El viejo Berl¨ªn no perdona
Los ex comunistas alemanes vuelven hoy al poder local de Berl¨ªn junto con el SPD contra la opini¨®n de sus viejos militantes
Hace falta ir a Marzahn, una ciudad sat¨¦lite tan al este de la capital alemana que ya no cabe en el mapa, para comprender lo dividida que sigue estando Berl¨ªn, en donde hoy se instala un Gobierno de coalici¨®n entre los socialdem¨®cratas del SPD y los ex comunistas del Partido del Socialismo Democr¨¢tico (PDS). M¨¢s de 11 a?os despu¨¦s de la disoluci¨®n de la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana, esta toma de posesi¨®n supone para el PDS un gigantesco paso hacia la respetabilidad pol¨ªtica y nacional. Aqu¨ª, en Marzahn, sin embargo, donde el partido heredero del r¨¦gimen socialista gobierna desde 1993 y donde en las pasadas elecciones obtuvo m¨¢s del 50% de los votos, no se siente ning¨²n entusiasmo.
Todo lo contrario: 'Estamos indignados', dice G¨¹nther, historiador en paro de 60 a?os, durante una reuni¨®n de las bases del PDS, el martes por la noche. El motivo: en el pre¨¢mbulo del acuerdo con el SPD, negociado por los dirigentes del partido, se dice que el muro de Berl¨ªn implic¨® 'un duro sufrimiento' y la 'muerte' de cientos de personas, y de que, 'si bien la guerra fr¨ªa fue conducida por ambas partes, la responsabilidad de este sufrimiento fue exclusivamente de los Gobiernos de Berl¨ªn Este y Mosc¨²'. 'Aqu¨ª se est¨¢ falsificando la historia', espeta G¨¹nther. 'La guerra fr¨ªa no fue unilateral y tiene que ser vista desde todos los ¨¢ngulos. Yo tampoco acuso al SPD de que fueran asesinados Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht mientras que los socialdem¨®cratas estuvieron en el poder, en 1919'.
La media de edad de la veintena de militantes reunidos en un s¨®tano repleto de pintadas izquierdistas y no tanto -'La libertad es una puta cara'- debe ser de m¨¢s de 50 a?os. Aunque el PDS en las elecciones regionales de octubre fue votado por gran n¨²mero de j¨®venes, muchos de sus afiliados son jubilados, ex funcionarios del r¨¦gimen. En cierto sentido, son los perdedores de la reunificaci¨®n. Y se sienten estigmatizados: 'El oeste tiene que aceptar que tambi¨¦n nosotros hemos vivido', dice una mujer. Pero las ¨¦lites y muchos ciudadanos occidentales han querido escuchar disculpas, y la renovada c¨²pula del PDS, encabezada por el locuaz Gregor Gysi, se las han dado, a sabiendas de que buena parte de sus militantes est¨¢n en contra.
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