El mundo, en una peluquer¨ªa
Dominicanos y africanos gestionan centros donde el cliente puede cortarse el pelo, hacer llamadas o comprar productos de su tierra
Casi de forma simult¨¢nea, la dominicana Genara Minaya es capaz de cortar el pelo, atender llamadas, gestionar el env¨ªo de dinero a otro pa¨ªs y poner en funcionamiento una fotocopiadora. Todo es posible en Latinoamericanos, un negocio que ella mont¨® hace ya m¨¢s de un a?o en el n¨²mero 16 de la calle de Gonz¨¢lez Sola, en Tetu¨¢n, y que a¨²na en un solo establecimiento una peluquer¨ªa y un locutorio; ofrece, adem¨¢s, venta de chicles y tabaco, as¨ª como servicio de fotocopiadora y transferencias monetarias.
No es el ¨²nico. El de Genara es s¨®lo un ejemplo de las peluquer¨ªas multiusos que proliferan en Madrid desde hace algo menos de cuatro a?os. Son recintos en los que en una sola jornada los clientes, en su mayor¨ªa inmigrantes, pueden llamar por tel¨¦fono a su familia, ponerse en manos de una peluquera, enviar dinero a su pa¨ªs o simplemente encontrar esos productos de la tierra que de otra manera habr¨ªa sido imposible conseguir. Estos locales, presentes especialmente en barrios como el de Lavapi¨¦s y en zonas como Cuatro Caminos, Estrecho y Alvarado, se han convertido en aut¨¦nticos puntos de encuentro, escenarios donde se mezclan la m¨²sica, el buen rollo y, en muchos casos, la nostalgia por las ra¨ªces lejanas.
'Yo no me termino de acostumbrar. Si por m¨ª fuera ya habr¨ªa vuelto a mi pa¨ªs, pero no puedo. Es que no me acostumbro al fr¨ªo', dice, casi resignada, Genara en esta helada ma?ana de s¨¢bado. Mientras ella habla, la observa con atenci¨®n una clienta venezolana que ha acudido a la peluquer¨ªa para cortarse el pelo. 'Prefiero venir a sitios como ¨¦ste porque son muy pr¨¢cticos para los inmigrantes. Pero, sobre todo, lo hago porque me gusta mucho m¨¢s el trato que en las peluquer¨ªas espa?olas tradicionales, que es muy fr¨ªo', afirma la clienta.
Como tel¨®n de fondo, suenan en Latinoamericanos letras alegres de m¨²sica merengue, el ritmo tradicional de la Rep¨²blica Dominicana, que acompa?a a los ciudadanos de este pa¨ªs all¨ª donde quiera que van. 'Es que nosotros no somos nada sin m¨²sica. No podr¨ªamos vivir', comenta Genara en un tono marcado por la tristeza de la lejan¨ªa. 'En este sitio siempre habr¨¢ m¨²sica, porque yo no puedo soportar el silencio, que es casi lo que menos me gusta de Espa?a', a?ade.
El negocio de las peluquer¨ªas multiusos est¨¢ dominado por el colectivo dominicano, aunque ¨²ltimamente es frecuente ver surgir locales gestionados por inmigrantes africanos y de otros pa¨ªses de Latinoam¨¦rica. La constante en casi todos estos establecimientos es la amplitud de horarios y el buen ambiente que en ellos se respira, fruto del trasiego incesante de clientes de diversas nacionalidades, incluidos los espa?oles.
Estos centros multifuncionales parecen no dormir jam¨¢s. Cualquier d¨ªa de la semana es posible encontrar sus puertas abiertas de par en par en espera de clientes. Son una muestra de lo que la portavoz de una asociaci¨®n de dominicanos en Espa?a denomina la 'econom¨ªa ¨¦tnica', que requiere la total disponibilidad de sus propietarios. 'Aqu¨ª no se descansa nunca. Yo trabajo todos los d¨ªas de mi vida. Sin tregua. Desde las diez de la ma?ana hasta casi las once de la noche', asegura la due?a de Latinoamericanos.
