Un problema de actitud y algo m¨¢s
Dos visitas a Valladolid en cuatro d¨ªas han tenido un efecto devastador sobre el Depor. Quedarse con el espejismo del resultado y con la apariencia heroica de haber resuelto la eliminatoria en desventaja num¨¦rica equivaldr¨ªa a cubrir los ojos con una venda. El Depor volvi¨® a ser anoche un equipo deprimente y sin rumbo, al que s¨®lo salvaron los azares del f¨²tbol y que corrobor¨® algunos de sus males.
El Deportivo puso lo que tanto echaba de menos Irureta, y no solamente ¨¦l. Se le ped¨ªan m¨¢s arrestos al equipo y ¨¦ste sali¨® dispuesto al combate, como ya prefiguraba la alineaci¨®n. Aunque Irureta dijese lo contrario -probablemente para proteger a sus jugadores- el Deportivo s¨ª ten¨ªa un problema de actitud. Pero tambi¨¦n es verdad que hab¨ªa otros muchos, como bien se comprob¨® anoche. Porque est¨¢ muy bien poner ardor en la batalla siempre que se disponga de argumentos verdaderamente futbol¨ªsticos. Y en Zorrilla no tuvo ninguno.
El choque confirm¨® punto por punto los peores s¨ªntomas que estaba ofreciendo el grupo de Irureta, desde la escandalosa mala forma de los futbolistas con mayor capacidad de creaci¨®n -Trist¨¢n, Valer¨®n o Fran- a la verbena permanente que reina en su defensa. El Depor es como una muralla que se desploma en cuanto le pica una abeja, como un petrolero lento y pesado que trata de interceptar a un fuera borda. La lentitud lo abarca todo en la defensa del Depor: el centro, las bandas, los movimientos, el sentido de la anticipaci¨®n o las reacciones a las maniobras del contrario.
Del desbarajuste tampoco se libr¨® el banquillo. Cuesta creer que Irureta pensase seriamente que podr¨ªa levantar el partido entregando el ataque por las bandas a Scaloni y Capdevila. Menos mal que un inesperado ¨¢ngel acudi¨® al rescate desde el cielo.
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