Argentina: regreso al pasado
La canci¨®n dec¨ªa: 'Dont cry for me, Argentina', y ten¨ªa raz¨®n. No es Argentina la que tiene que llorar por nosotros; somos nosotros los que debemos llorar por Argentina. Resulta simb¨®lico que en los mismos d¨ªas, en que Espa?a y Europa adoptan la moneda ¨²nica europea llamada a convertirse (en gran parte ya lo es) en una divisa de referencia mundial, Argentina tenga que abandonar la convertibilidad, devaluar y entrar en un camino monetario y econ¨®mico incierto, que puede devolverla a las hiperinflaciones de d¨¦cadas pasadas.
Muchos de los que reflexionan sobre lo que est¨¢ ocurriendo en Argentina, incluyendo innumerables argentinos, piensan que los recientes acontecimientos demuestran el fracaso del 'experimento neoliberal' del ¨²ltimo decenio. En Argentina, en realidad, parece haber fracasado todo: liberalismo (neo y paleo), populismo, dictadura, democracia, peronismo, radicalismo, librecambismo, proteccionismo y un largo etc¨¦tera. A todos extra?an los continuos fracasos de un pa¨ªs que tiene gran abundancia de recursos energ¨¦ticos, minerales y agrarios, y una de las poblaciones m¨¢s educadas de Am¨¦rica Latina. No extra?a que cunda la desesperanza. Los argentinos est¨¢n hartos de sus pol¨ªticos, y les atribuyen gran parte de sus males; pero ocurre que fueron ellos los que los eligieron. Esto es lo terrible de la democracia: las responsabilidades son compartidas.
En realidad, lo que est¨¢ ocurriendo en Argentina era inevitable desde hace a?os, y culpar de ello al ex ministro de Hacienda Domingo Cavallo, o incluso al ex presidente Fernando de la R¨²a, es, simplemente, buscar un chivo expiatorio de alta visibilidad. En especial, Cavallo no tiene mucha m¨¢s responsabilidad que la de haber aceptado hace ocho meses una misi¨®n imposible. Durante este lapso de tiempo ha estado haciendo los m¨¢s incre¨ªbles ejercicios de cuerda floja para salvar una situaci¨®n insalvable. Es casi un milagro, y una prueba de su habilidad y de su cr¨¦dito, haber podido mantener tantas pelotas en el aire sobre una cuerda cada vez m¨¢s floja; pero era demasiado pelotazo, y en alg¨²n momento se ten¨ªa que venir todo abajo.
Otros culpan al Fondo Monetario Internacional por no haber seguido prestando. Pero un banquero internacional no puede dar cr¨¦dito indefinidamente a un deudor en quiebra t¨¦cnica (esto estaba en la mente de todos, pero lo ha dicho nada menos que el actual presidente, Eduardo Duhalde), que se niega a llevar a cabo los planes de ajuste requeridos. Y ¨¦ste ha sido el problema crucial: los planes de ajuste. En realidad, la cat¨¢strofe argentina se debe a la falta de voluntad pol¨ªtica para imponer los sacrificios necesarios en el momento preciso. La irresponsabilidad est¨¢ muy distribuida.
La situaci¨®n viene de lejos. Tras d¨¦cadas de dictaduras, corrupci¨®n, aislacionismo econ¨®mico e hiperinflaci¨®n, la democracia fue restaurada en 1983, pero el presidente Alfons¨ªn, tan acertado en otras materias, fracas¨® de manera estrepitosa en lo econ¨®mico; su Plan Austral fue un se?uelo que trataba de ocultar su incapacidad para emprender el plan de ajuste fiscal necesario. Aclamado al tomar posesi¨®n, tuvo que huir vergonzantemente antes de acabar su mandato. Para sorpresa de todos, su sucesor peronista, Carlos Menem, con Cavallo en Hacienda, s¨ª fue capaz de estabilizar la moneda creando la famosa Caja de Convertibilidad, que los argentinos llamaban orgullosamente Currency Board. El secreto del equipo Menem-Cavallo estuvo en obtener los cr¨¦ditos necesarios para lograr la paridad peso-d¨®lar y el cr¨¦dito entre la poblaci¨®n para que ¨¦sta aceptara los sacrificios que la estabilizaci¨®n entra?aba. Un programa de privatizaciones h¨¢bilmente llevado permiti¨® equilibrar el presupuesto y dar permanencia a la convertibilidad. Se hab¨ªa hecho el milagro econ¨®mico; lleg¨® el momento de realizar el milagro pol¨ªtico: una reforma fiscal, que pusiera las cuentas p¨²blicas en equilibrio haciendo innecesario m¨¢s endeudamiento. Pero una reforma fiscal en serio hubiera exigido nuevos sacrificios y una administraci¨®n eficaz y honesta. Los obst¨¢culos eran demasiado grandes, y resultaba m¨¢s f¨¢cil, y pol¨ªticamente m¨¢s rentable, recurrir de nuevo al cr¨¦dito.
