La ETA actual, d¨ªa a d¨ªa
Ser militante de un grupo que ha hecho del crimen su instrumento de actuaci¨®n requiere unas convicciones muy profundas capaces de pasar sin mancharse por encima del charco de la sangre derramada. Tambi¨¦n se puede formar parte de esa organizaci¨®n sin apenas convicciones, siempre que se compense con una falta equiparable de escr¨²pulos.
Se dice que en las organizaciones terroristas es f¨¢cil entrar, pero es mucho m¨¢s dif¨ªcil salir. (...)
La ETA actual, la que ha condicionado la vida pol¨ªtica espa?ola desde el restablecimiento de la democracia, ha registrado algunos casos individuales de espectaculares cambios de opini¨®n. No se sabe muy bien qu¨¦ ha ocurrido para que se produzca esa conversi¨®n, aunque hay un hecho com¨²n a casi todos esos giros, y es que se han producido en prisi¨®n. (...)
La preocupaci¨®n de Urrusolo e Idoia Mart¨ªnez apenas dura una semana. Su odiado M¨²gica Garmendia es arrestado en Bidart, y con ¨¦l lo son ?lvarez Santacristina y Jos¨¦ Arregui Erostarbe
Las desconfianzas se van acumulando: Urrusolo y sus compa?eros se quedan copias de las cr¨ªticas que mandan a la direcci¨®n, conscientes del peligro de que caigan en manos de la polic¨ªa
El eficiente terrorista hace tiempo que est¨¢ en crisis. Adem¨¢s est¨¢ enfrentado con la direcci¨®n de ETA como nadie lo ha estado nunca, tanto que la c¨²pula etarra ha mandado a Idoia L¨®pez Ria?o a su 'comando' para que le esp¨ªe
Pero lo cierto es que, descontando el caso de Soares Gamboa y alg¨²n otro caso menos conocido, para el resto de quienes se han separado de las armas el d¨ªa de la duda amaneci¨® tras los barrotes de la celda. Urrusolo Sistiaga, ?lvarez Santacristina, Carmen Guisasola y Pedro Gorospe son algunos de los que pasaron por ese d¨ªa de la duda. Los cuatro tienen en com¨²n haber sido expulsados de ETA por diferentes motivos y en fechas distintas. Los cuatro han tenido que afrontar el estigma de la exclusi¨®n.
Aunque la trayectoria de cada uno de estos personajes es diferente y singular, en tres de ellos hubo un punto de confluencia: lo ocurrido tras el secuestro y asesinato de Miguel ?ngel Blanco. La respuesta social no dej¨® indiferentes ni a ?lvarez, ni a Guisasola, ni a Urrusolo. Para los tres aquello supuso un punto de no retorno en la trayectoria que ETA hab¨ªa llevado y con la que no estaban de acuerdo. (...)
Sus historias son las historias del nacimiento de la duda en torno a las viejas creencias, una duda capaz de cuestionar la esencia de ETA -el uso de las armas-, una duda que su antigua organizaci¨®n no est¨¢ dispuesta a permitir. En un caso, el de Txelis, se ha pasado de una creencia a la contraria con tal celeridad que es casi imposible comprender su proceso si no se aceptan los supuestos religiosos que ¨¦l mismo invoca. En otro, el de Carmen Guisasola, es el resultado de una maduraci¨®n paulatina, fruto de reivindicar su propia individualidad, que un d¨ªa emerge de manera p¨²blica. El tercero, el de Urrusolo, es el m¨¢s dif¨ªcil de comprender, quiz¨¢ por la ausencia significativa de informaci¨®n sobre el proceso en su fase final. (...)
Pelea de gallos
-?Soy Joseba, Joseba el de Pasaia!
-?C¨®mo?
Todav¨ªa adormilado, el comunicante intenta entender qu¨¦ es lo que le dice la agitada voz que le acaba de sacar del primer sue?o.
-?Soy Joseba, el de Pasaia!
