Culpar al islam es demasiado f¨¢cil
Los atentados terroristas contra Estados Unidos y la guerra contra los talibanes han provocado conjeturas sobre la relaci¨®n entre cultura y desarrollo econ¨®mico. M¨¢s claramente, ?es el bajo desarrollo econ¨®mico de buena parte de Oriente Pr¨®ximo y de Asia Central resultado de pr¨¢cticas culturales hostiles al crecimiento econ¨®mico?
Algunos dicen que el mundo isl¨¢mico se perdi¨® los avances de la Ilustraci¨®n europea, cuando se separaron el Estado y la religi¨®n, se adoptaron modernas ideas cient¨ªficas y se modernizaron las actitudes culturales hacia las mujeres. Como consecuencia, se alega, el mundo isl¨¢mico no es capaz de hacer frente a las demandas de la modernizaci¨®n.
La verdad es que ciertas pr¨¢cticas culturales respaldan la modernizaci¨®n econ¨®mica. Entre esas pr¨¢cticas se encuentran la tendencia a una mayor igualdad entre sexos; una cultura que recompensa los niveles elevados de instrucci¨®n con una categor¨ªa social elevada; la laicizaci¨®n de muchos aspectos de la vida moderna; y las pr¨¢cticas culturales que favorecen la movilidad social en la elecci¨®n de ocupaciones. Lo falso es que algunas culturas sean est¨¢ticas y enemigas del cambio, mientras que otras son de alguna manera ¨²nicamente modernas.
A menudo, las diferencias culturales son el efecto, m¨¢s que la causa, de las diferencias en el desarrollo econ¨®mico
En todo el mundo, las culturas han tenido que adaptarse a los cambios de los pasados 200 a?os. En Europa occidental y Estados Unidos, por ejemplo, la aceptaci¨®n de la igualdad entre hombres y mujeres ha supuesto un largo proceso de lucha pol¨ªtica y de evoluci¨®n de las normas sociales. El ritmo de cambio ha variado notablemente entre regiones y entre subgrupos culturales.
El mundo isl¨¢mico, que abarca m¨¢s de 15.000 kil¨®metros cuadrados, docenas de pa¨ªses y m¨¢s de 1.000 millones de seguidores, est¨¢ igualmente sometido a una extensa variaci¨®n cultural.
Consid¨¦rese el n¨²mero de hijos por mujer en la sociedad, conocido como 'tasa total de fecundidad'. En sociedades en las que no se permite trabajar a las mujeres, la tasa total de fecundidad es muy elevada. El crecimiento econ¨®mico tiende a sufrir cuando las familias pobres tienen muchos hijos, y la instrucci¨®n por hijo tiende a reducirse. Una mujer de Yemen tiene de media m¨¢s de siete hijos en su vida. En Arabia Saud¨ª, la media es superior a seis hijos.
En otros pa¨ªses isl¨¢micos, la tasa de fecundidad es mucho m¨¢s baja y ha descendido en las ¨²ltimas d¨¦cadas. En T¨²nez, la tasa media de fecundidad ha ca¨ªdo de 6,2 en la d¨¦cada de los setenta a 2,3 en la actualidad, s¨®lo ligeramente inferior al 2,0 de media de Estados Unidos. Ca¨ªdas similares se han producido en Turqu¨ªa e Indonesia.
En estos pa¨ªses, muchas mujeres han entrado a formar parte de la poblaci¨®n activa. Como consecuencia, el crecimiento econ¨®mico ha avanzado r¨¢pidamente en la pasada generaci¨®n. La cultura isl¨¢mica no ha sido un obst¨¢culo para el crecimiento, ni se ha mantenido est¨¢tica; por el contrario, ha demostrado su dinamismo y su capacidad para evolucionar.
En la pen¨ªnsula ar¨¢biga, el cambio cultural y el desarrollo econ¨®mico han sido m¨¢s lentos. Las causas avanzan en ambas direcciones: puede que los factores culturales hayan impedido el crecimiento econ¨®mico, mientras que un mal rendimiento econ¨®mico quiz¨¢ haya hecho m¨¢s lenta la adaptaci¨®n de las pr¨¢cticas culturales a las necesidades de la econom¨ªa moderna. Es posible que en lugares muy remotos las malas conexiones con la econom¨ªa mundial hayan retrasado el proceso de cambio social.
Deber¨ªamos desconfiar de tres tendencias. La primera es dar etiquetas f¨¢ciles a diversas sociedades. La segunda es creer que la cultura es est¨¢tica. La tercera es creer que la cultura es la clave del desarrollo econ¨®mico, que en realidad est¨¢ determinado por muchos factores, incluidos la geograf¨ªa, la pol¨ªtica y las relaciones internacionales. A menudo, las diferencias culturales son el efecto, m¨¢s que la causa, de las diferencias en el desarrollo econ¨®mico.
Jeffrey D. Sachs es catedr¨¢tico Galen L. Stone de Econom¨ªa y director del Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.