Pos-Afganist¨¢n
Estados Unidos no ha dado por concluida la guerra de Afganist¨¢n tras vencer r¨¢pidamente al r¨¦gimen talib¨¢n. Sin embargo, s¨ª ha cerrado el grifo de la informaci¨®n: el Gobierno ya no dar¨¢ datos ni opiniones sobre la posible ubicaci¨®n de Osama Bin Laden y del mul¨¢ Omar, ambos desvanecidos. Lo m¨¢s que lleg¨® a decir esta semana un portavoz del Pent¨¢gono es que las fuerzas de EE UU van a dejar de 'perseguir sombras'. Pero no cejar¨¢n en intentar localizar y acabar con el autoproclamado dise?ador de los atentados del 11 de septiembre y de la red Al Qaeda y el jefe del opresivo r¨¦gimen talib¨¢n. En tales condiciones no se entiende, ni se justifica, que EE UU siga bombardeando al ritmo infernal que lo hace partes de Afganist¨¢n, incluso si es para acabar con focos de resistencia de los talibanes o de Al Qaeda.
La guerra contra el terrorismo que prometi¨® Bush ha acabado en una guerra contra Afganist¨¢n que, salvo alg¨²n accidente, no ha costado pr¨¢cticamente v¨ªctimas estadounidenses. Debe saber terminarla, para dar paso a la reconstrucci¨®n, funci¨®n que, con arreglo a una impl¨ªcita divisi¨®n de papeles, parece corresponder a Europa. No ser¨¢ tarea f¨¢cil ayudar a construir un verdadero Estado en un territorio en el que se enfrentan clanes y tribus. Requerir¨¢ toda la pericia internacional y del Gobierno provisional afgano de Hamid Karzai, una de cuyas primeras medidas ha sido prohibir a los ciudadanos ir con armas por la calle. Mucho queda por hacer all¨ª, incluyendo la reinserci¨®n de los refugiados que se han ido acumulando en sus fronteras.
M¨¢s all¨¢ de Afganist¨¢n, la estrategia de EE UU parece ahora orientarse a impedir que ¨¦sta u otra red terrorista vuelva a disponer de un Estado-santuario. Afganist¨¢n se hab¨ªa convertido en un Estado mantenido por el terrorismo (m¨¢s que un Estado terrorista) y el dinero que recib¨ªa de Al Qaeda. De ah¨ª las misiones en curso en pa¨ªses como Somalia y otros en ?frica.
La pieza central para EE UU es Pakist¨¢n, que puede estar convirti¨¦ndose en refugio para los terroristas huidos de Afganist¨¢n. El Gobierno de Musharraf se ha impuesto como prioridad la extirpaci¨®n de este terrorismo, no s¨®lo para satisfacer a EE UU, sino tambi¨¦n para aplacar a India tras el atentado de Nueva Delhi. Desgraciadamente, se ha producido un nuevo enfrentamiento diplom¨¢tico nada constructivo tras las amenazas lanzadas por Bush contra Ir¨¢n en caso de que Teher¨¢n albergara a huidos de Al Qaeda o intentara desestabilizar al nuevo r¨¦gimen que se est¨¢ instalando en Afganist¨¢n.
El Gobierno de Estados Unidos, contrariamente a la expresado por George Bush durante su campa?a electoral (consider¨® excesivos los compromisos militares de su pa¨ªs en el extranjero), est¨¢ construyendo bases en varios pa¨ªses de Asia Central -Kirguizist¨¢n, Uzbekist¨¢n y el propio Afganist¨¢n-, una presencia que cambia la ecuaci¨®n en toda la zona y m¨¢s all¨¢. Incluso en Cuba, donde Rusia, ante estos pasos de EE UU en los antiguos territorios sovi¨¦ticos, ha frenado el desmantelamiento de algunas instalaciones militares de las que dispon¨ªa en la isla.
Justamente es a su base de Guant¨¢namo, en la isla caribe?a, a donde EE UU est¨¢ trasladando a 300 prisioneros de guerra afganos y de otras nacionalidades para juzgarlos all¨ª. En principio, y a pesar de que sedarlos para garantizar un traslado seguro resulte de dudosa legalidad, EE UU parece estar respetando los derechos de los prisioneros garantizados por la Convenci¨®n de Ginebra. Pero hubiera ganado en credibilidad e imagen si los hubiera juzgado un tribunal internacional, en vez de uno militar bajo las nuevas leyes excepcionales aprobadas en Washington.
El nuevo terrorismo en red como el de Al Qaeda quiz¨¢s no necesite base territorial, sino contar con n¨²cleos diversos interconectados por los m¨²ltiples canales que ofrecen las tecnolog¨ªas y los sistemas de transporte modernos. La lucha contra el terrorismo de Bin Laden, una vez destruidas sus bases en el castigado pa¨ªs de Asia Central, debe discurrir principalmente por otros derroteros m¨¢s policiales que militares y de control de sus finanzas, como ya se ha empezado a hacer mediante la necesaria cooperaci¨®n internacional.
Deshacer estas redes requerir¨¢, adem¨¢s de constancia y paciencia, un esfuerzo compartido y no una actuaci¨®n unilateral de Estados Unidos, aunque todos sus aliados piensen que s¨®lo ese pa¨ªs era capaz de hacer lo que ha hecho. Sin olvidar que la mejor manera de evitar la creaci¨®n de santuarios para los terroristas es ayudar al desarrollo econ¨®mico, social y pol¨ªtico del Tercer Mundo, reduciendo la pobreza y construyendo instituciones pol¨ªticas abiertas.
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