Esta vez la respuesta es el silencio, un silencio que evidencia que el adormilado acaba de reconocer la voz de Joseba Urrusolo Sistiaga, Langile, uno de los coroneles de ETA y tambi¨¦n uno de los m¨¢s famosos miembros de la organizaci¨®n terrorista. Comprende que algo grave pasa porque el suyo es un tel¨¦fono de contacto s¨®lo para casos de extrema necesidad. La llamada de Urrusolo, hecha desde una cabina telef¨®nica de Barcelona, ha sacado a su comunicante de la cama en las primeras horas de la noche del 21 al 22 de marzo de 1992. Los timbrazos tambi¨¦n han activado el sistema de grabaci¨®n que la polic¨ªa francesa tiene establecido en ese tel¨¦fono, aparentemente fuera de toda sospecha.
-La polic¨ªa ha detenido a... ?C¨®mo se llama el nuevo? -pregunta Urrusolo a alguien que se encuentra a su lado.
-Fernando, Fernando D¨ªez Torre -responde una voz de mujer tenue, pero inteligible, en la grabaci¨®n que est¨¢ realizando la polic¨ªa. 'El nuevo', Marraski, apenas lleva tres meses integrado en el comando Ekaitz a las ¨®rdenes de Urrusolo. Ha tenido tiempo suficiente para intervenir en cuatro asesinatos, aunque al parecer no es bastante como para que su jefe inmediato recuerde su identidad.
Concluida la llamada telef¨®nica, Urrusolo abandona la cabina y se encamina con su acompa?ante hacia un destino desconocido. Junto al tel¨¦fono se ha olvidado una agenda que pocas horas m¨¢s tarde acabar¨¢ en manos de la polic¨ªa. Aquella llamada y la p¨¦rdida de la agenda marcan una frontera simb¨®lica en la vida del miembro de ETA. Hasta entonces hab¨ªa sido el hombre en la sombra que acechaba a sus v¨ªctimas para atentar contra ellas o para secuestrarlas. (...)
Sin embargo, con la agenda, Urrusolo est¨¢ dejando atr¨¢s su pasado de cazador al acecho para convertirse en acechado. Sabe que su comando est¨¢ siendo desmantelado en esos momentos y tiene que abandonar la furgoneta Nissan Vanette que durante los ¨²ltimos meses le ha servido como alojamiento en las calles de Barcelona. (...)
Urrusolo sabe que despu¨¦s de m¨¢s de un a?o como clandestino por toda la costa mediterr¨¢nea ha llegado la hora de regresar a Francia, donde sus jefes le esperan, y no con los brazos abiertos precisamente. El eficiente terrorista hace tiempo que est¨¢ en crisis. Adem¨¢s, est¨¢ enfrentado con la direcci¨®n de ETA como nadie lo ha estado nunca, tanto que la c¨²pula etarra ha mandado a Idoia L¨®pez Ria?o a su comando para que le esp¨ªe. No se sabe si la crisis es fruto del enfrentamiento con sus jefes, en especial con Francisco M¨²gica Garmendia, Paco, o ¨¦ste fruto de aqu¨¦lla.
'Dice que si ¨¦l sigue en esta guerra y aguanta es por los presos', informa la esp¨ªa Idoia L¨®pez a sus jefes. Que ¨¦l prometi¨® no parar hasta sacarlos, pero no por otra cosa'.
Los conflictos de Urrusolo con M¨²gica Garmendia se arrastran, al menos, desde 1990, antes incluso de que se constituyera el comando Ekaitz para actuar en la zona mediterr¨¢nea. Joseba sabe que es una prima donna y se aprovecha de ello cuestionando en todo momento la autoridad de Paco.
'Si la cr¨ªtica es general', dice Paco a los miembros del coman-do, ' estad seguros de que pedir¨¦ a la direcci¨®n que me desautorice de la labor que realizo'.
