De qu¨¦ patriotismo hablamos
I. No ser¨¢ a m¨ª a quien inquiete que la derecha espa?ola adopte la concepci¨®n del patriotismo constitucional. Todo lo contrario, supondr¨ªa un tr¨¢nsito hist¨®rico el que nuestros conservadores abrazasen, al fin, la idea de que patria y naci¨®n -como ya sosten¨ªa Cervantes- son cosas distintas y que el patriotismo y la libertad son inseparables. Mi temor reside, por el contrario, en que este amor reciente que le ha entrado a la derecha espa?ola por la Constituci¨®n no sea una maniobra manipuladora del concepto con objeto de alcanzar fines menos integradores. Porque como es sabido, la idea de patriotismo de la constituci¨®n surge en la Alemania de la posguerra y es teorizada por J¨¹rgen Habermas en diversos escritos, una parte de los cuales han sido recogidos en castellano en un libro bajo el t¨ªtulo M¨¢s all¨¢ del Estado nacional. Pues bien, no es una casualidad que la idea naciese en la Alemania posnazi, traumatizada por su pasado y necesitada de superarlo sobre nuevas bases civilizatorias. La raz¨®n es bien sencilla si comprendemos que el patriotismo de la constituci¨®n tiene su fundamento en una concepci¨®n de la historia como cr¨ªtica radical de un pasado que imped¨ªa integrar a los alemanes en una identidad com¨²n y civilizada. Por eso Habermas, antes de llegar al concepto de patriotismo de la constituci¨®n, habla de la necesidad de 'efectuar un escrupuloso examen de esa tradici¨®n fracasada... de la corriente irracionalista de fondo que con el r¨¦gimen nazi aflor¨® y creci¨® hasta hacerse hegem¨®nica' y, siguiendo en esto a Adorno, de la necesidad de una 'inmisericorde reflexi¨®n sobre un pasado humillante'; en una palabra, de abordar una severa cr¨ªtica del pasado de la naci¨®n construido entre guerras y dictaduras. ?Acaso no nos suena todo esto? De ah¨ª que el pensador alem¨¢n se escandiliza cuando comprueba que fue el 8 de mayo de 1985, ?40 a?os despu¨¦s del fin de la guerra!, cuando un presidente de la Rep¨²blica se atrevi¨® a entender la derrota del r¨¦gimen nazi... 'como nuestra liberaci¨®n de una dictadura'. As¨ª, la idea de patria como libertad se abr¨ªa paso en el Estado alem¨¢n. Y concluye Habermas: 'Por tanto, deber¨ªamos aprender finalmente a entendernos no como una naci¨®n compuesta por miembros de una misma comunidad ¨¦tnica (y yo a?adir¨ªa, ni ling¨¹¨ªstica, ni cultural, etc¨¦tera), sino como una naci¨®n de ciudadanos..., pues la Rep¨²blica no tiene, en definitiva, otra estabilidad que la que le confieren las ra¨ªces que los principios de su Constituci¨®n echan en las convicciones y pr¨¢cticas de sus ciudadanos'. El patriotismo del que hablamos no se refiere, en consecuencia, a un determinado texto constitucional en su literalidad, sino a los valores y principios democr¨¢ticos que contiene y nos convierte a todos en ciudadanos.
II. ?Tiene lo anterior algo que ver con el patriotismo con el que nos amenaza ahora el PP y pretende convertir en ponencia estrella en su pr¨®ximo congreso? Desgraciadamente, me temo que no. En primer lugar, porque el se?or Aznar y su partido se han resistido, con contumacia, a condenar en el Congreso de los Diputados a la dictadura que durante cuarenta a?os persigui¨® cualquier idea de libertad y fue la negaci¨®n del patriotismo que ahora se reivindica. ?C¨®mo se puede defender y generar una cultura e identidad en los valores constitucionales sin realizar una cr¨ªtica radical del pasado dictatorial? ?sta es la contradicci¨®n en la que vivimos desde hace 25 a?os, pues a este necesario 'arreglo de cuentas', pedag¨®gico y no vindicativo con nuestro pasado, se ha negado la derecha y quiz¨¢ no s¨®lo ella. Aqu¨ª s¨®lo se quiere hablar de la transici¨®n, donde todas las culpas se lavaron como en un nuevo Jord¨¢n, como si los cuarenta a?os anteriores no hubieran existido y pervertido nuestra propia identidad, poniendo en riesgo hasta la propia unidad de Espa?a. En este sentido, conviene recordar el debate en el Congreso de los Diputados sobre cu¨¢l deb¨ªa de ser la fecha conmemorativa de la fiesta nacional. Nos quedamos solos unos cuantos defendiendo que fuese el 6 de diciembre -d¨ªa en que los espa?oles aprobamos la Constituci¨®n y enterramos la dictadura-, pues para nosotros ese d¨ªa nac¨ªa una nueva idea de Espa?a, anclada en los valores de la libertad y la tolerancia, en consecuencia integradora, lo que pod¨ªa sustentar un nuevo 'patriotismo' democr¨¢tico. Se impuso, significativamente, la fecha del 12 de octubre, d¨ªa tradicional de la hispanidad, nada menos que el d¨ªa de la raza de los ominosos tiempos, que de integradora y constitucional no tiene nada. Podr¨ªamos poner otros muchos ejemplos que demostrar¨ªa lo alejados que estamos del famoso patriotismo de la constituci¨®n.
