y emitida por pollos que jam¨¢s ligar¨ªan un sabadete si iban de ese palo. Esta ma?ana a primera hora, esta manera de hacer significa un fil¨®n en el mercado editorial, posiblemente un concepto de historia respetable para un gran n¨²mero de lectores, o una opci¨®n que, por su cotidianidad, ya no supone debate ni pitote. De hecho, incluso dir¨ªa que el ensayo ensayado en G¨¢rgoris y Habidis, una historia m¨¢gica de Espa?a ha supuesto toda una escuela de historiograf¨ªa vigente y boyante. Una escuela sustentada en la libre interpretaci¨®n de fuentes, el no cuestionamiento, sino la vindicaci¨®n, de ideolog¨ªas previas en la elaboraci¨®n de un discurso -patri¨®tico-, modulado a su vez por ciertas posturas preconstitucionales, que con el tiempo han ido evolucionando hacia la idea esa de que las constituciones, sobre todo la de aqu¨ª, no son reformables. Por otra parte, es una escuela que le cuesta mucho intelectualizar el pasado -y, lo que es m¨¢s inquietante: el presente y el futuro- pluricultural de la Pen¨ªnsula, y que tiende a ver todas las identidades peninsulares -salvo una- como un invento modelno. Esa escuela, con alg¨²n premio nacional en su haber, aparte del ganado por S¨¢nchez con el libro gordo de S¨¢nchez, se caracteriza -y as¨ª se lo pueden explicar a un turista, para que se oriente- por la incorporaci¨®n de la palabra Espa?a en sus t¨ªtulos -en ocasiones, socorro, hasta dos veces en un mismo t¨ªtulo- y por la vinculaci¨®n de sus autores con el poder que -y muy en su derecho- ha premiado alguna trayectoria intelectual de este calibre con cargo ad-hoc.
G?RGORIS Y HABIDIS, UNA HISTORIA M?GICA DE ESPA?A
Fernando S¨¢nchez Drag¨® Planeta. Barcelona, 2001 992 p¨¢ginas. 30,02 euros
El motivo c): el inter¨¦s de es-
ta obra ya ha sido apuntado: su falta de inter¨¦s. Es decir, la falta de respuesta y pol¨¦mica que hubo en su primera edici¨®n -1978- y en su ¨²ltima. Se trata de un objeto cultural de aggiornamento del pensamiento conservador. Algo inquietante, si pensamos que en Espa?a no hay propiamente pensamiento conservador, sino que su nicho ecol¨®gico lo ocupa el pensamiento gore, pall¨¢ o abiertamente comprometido con las mejores jugadas que en este pa¨ªs ha habido en anteriores encuentros contra los pensamientos progresistas. Quiz¨¢ la ausencia de beligerancia intelectual ante la beligerancia ilustra las funciones de la cultura desde 1978 hasta el ¨²ltimo Madrid-Bar?a: sean cuales sean esas funciones, quiz¨¢ no entra en ellas el debate de ideas o la confrontaci¨®n. Quiz¨¢, la confrontaci¨®n, en nuestra cultura, se realiza fuera de nuestra cultura. Yo qu¨¦ s¨¦. O quiz¨¢, la propuesta de G¨¢rgoris -una idea de Espa?a eterna, diferente de las anteriores en la formulaci¨®n, pero igual que las anteriores en tanto eterna-, si no ha sido cuestionada, es que ha sido por tanto asimilada y es la que tenemos. En todo caso, S¨¢nchez, como intelectual, no es un marciano. Est¨¢ imbricado en su cultura. No chirr¨ªa. Es un intelectual de la transici¨®n que se ajusta al dedillo a la descripci¨®n de un escritor en nuestro biotopo. Es un escritor medi¨¢tico que aparte de libros participa en medios de comunicaci¨®n. Su obra dibuja un tipo de periodismo y su periodismo un tipo de obras. Y, todo eso, una cultura. Por otra parte, sus participaciones en medios tienden a producirse en uno de los dos grupos est¨¦ticos de empresas de comunicaci¨®n que disponemos en esta sala. En toda esta descripci¨®n caben todos nuestros intelectuales. Y Norma Duval.
Quiz¨¢ la idea de que S¨¢nchez y su G¨¢rgoris forman parte del paisaje, de lo que hay, y que usted y yo vivimos en el pa¨ªs que se dibuja en G¨¢rgoris -es decir, en un pa¨ªs que no ha recibido una formulaci¨®n m¨¢s abierta-, queda reflejada en la historia oficial del libro que el propio S¨¢nchez explica en un nuevo pr¨®logo. Trailer: la cosa fue un encargo de la Editora Nacional, en el tiempo que estaba dirigida por Ricardo de la Cierva, ese hombre. Aparecido en otro editorial, tuvo una venta lenta pero mantenida. Sus rese?as fueron positivas. Y aupadas por la publicaci¨®n de dos art¨ªculos de signo diverso, por autores de signo diverso y en medios de signo diverso: Areilza y Garrigues Walker, que defend¨ªan la pertinencia de la vindicaci¨®n de una Espa?a eterna. Sin signo diverso. Aunque en esta ocasi¨®n, la cosa se argumentara de manera diferente que en los ¨²ltimos cuarenta a?os. Con su cosa orientalista/Kung-Fu.
