El universo de la biolog¨ªa evolutiva
Un momento singular en la historia de la investigaci¨®n cient¨ªfica sobre la evoluci¨®n tuvo lugar el 24 de noviembre de 1859, el d¨ªa en que apareci¨® un libro que se instalar¨ªa r¨¢pida y profundamente en la cultura universal: El origen de las especies, de Charles Darwin. Da idea del inter¨¦s que suscit¨® este libro el que la primera edici¨®n se agot¨® aquel mismo d¨ªa (aunque hay que tener en cuenta que Darwin era por entonces un autor famoso en Inglaterra, debido a los libros que hab¨ªa escrito sobre expediciones naturalistas). En pocos lugares fue ignorado; de hecho, suscit¨® grandes pasiones, detr¨¢s de las cuales subyac¨ªan consideraciones de ¨ªndole religiosa, pero tambi¨¦n argumentos cient¨ªficos. Y es que a pesar del ¨¦xito de El origen de las especies, la teor¨ªa de la selecci¨®n natural planteaba serios problemas cient¨ªficos: Darwin, es cierto, defendi¨® con un extraordinario conjunto de evidencias la existencia de la selecci¨®n, contribuyendo a dilucidar la historia de la evoluci¨®n animal, pero apenas pudo hacer vagas sugerencias acerca de por qu¨¦ surgen variaciones hereditarias entre organismos y c¨®mo se transmiten ¨¦stas de generaci¨®n en generaci¨®n; es decir, carec¨ªa de una teor¨ªa de la herencia.
El enigma de la esfinge
Juan Luis Arsuaga. Aret¨¦. Barcelona, 2001. 415 p¨¢ginas. 20,13 euros.
Senderos de la evoluci¨®n humana
Camilo Jos¨¦ Cela Conde y Francisco J. Ayala. Alianza. Madrid, 2001. 631 p¨¢ginas. 21,04 euros.
Ocho hitos de la evoluci¨®n
John Maynard Smith y E?rs Szathm¨¢ry.
Traducci¨®n de Joandom¨¨nec Ros.
Tusquets. Barcelona, 2001.
277 p¨¢ginas. 15,03 euros.
El misterio de los misterios
Michael Ruse.
Traducci¨®n de Vicente Campos.
Tusquets. Barcelona, 2001.
320 p¨¢ginas. 18,03 euros.
MetaEvoluci¨®n. La Tierra en el espejo
Pedro G¨®mez Romero.
Celeste. Madrid, 2001.
206 p¨¢ginas. 14,42 euros.
Evoluci¨®n
Edici¨®n de Andrew C. Fabian.
Traducci¨®n de N¨¦stor Herr¨¢n.
Tusquets. Barcelona, 2001.
262 p¨¢ginas. 15,03 euros.
En la actualidad -desde 1953 y la visi¨®n del ADN de Watson y Crick- s¨ª poseemos esa teor¨ªa. Sin embargo, todav¨ªa se debate acerca de c¨®mo interpretar la evoluci¨®n. De entre las numerosas teor¨ªas existentes, sobresalen dos grandes grupos. Uno es el 'neodarwinismo' (que resolvi¨® el problema de hacer compatibles el darwinismo con las leyes de la herencia de Mendel), en el que se mantiene la visi¨®n gradual de la evoluci¨®n que hab¨ªa adoptado Darwin: se producen nuevas especies como resultado de la acci¨®n continua, gradual, del medio. El otro es el 'saltacionismo', y en particular una de sus ¨²ltimas manifestaciones, la teor¨ªa del equilibrio puntuado de Niles Eldredge y Stephen Jay Gould, seg¨²n la cual las nuevas especies aparecen -y desaparecen- 'r¨¢pidamente', permaneciendo luego sin apenas sufrir modificaciones.
No es siempre f¨¢cil entender las justificaciones, diferencias o puntos de encuentro entre todas las teor¨ªas que pretenden explicar la historia de la vida sobre la Tierra. A veces las diferencias parecen patentes, como sucede con Lamarck, y su idea de los caracteres adquiridos, frente a Darwin, pero incluso en esos casos cuando se profundiza un poco surgen dudas (que explican que a¨²n despu¨¦s de Darwin existiesen neolamarckistas). Y qu¨¦ decir del problema de c¨®mo puede ser posible defender puntos de vista aparentemente tan antit¨¦ticos como el gradualismo darwiniano y el saltacionismo; c¨®mo, por ejemplo, un ferviente admirador de Darwin como es Jay Gould puede defender un punto de vista como el del equilibrio puntuado. Es f¨¢cil, en definitiva, perderse en el universo de la biolog¨ªa evolutiva. Un universo, adem¨¢s, que forma parte de nuestra cultura, al que recurrimos en multitud de ideas y expresiones.