Genara lleg¨® a Madrid hace cuatro a?os y desde el principio comenz¨® a trabajar en una peluquer¨ªa como ayudante. 'Es algo que me gusta desde ni?a', subraya con una sonrisa; aunque admite que tuvo suerte, pues la mayor¨ªa de sus compatriotas, muchas de las cuales ahora poseen sus propias peluquer¨ªas, tuvieron que empezar trabajando como internas en el servicio dom¨¦stico. 'Ahora lo pienso y creo que yo no habr¨ªa podido', reconoce tajante.
Liso o rizado
Belkis, otra dominicana de 30 a?os, propietaria de una peluquer¨ªa en la calle de Santa Juliana, en el distrito de Tetu¨¢n, sabe bien de lo que habla su compatriota: 'Me toc¨® trabajar dos a?os como interna y despu¨¦s mi marido y yo comenzamos con un pr¨¦stamo que nos dieron. Recuerdo que cuando llegu¨¦ aqu¨ª no ten¨ªa dinero ni papeles, pero poco a poco he ido construyendo mi vida en este pa¨ªs', dice.
En este s¨¢bado invernal, la peluquer¨ªa de Belkis est¨¢ llena de clientes, la mayor¨ªa mujeres dominicanas que esperan para alisarse el pelo, una de las modalidades m¨¢s demandadas por los usuarios. 'Es muy curioso, pero las clientas de aqu¨ª, las espa?olas, siempre vienen atra¨ªdas por el cabello rizado. Como muchas lo tienen liso prefieren llevar rizos; en cambio, las dominicanas siempre quieren que les alisemos el pelo', cuenta al respecto Genara. La otra gran demanda de las peluquer¨ªas dominicanas son las trenzas y las extensiones de cabello, servicios tambi¨¦n muy requeridos en las peluquer¨ªas africanas y cuyos precios oscilan entre los 150 euros (25.000 pesetas) y los 360 euros (60.000 pesetas).
'Aqu¨ª no tenemos peluquer¨ªa, pero casi. Todos los d¨ªas viene una chica que es la encargada de hacer las trenzas', cuenta Jos¨¦, el dependiente de un locutorio con venta de productos africanos incorporado que se halla en el n¨²mero 36 de la calle de Zurita, en pleno coraz¨®n de Lavapi¨¦s.
Son s¨®lo las doce del mediod¨ªa y de este local no paran de entrar y salir clientes ¨¢vidos de productos alimenticios o deseosos de hacer la llamada telef¨®nica de la semana a su pa¨ªs de origen. La escena se repite no muy lejos de all¨ª, en otras dos peluquer¨ªas, una africana y otra dominicana, que se encuentran en las calles del Amparo y de Miguel Servet.
El 'peque?o Caribe' de Tetu¨¢n
El distrito de Tetu¨¢n se ha convertido, con el paso de los a?os, en un peque?o Caribe donde predomina el dulce y sonoro acento dominicano. En esta zona de Madrid est¨¢n empadronados 1.442 ciudadanos de ese pa¨ªs (de los 11.668 que residen en Madrid, seg¨²n datos oficiales de enero de 2001); muchos de ellos, tras llevar m¨¢s de una d¨¦cada en Espa?a, han optado por la nacionalizaci¨®n. Despu¨¦s de la ecuatoriana, la de la Rep¨²blica Dominicana es la colonia inmigrante m¨¢s numerosa en Tetu¨¢n. Belkiys, propietaria de una peluquer¨ªa en la calle de Santa Juliana de este distrito, calcula que entre la calle de Bravo Murillo y la plaza de Castilla hay m¨¢s de una veintena de peluquer¨ªas regentadas por mujeres dominicanas que primero tuvieron que dedicarse al servicio dom¨¦stico cuando entraron en Espa?a. Muchas de ellas han encontrado opciones laborales gracias a los talleres de peluquer¨ªa que organizan las asociaciones de dominicanos en Espa?a. En las peluquer¨ªas dominicanas la m¨²sica merengue fluye sin cesar, y en los alrededores proliferan los denominados colmados latinoamericanos, sitios de venta donde los inmigrantes pueden encontrar productos alimenticios de su tierra.
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