La nueva formulaci¨®n nace del vertido en G¨¢rgoris de, fundamentalmente, Los heterodoxos, de Men¨¦ndez Pelayo, y de una interpretaci¨®n muy a su bola de Am¨¦rico Castro, un autor de por s¨ª muy a su bola. Este mestizaje de un autor m¨¢s grande que conservador, sobre el que el pensamiento bestialista local no tiene ninguna sospecha, con uno de los grandes exiliados de la guerra civil -que, para m¨¢s iron¨ªa, es un ejemplo de esa generaci¨®n de intelectuales que invirtieron parte de su vida en negar Espa?as eternas y en vincular Espa?a con Europa- se superpone la gran pirueta del libro: orientalizar Espa?a v¨ªa Expediente X. Es aqu¨ª donde se introduce al tercer gran pensador que ordena el compendio. Eric von Daniken, aquel gran ide¨®logo que explicaba en los setenta c¨®mo los marcianos construyeron el Machu Pichu y que aporta la l¨®gica para entender que los grandes misticismos orientales no son tales, que son espa?oles, debidamente exportados por migraciones varias. A su vez, la cosa m¨ªstica de los espa?oles se explica por su mestizaje con atlantes con superpoderes. Eso explica que todos los grandes mutantes m¨ªsticos sean espa?oles. Salvo Godzilla. Y que Espa?a no sea Europa, sino una cultura individualista abandonada a su propia velocidad espiritual, que prefiere (sic) caudillos a sistemas democr¨¢ticos. ?sa es la explicaci¨®n de una Espa?a eterna, impermeable a an¨¦cdotas externas como Roma, el catolicismo y -me temo que sobre todo- el racionalismo franc¨¦s, la Revoluci¨®n Francesa y todo eso.
El do de pecho, el mayor
ejemplo de l¨®gica interna, y el cap¨ªtulo con m¨¢s acopio de plumero, sin duda es aquel en el que se trata el problema jud¨ªo. Tesis cient¨ªfica: los jud¨ªos askenaz¨ªes son jud¨ªos, mientras los sefarditas son espa?oles pata negra, como prueban, glups, cifras antropom¨¦tricas. Matizaci¨®n cient¨ªfica: pero no tanto. De hecho: tambi¨¦n son 'reos de pertenecer a una raza masoquista, delatora y neur¨®ticamente abnegada' o, simplemente, 'deicidas'. Si bien en tanto que superespa?oles, les va m¨¢s la c¨¢bala m¨ªstica que el Talmund y bla-bla-bla, son los responsables de la fundaci¨®n de esa cosa ajena a la cultura espa?ola denominada Inquisici¨®n, en un plan Pons para 'recuperar Israel corrigi¨¦ndole abscisas y coordenadas', que fue repetido en los a?os cuarenta: 'Cinco millones' -bueno, m¨¢s bien seis- 'de personas no van al sacrificio si de verdad desean evitarlo. S¨®lo los borregos, los suicidas, los m¨¢rtires y los jugadores a largo plazo colaboran con los matarifes'. Ese plan es l¨®gico, si se tiene en cuenta que estas maniobras calculadas -la creaci¨®n de la Inquisici¨®n y el holocausto- 'son genialidades de semita un¨ªvocas e intransferibles, como el toreo lo es para los espa?oles'. Todo esto para llegar, por fin, a la idea de que 'Marx ten¨ªa que pertenecer al pueblo errante (...) Ni en mil a?os hubiera dado con ellos un pensador de sangre aria, mong¨®lica, cobriza, dr¨¢vida o camita'. Este cap¨ªtulo es, en fin, una met¨¢fora del libro. Cita cl¨¢sicos del antisemitismo como el Protocolo de Si¨®n, a Men¨¦ndez Pelayo, a Jos¨¦ Antonio, a Buda, a varios pensadores orientales -si bien omite a Bruce Lee- y, pobre Am¨¦rico Castro, a Am¨¦rico Castro. Es un max-mix extra?o, nunca jam¨¢s realizado por aqu¨ª abajo, en el que prima una teor¨ªa del mundo muy practicada por aqu¨ª abajo. El resultado es l¨®gico, si admitimos a Jos¨¦ Antonio como animal de compa?¨ªa. Este cap¨ªtulo tiene otro valor metaf¨®rico: las propuestas nacionales y esencialistas que tienen problemas con sus ciudadanos hebreos, tradicionalmente tienen problemas con sus zonas no uniformes. La cultura es, creo recordar, una zona no uniforme. Ser¨ªa reconfortante encontrarse con que el proyecto cultural que G¨¢rgoris dibuja, en esta ¨²ltima reedici¨®n recibiera alg¨²n tipo de rumba.
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