Orientarnos en esa jungla, ex
No es, afortunadamente, el
de Arsuaga el ¨²nico texto sobre evoluci¨®n que ha llegado ¨²ltimamente a las librer¨ªas espa?olas. De hecho, vivimos en un momento editorial especialmente favorable para ese tema, como demuestra Senderos de la evoluci¨®n humana, fruto de la colaboraci¨®n entre el fil¨®sofo y antrop¨®logo de la Universidad de las Islas Baleares, Jos¨¦ Cela Conde, y Francisco Ayala, el gran bi¨®logo de origen espa?ol afincado desde hace mucho en Estados Unidos, disc¨ªpulo de uno de los grandes nombres en la biolog¨ªa evolutiva, Theodosius Dobzhansky. Al igual que El enigma de la esfinge, es ¨¦sta una obra de importancia, que se adentra con profundidad y originalidad en el mundo de la evoluci¨®n humana. De hecho, en algunos aspectos -no, ciertamente, en lo que se refiere a ofrecer una s¨ªntesis de los principales enfoques te¨®ricos sobre la evoluci¨®n-, el de Cela Conde y Ayala es un libro m¨¢s completo y, si se puede emplear este t¨¦rmino, 'cosmopolita', menos dependiente de la experiencia extra¨ªda de un yacimiento concreto, que el de Arsuaga: la reconstrucci¨®n de la historia de la evoluci¨®n humana que contiene, el esfuerzo que realizan los autores por ofrecer un modelo interpretativo de esa evoluci¨®n (incluyendo en ¨¦l aspectos como el lenguaje, la moral o el arte), o la fiesta de datos que incluye favorecen tal juicio, que, bajo ning¨²n punto de vista, disminuye la importancia e inter¨¦s de El enigma de la esfinge.
Ocho hitos de la evoluci¨®n, de John Maynard Smith y E?rs Szathm¨¢ry, es un libro bastante diferente de los debidos a los autores espa?oles que acabo de mencionar, aunque sin duda interesante: mientras que el de Arsuaga, por utilizarle como punto de comparaci¨®n, se mueve en torno a dos ejes principales -el de las diferentes aproximaciones a la teor¨ªa evolutiva y el de la paleontolog¨ªa-, Smith y Szathm¨¢ry se basan en los procesos bioqu¨ªmicos y gen¨¦ticos que subyacen en la existencia de la vida, con un ¨²nico objetivo: reconstruir la historia que va del origen de la vida a la aparici¨®n del lenguaje. Para ello desarrollan la idea de que el mecanismo principal de la evoluci¨®n son cambios en la capacidad de transmitir informaci¨®n, identificando ocho momentos -'transiciones'- principales en la manera en que la vida ha almacenado y transmitido informaci¨®n (desde las primeras mol¨¦culas capaces de replicarse hasta los humanos dotados de lenguaje, al fin y al cabo un instrumento particularmente poderoso a la hora de transmitir informaci¨®n, pasando, entre otros, la aparici¨®n de las c¨¦lulas, la reproducci¨®n por medios sexuales o el surgimiento de plantas y animales pluricelulares).
Otro t¨ªtulo reciente que es posible relacionar con contenidos de El enigma de la esfinge es El misterio de los misterios, de Michael Ruse. Ya he se?alado que uno de los temas del libro de Arsuaga es el de las distintas aproximaciones te¨®ricas a la evoluci¨®n. Pues bien, ¨¦ste es tambi¨¦n el objetivo de Ruse, aunque en su caso lo que pretende no es tanto -aunque inevitablemente contribuya a ello- poner orden en la ciencia de la evoluci¨®n, como componer, desde una perspectiva cient¨ªfica, hist¨®rica y filos¨®fica, un gran cuadro de algunas de las principales l¨ªneas y personajes (como Erasmus y Charles Darwin, Julian Huxley, Dobzhansky, Popper, Dawkins, Edward Wilson o Gould) del pensamiento evolucionista. Un cuadro que sirva para contribuir al enriquecimiento de la filosof¨ªa de la ciencia contempor¨¢nea; en particular para intentar resolver la cuesti¨®n de si las teor¨ªas cient¨ªficas -la teor¨ªa de la evoluci¨®n en este caso- son o no una construcci¨®n social.
Finalmente, y para aquellos que aunque interesados en el tema de la evoluci¨®n, buscan libros menos 'acad¨¦micos', dos referencias interesantes son MetaEvoluci¨®n, de Pedro G¨®mez Romero, que recorre algunas de las principales cuestiones cient¨ªficas y personajes del mundo de la evoluci¨®n, y Evoluci¨®n, que re¨²ne los textos de las conferencias que ocho destacados intelectuales, entre los que se encuentran luminarias de la ciencia como Gould, Diamond, Dyson o Rees, dictaron en Cambridge en 1995, y en las que abordaban cuestiones relacionadas con la evoluci¨®n no s¨®lo en los mundos de la biolog¨ªa o paleontolog¨ªa, sino tambi¨¦n en otros, como los de la astrof¨ªsica, urbanismo, novela o antropolog¨ªa.
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