Ocurre, sin embargo, lo contrario: que es Joseba el desautorizado y que los miembros de la ejecutiva etarra cierran filas con M¨²gica. El jefe del aparato pol¨ªtico etarra, Jos¨¦ Luis ?lvarez, Txelis, es el encargado de hac¨¦rselo saber a Joseba y sus compa?eros rebeldes: Juan Jes¨²s Narv¨¢ez Go?i, Pajas, e Itziar Alberdi Uranga, Mar¨ªa: 'Resulta significativo, cuando no sorprendente, que exij¨¢is la destituci¨®n de vuestro responsable y lo tach¨¦is de prepotente e incapaz y, al mismo tiempo, no os hay¨¢is medido ni autocriticado por el mismo rasero'. (...).
Las desconfianzas se van acumulando en una y otra parte: Urrusolo y sus compa?eros se quedan copias de las cr¨ªticas que mandan a la direcci¨®n, conscientes del peligro de que caigan en manos de la polic¨ªa y se haga p¨²blico el conflicto. 'Ojal¨¢', responden cuando L¨®pez Ria?o les echa en cara esa posibilidad; mientras, en Francia, sus jefes graban las llamadas telef¨®nicas que aqu¨¦l formula y luego las transcriben. Gracias a estas actuaciones, los documentos caer¨¢n m¨¢s tarde en manos de la polic¨ªa.
Todo esto formaba ya parte del pasado el d¨ªa que Urrusolo perdi¨® la agenda en una cabina telef¨®nica. Un poco antes, a las nueve de la noche, tal como hab¨ªan convenido, Joseba llam¨® a un bar de la calle Rambla Nova, de Tarragona, donde Fernando D¨ªez deb¨ªa estar a la espera. Era un mecanismo de seguridad. En caso de no contestar, repetir¨ªa la llamada a las diez de la noche, y si tampoco estaba D¨ªez, lo har¨ªa a las once. El fallo en las tres comunicaciones ser¨ªa se?al de que Marraski hab¨ªa sido detenido. El compa?ero de Urrusolo, capturado a ¨²ltima hora de la tarde, inform¨® a la polic¨ªa de la existencia de este sistema de control y los agentes decidieron permitir que contestara a la llamada de las nueve, con la esperanza de que el detenido enga?ara a su jefe de comando y ganar tiempo para su localizaci¨®n.
La clave para huir
'?C¨®mo est¨¢ Francesca?', pregunta D¨ªez a su interlocutor. Es la clave convenida para indicar que se encuentra detenido, por lo que Urrusolo sabe al instante que debe huir, no sin antes alertar a sus compa?eros de comando.
Una vez transmitido el aviso a Francia, la preocupaci¨®n primera de Joseba es buscar d¨®nde esconderse. No lo tiene f¨¢cil. Desconectado de la organizaci¨®n terrorista, tiene que resolver los problemas por su cuenta, mientras la polic¨ªa registra en Guip¨²zcoa media docena de domicilios y caser¨ªos cuyos propietarios son sospechosos de mantener alguna relaci¨®n con el fugitivo y, por tanto, de darle alojamiento. Y cuando consiga pasar a Francia la situaci¨®n no va a ser m¨¢s sencilla. (...)
En pocas horas, el rebelde y su compa?era Idoia Mart¨ªnez han logrado trasladarse desde Barcelona a Guip¨²zcoa, donde se encuentran escondidos. En una hoja de cuaderno, cuadriculada, Joseba Urrusolo escribe, a mano y en castellano, 19 l¨ªneas a sus jefes en Francia pidiendo ayuda. (...)
Se despide con un 'hasta pronto' y firma la nota con su apodo de Langile; sin embargo, a modo de posdata, vuelve a reclamar a sus jefes que se den prisa: 'El paso montarlo con urgencia, pues cuanto menos tiempo estemos aqu¨ª, mejor'. En Francia, la ejecutiva etarra se encuentra esos d¨ªas saturada de peticiones como la del jefe del comando Ekaitz. La Guardia Civil ha desmantelado al comando Vizcaya en una gran operaci¨®n que ha permitido la detenci¨®n de m¨¢s de 60 personas, aunque unos cuantos han logrado huir y est¨¢n escondidos, esperando que alguien los ponga a salvo al otro lado de la frontera. Pese a ello, la c¨²pula de ETA da prioridad al caso de Urrusolo.