Con el ¨¦xito del sistema de convertibilidad era f¨¢cil lograr m¨¢s pr¨¦stamos en el interior y en el exterior. El pa¨ªs crec¨ªa e inspiraba confianza. Ocurri¨® lo de siempre: en tiempos de bonanza parec¨ªa que la deuda ser¨ªa f¨¢cilmente rescatable, aunque siguiera creciendo. Pero a partir de 1997, con la crisis brasile?a, y, m¨¢s recientemente, con la ca¨ªda de la Bolsa de Nueva York y la recesi¨®n norteamericana, los cr¨¦ditos eran cada vez m¨¢s dif¨ªciles de lograr. Entretanto, la convertibilidad se hab¨ªa ido haciendo cada vez m¨¢s ficticia, porque los precios argentinos subieron durante estos a?os m¨¢s deprisa que los norteamericanos: la convertibilidad artificial, mantenida con pr¨¦stamos, lastraba la competitividad argentina. La ¨²nica manera de evitar la deflaci¨®n brutal que requer¨ªa la vuelta al equilibrio eran m¨¢s pr¨¦stamos. ?ste fue el c¨ªrculo infernal que heredaron De la R¨²a y su poco avenida coalici¨®n.
Para tomar las medidas radicales que tal situaci¨®n requer¨ªa, a De la R¨²a le falt¨® quiz¨¢ decisi¨®n, pero tambi¨¦n le falt¨® mandato. Con su partido en minor¨ªa, sus socios de gobierno divididos, la oposici¨®n peronista irreductible, el presidente no ten¨ªa margen de maniobra. No pod¨ªa sanear las cuentas p¨²blicas, cosa que nadie le ped¨ªa, sin provocar una tormenta pol¨ªtica de consecuencias incalculables. Qui¨¦n sabe si lo consider¨®, pero si lo hizo, seguro que sus consejeros le disuadieron. Recurri¨® entonces a Cavallo por ver si hac¨ªa un milago, pero ni el mago pudo con el problema. Y vino la cat¨¢strofe.
?Qu¨¦ puede hacerse ahora? La devaluaci¨®n es inevitable, pero peligros¨ªsima, porque puede dar lugar a una inflaci¨®n incontrolable; el alza de precios ya ha comenzado. La idea de una tercera moneda, adem¨¢s del d¨®lar y el peso, el argentino, no era mala, porque permit¨ªa devaluar de hecho (el argentino hubiera ca¨ªdo inmediatamente) sin desprestigiar el peso. Ahora la presi¨®n popular para que se desbloqueen las cuentas bancarias va a ser muy fuerte, pero el desbloqueo tendr¨¢ nuevos efectos inflacionistas. El subvencionar los bienes de consumo popular, como quiere hacer el nuevo Gobierno para paliar el descontento, contribuye al d¨¦ficit fiscal. Nadie tiene ya confianza en el peso, y ¨¦sa es la mejor receta para la inflaci¨®n y la fuga de capitales, dos males end¨¦micos en Argentina. La tentaci¨®n entonces ser¨¢ controlar el comercio y las transacciones exteriores, el intervencionismo y la autarqu¨ªa. Pero esto tambi¨¦n se prob¨® largamente, con consecuencias bien conocidas: estancamiento econ¨®mico y m¨¢s corrupci¨®n. La Argentina tienen una larga tradici¨®n de buscar ingenios¨ªsimos expedientes arbitristas para ir tirando y evitar enfrentarse al gran reto: equilibrar el presupuesto.
Como el actual Gobierno tampoco tiene la fuerza necesaria para emprender reformas serias, recurrir¨¢ a esos expedientes: todo indica que Argentina se encamina de nuevo hacia la inflaci¨®n, el aislamiento y el estancamiento econ¨®micos. Tras lo que se recordar¨¢ como la d¨¦cada dorada del Currency Board, bienvenida al pasado, tierra del Plata. Ojal¨¢ me equivoque.
Gabriel Tortella es catedr¨¢tico de Historia Econ¨®mica en la Universidad de Alcal¨¢.
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