Volver a los Buddenbrook
SI EN EL A?O 2000 se conmemoraba el 125? aniversario del nacimiento de Thomas Mann, el a?o pasado se celebr¨® el centenario de su obra Los Buddenbrook, publicada por primera vez en 1901, cuando el escritor apenas contaba 25 a?os. Con motivo de estas dos efem¨¦rides se terminaron los trabajos de restauraci¨®n de la Casa Buddenbrook, en L¨¹beck, que alberga una exposici¨®n permanente y a la que peregrinan todos los a?os m¨¢s de 40.000 personas para sumergirse en la atm¨®sfera de la famosa novela. Otros actos programados han sido la presentaci¨®n por el Centro Heinrich-Thomas Mann del audiolibro 100 a?os de los Buddenbrook; la organizaci¨®n de un coloquio internacional por la Sociedad Alemana Thomas Mann, dedicado a la novela y a la literatura europea de principios del siglo XX, as¨ª como numerosas lecturas p¨²blicas. De esta manera se rinde tributo a una de las novelas que ha adquirido una mayor difusi¨®n mundial. De ella se han vendido m¨¢s de cuatro millones de ejemplares y se ha traducido a m¨¢s de 30 idiomas. Cuando en 1929 el comit¨¦ del Premio Nobel hizo p¨²blico el galard¨®n para el escritor alem¨¢n, en su justificaci¨®n mencion¨® ¨²nicamente Los Buddenbrook como homenaje a una obra imperecedera.
Y, parad¨®jicamente, es la novela de Thomas Mann a la que los especialistas han dedicado una menor atenci¨®n. Con frecuencia se ha destacado el escaso n¨²mero de comentarios o monograf¨ªas existentes sobre esta obra, si la comparamos con otros ¨¦xitos de Thomas Mann como La monta?a m¨¢gica o Doctor Faustus. Al parecer, la popularidad de Los Buddenbrook ha supuesto un freno para el escalpelo de germanistas y fil¨®sofos. Quiz¨¢ se deba a la falsa suposici¨®n de que esa popularidad es el s¨ªntoma de una falta de densidad filos¨®fica o literaria. En todo caso, el centenario de la novela ha servido para tomar conciencia de este hecho y para declarar el deseo de subsanar esta injusticia. Pues sin duda estamos ante uno de los grandes cl¨¢sicos de la literatura universal, que integra una compleja trama de motivos literarios y filos¨®ficos, combinando, adem¨¢s, un fino humor y una sutil penetraci¨®n psicol¨®gica.
?Qu¨¦ pudo impulsar a Thomas Mann a narrar el ocaso de una familia de la alta burgues¨ªa alemana: cuatro generaciones de trabajo, riqueza, ocio, desenga?o y decadencia? Escribi¨® la obra en M¨²nich y en Italia, y tom¨® como modelo a su propia familia, algunos de cuyos miembros retratados jam¨¢s pudieron perdonarle la osad¨ªa. Fue su primera novela, y tuvo un ¨¦xito demoledor. El mismo Thomas Mann qued¨® confuso y abrumado, despertando la envidia de su hermano Heinrich, tambi¨¦n con vocaci¨®n literaria, quien reconoci¨® que despu¨¦s de ese ¨¦xito durante un tiempo no soport¨® la presencia de su hermano. Con 25 a?os y de un solo golpe hab¨ªa llegado a la cima literaria, ?qu¨¦ futuro le pod¨ªa esperar? Hab¨ªa creado en plena juventud una obra maestra y el temor a no sobrepasar ese nivel le atorment¨®. ?C¨®mo pod¨ªa superar esa seguridad estil¨ªstica, esa calidad literaria, esa densidad de motivos, esa madurez? En la obra no s¨®lo se emprend¨ªa un espl¨¦ndido an¨¢lisis sociol¨®gico, que prefiguraba los estudios de Max Weber sobre la ¨¦tica del capitalismo, sino que en ella se plasmaba el substrato cultural de una sociedad y, ante todo, la filosof¨ªa de una ¨¦poca. En efecto, en Los Buddenbrook nos topamos con Nietzsche y su psicolog¨ªa de la decadencia, con su hipot¨¦tico darwinismo, pero tambi¨¦n con el pesimismo schopenhaueriano y sus repercusiones morales, as¨ª como con las teor¨ªas musicales y sociales de Wagner. En el cap¨ªtulo 10 asistimos a uno de los pasajes m¨¢s famosos de la obra, representativo del g¨¦nero de la novela filos¨®fica, en la que Thomas Mann alcanzar¨ªa una gran maestr¨ªa: las reflexiones de Thomas Buddenbrook sobre la vida y la muerte en di¨¢logo con el autor de El mundo como voluntad y representaci¨®n. El propio Mann escrib¨ªa a su amigo Otto Grautoff explic¨¢ndole el sentido de su obra: en primer lugar, hab¨ªa que acentuar el car¨¢cter alem¨¢n de la novela, as¨ª como sus ingredientes 'aut¨¦nticamente' alemanes, la m¨²sica y la filosof¨ªa; tampoco se pod¨ªa olvidar la influencia inglesa (Dickens) y la rusa, y si algo se pod¨ªa objetar, era la desesperanza y melancol¨ªa del final.
Aunque al principio era casi imposible prever la enorme fama de la novela, que en quince a?os experimentar¨ªa cien ediciones, desde que el lector de la editorial Fischer la recomend¨® con las palabras 'un espl¨¦ndido trabajo; sincero, positivo y rico', se sucedieron las cr¨ªticas favorables y entusiastas, entre otras las de Rilke y Franz Blei. Sorprendente, sin embargo, fue el don prof¨¦tico del cr¨ªtico literario Samuel Lublinski, que ya en 1902 public¨® una rese?a en la que calificaba la novela como un libro 'indestructible'. 'Crecer¨¢ con el tiempo', dec¨ªa, 'y a¨²n ser¨¢ le¨ªda por muchas generaciones; se trata de una de esas obras de arte que est¨¢n por encima del d¨ªa y de la ¨¦poca'. Tambi¨¦n se ha cumplido la profec¨ªa de Thomas Mann de que todo buen libro que se ha escrito contra la vida seduce para vivir.
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