III. No deber¨ªamos olvidar tampoco que esta idea sobre nuestra identidad com¨²n tiene, en cierto sentido, amplios antecedentes en la historia de Espa?a. Desde las Cortes de C¨¢diz, la idea de que patria y libertad eran inseparables son una constante en el pensamiento liberal y democr¨¢tico. Lo encontramos en la poes¨ªa rom¨¢ntica, como, por ejemplo, en el soneto a la muerte de Torrijos y sus compa?eros de Espronceda o en las teorizaciones de Blanco White en el Semanario Patri¨®tico, que por el binomio patria-libertad no lo identifica con un concreto texto constitucional, pues es conocido lo cr¨ªtico que fue el eminente cl¨¦rigo sevillano con la Constituci¨®n del a?o 1812. Y las mismas ideas encontramos en Quintana -restaurar la Constituci¨®n y la Patria eran la misma cosa-, o cuando al aprobarse la Carta Magna de 1812 don Agust¨ªn Arg¨¹elles pudo decir aquello de 'espa?oles, ya ten¨¦is patria', frase que pod¨ªa haberse repetido cuando se aprob¨® la de 1978. No ha sido ¨¦sta, desde luego, la tradici¨®n de la derecha espa?ola, imbuida desde tiempo inmemorial de ideas esencialistas, irracionales y eternas sobre el ser de Espa?a que s¨®lo ha conducido a enfrenta
tamientos, exilios y cat¨¢strofes y que, todo hay que decirlo, han compartido y siguen haci¨¦ndolo, desde su campo, no pocos nacionalismos perif¨¦ricos. Si ahora se corrige esta tendencia y se entronca sinceramente con lo mejor de nuestra tradici¨®n, bien venido sea. Pero tengo la impresi¨®n de que los tiros no van en esa direcci¨®n. La propia interpretaci¨®n de la historia de Espa?a que se est¨¢ haciendo desde los ¨¢mbitos del poder no abonan el optimismo. La glorificaci¨®n de figuras como las de Carlos V y Felipe II, con exposiciones en muchos aspectos manipuladas; la recuperaci¨®n de la Restauraci¨®n como ¨¦poca homologable a similares periodos en los pa¨ªses avanzados de Europa y de su l¨ªder C¨¢novas del Castillo -defensor del esclavismo y de la ilegalizaci¨®n de la Internacional-, o las versiones edulcoradas del tardofranquismo, no tiene nada que ver con una cultura e identidad com¨²n basada en valores constitucionales.
IV. Por eso puedo entender que los partidos de izquierda y nacionalistas hayan manifestado sus reticencias a este lanzamiento del 'patriotismo' desde la derecha. Porque teniendo en cuenta los antecedentes es de sospechar que todo quede en una utilizaci¨®n oportunista del texto de 1978 -y si es junto con el PSOE, mejor- para oponerlo a los nacionalismos catal¨¢n, vasco y gallego. Es decir, una nueva versi¨®n ampliada de un frente 'constitucionalista' PP-PSOE, del que los dem¨¢s quedar¨ªan marginados salvo que abrazasen, no los valores de la Constituci¨®n sino el texto en s¨ª, en la versi¨®n inmodificable que pretende la derecha. Deriva de consecuencias grav¨ªsimas pues supondr¨ªa tanto como plantear una idea de Espa?a y su Constituci¨®n como algo excluyente y no integradora, apart¨¢ndose del esp¨ªritu de concordia que anim¨® su elaboraci¨®n. As¨ª, los que no abrazasen este extra?o 'patriotismo' formar¨ªan poco menos que una nueva versi¨®n de la anti-Espa?a de otros tiempos. Pero esa interpretaci¨®n no tiene nada que ver con el patriotismo de la constituci¨®n del pensador alem¨¢n ni con el que defendemos los dem¨®cratas desde hace muchos a?os. Por el contrario, ¨¦ste hace referencia a los valores y principios de libertad y democracia que destila el texto que aprobamos en 1978 y que nos hace a todos ciudadanos libres e iguales ante la ley, alejando as¨ª de nosotros cualquier idea identitaria o de patria basada en la etnia, lengua, cultura o esencia eternas. Y aqu¨ª, en este terreno civil y ciudadano, nos podemos encontrar todos, tanto a nivel de Espa?a como de Europa. Yo nunca pretender¨ªa imponer a un vasco o catal¨¢n u originario de cualquier otro lugar que se 'sientan' espa?oles si no lo sienten as¨ª, pero s¨ª les exigir¨ªa que fuesen leales ciudadanos del mismo Estado democr¨¢tico integrado en Europa. De ah¨ª que no se entender¨ªa que los nacionialismos democr¨¢ticos rechazasen esta concepci¨®n integradora, salvo que se mantuviesen en una idea de su propia naci¨®n tan esencialista e irracional como la que ha sostenido la derecha espa?ola tradicionalmente. Por eso siempre he pensado que no s¨®lo el nacionalismo espa?ol ten¨ªa que superar su concepci¨®n fundamentalista de la idea de Espa?a, sino igualmente los nacionalismos perif¨¦ricos. Por esto mismo es muy importante aclarar de qu¨¦ 'patriotismo' estamos hablando, no vaya a ser que la fastidiemos.
Nicol¨¢s Sartorius es vicepresidente ejecutivo de la Fundaci¨®n Alternativas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.