Una bienvenida especial
Paco est¨¢ preparando una bienvenida especial a Urrusolo y su compa?era de comando. Alguien habl¨® en su d¨ªa de un consejo de guerra. Si no lo es, los indicios de la recepci¨®n que prepara M¨²gica se le parecen bastante.
Una reuni¨®n de estas caracter¨ªsticas es absolutamente inusual en la organizaci¨®n terrorista, pero es que el conflicto que han planteado los miembros del comando Ekaitz carece de precedentes. Normalmente, los que regresan de hacer una campa?a de atentados son visitados por su jefe para comentar las incidencias, ver c¨®mo se han desarrollado sus actividades y aprender de las experiencias vividas. Sin embargo, lo m¨¢s parecido a los planes de recepci¨®n que prepara M¨²gica Garmendia es la convocatoria hecha a Dolores Gonz¨¢lez, Yoyes, en 1985, cuando inform¨® a la organizaci¨®n terrorista de su intenci¨®n de volver al Pa¨ªs Vasco: 'Tengo cita con la direcci¨®n de ETA, voy con alguien que no recuerdo', escribi¨® Yoyes en su diario. 'No s¨¦, hay mujeres y son muchos, quieren, dando por supuesto que tienen derecho a decidir sobre mi vida, que me integre o vuelva a M¨¦xico'. (...)
Sin embargo, la preocupaci¨®n de Urrusolo e Idoia Mart¨ªnez apenas dura una semana. El d¨ªa 29, su odiado M¨²gica Garmendia es arrestado en Bidart, y con ¨¦l lo son ?lvarez Santacristina y Jos¨¦ Arregui Erostarbe. La amplitud de la cat¨¢strofe producida en el seno de la organizaci¨®n terrorista deja en un segundo plano la rebeld¨ªa de Urrusolo y sus compa?eros. (...)
El trasfondo de esta pol¨¦mica tiene la apariencia de una cierta lucha por el poder, con un Urrusolo que quiere ser califa en lugar del califa. Su experiencia durante a?os en el comando Madrid y luego en el Ekaitz no tiene ni punto de comparaci¨®n con la experiencia activista de un M¨²gica adolescente huido a Francia a mitad de los setenta. Tal vez piense que no estaba suficientemente reconocida su aportaci¨®n a la causa, a pesar de que antes de enviarlo a Espa?a, a finales de 1990, el propio Paco le hab¨ªa insinuado la posibilidad de un 'ascenso' habl¨¢ndole de la 'confianza que toda la direcci¨®n ten¨ªa en ¨¦l y en su capacidad de trabajo' y de la posibilidad de que 'en un momento determinado pasara a realizar otro tipo de labor'. Pese a estas palabras, que hab¨ªa que entenderlas como una promesa de un c¨®modo destino en las estructuras de ETA en Francia, la belicosidad de Urrusolo hacia su jefe no hab¨ªa disminuido un ¨¢pice. 'Es un in¨²til, no tiene ni puta idea', dice Joseba de su jefe. 'Ah¨ª no puede estar ocupando un puesto que deber¨ªa ocupar otro que haya estado en el otro lado. Est¨¢ desequilibrado, trastornado; ¨¦ste no est¨¢ bien. Para hacer lo que hace y decir lo que dice hace falta estar tocado'.
La detenci¨®n de M¨²gica pone fin a la crisis y la vuelta a Francia de su subordinado rebelde se hace sin contratiempos. La nueva direcci¨®n no olvidar¨¢ la rebeli¨®n de Urrusolo y en su momento le pasar¨¢ factura, pero en medio de la crisis de Bidart no puede prescindir de un elemento tan significativo como ¨¦l y lo incorpora al aparato de log¨ªstica para que se encargue de adiestrar a los nuevos reclutas. (...) Durante dos a?os, el antiguo miembro del comando Madrid act¨²a como instructor de otros activistas, pero en septiembre de 1994 la organizaci¨®n le pasa al cobro las facturas de la vieja indisciplina.
Urrusolo es llamado para que acuda a una cita con Juan Luis Aguirre Lete, Insuntza, quien le informa que debe acudir a otra cita para pasar a la reserva. Esta notificaci¨®n la recibe por escrito mediante una nota firmada por 'la Organizaci¨®n', para asombro del destinatario, que asegura no haber visto jam¨¢s en sus veinte a?os de militancia un escrito firmado de esta manera. Joseba no quiere pasar a la reserva (...). Entonces sale de nuevo el rebelde e indisciplinado y advierte que no acudir¨¢ a la cita y que prefiere quedarse fuera de ETA. As¨ª ocurre y, desligado de toda obligaci¨®n con la organizaci¨®n terrorista, se instala con su familia en la granja Aux Jumelin, situada en la localidad de Roumagne, un peque?o pueblo agr¨ªcola de apenas quinientos habitantes, a 100 kil¨®metros de Burdeos, donde se hace pasar por un tal David Salinas.
'Viv¨ª dos a?os con mi mujer y mi hija, y en muchas ocasiones me reun¨ªa con mis familiares', explica Urrusolo tras su arresto. Tomaba medidas de seguridad para que la polic¨ªa no supiera d¨®nde estaba, y s¨®lo una vez los siguieron. (...)
A finales de febrero de 1996 es visitado por dos dirigentes, que podr¨ªan ser Juli¨¢n Atxurra Egurrola y Daniel Derguy, quienes, 'de mala manera y en cinco minutos', seg¨²n el propio Urrusolo, le informan de que estaba fuera de ETA. (...)
Vehemente como siempre, Urrusolo responde acusando a la nueva direcci¨®n de ETA de utilizar el poder interno de 'un modo corrupto' y reclamando explicaciones. Quiere que le digan si est¨¢ expulsado o 'fuera de la organizaci¨®n' y se formula un mont¨®n de preguntas que no van a tener respuesta: 'Si yo os dec¨ªa que quedaba fuera de la organizaci¨®n, ?de d¨®nde ven¨ªa la necesidad de expulsarme? Si estoy expulsado del colectivo, ?cu¨¢l es mi relaci¨®n con los otros refugiados? ?No puedo aportar algo como refugiado? Si necesito papeles, ?me ayudar¨¦is o estoy tambi¨¦n expulsado para eso? Si pienso que os pasasteis demasiado en la direcci¨®n, ?qu¨¦ puedo hacer para arreglar las cosas? ?Por qu¨¦ no tiene un militante la oportunidad, dentro de la organizaci¨®n, de obligar a la direcci¨®n a aceptar que ha metido la pata? ?Qu¨¦ tengo que hacer, callar y listo? ?Esto es ser consecuente para un militante?'. (...)
Abandonado a su suerte, aunque con algunas armas en su poder, Urrusolo queda desligado de ETA y de cualquier actividad en la discreta localidad de Roumagne, hasta que al anochecer del 16 de enero de 1997 es localizado en Margueron, en un control establecido por la Gendarmer¨ªa dentro del plan Vigipirate, contra el terrorismo isl¨¢mico. Urrusolo viaja en un coche que acaba de sustraer, se salta el control policial e intenta la que va a ser su ¨²ltima fuga. En esta ocasi¨®n la huida dura unos pocos metros, pues a causa de la velocidad se sale de la carretera y es detenido. 'Me detuvieron porque iba en un coche que hab¨ªa adquirido hace poco. Efectivamente, no hab¨ªa tenido tiempo de preparar los papeles. En el camino me encontr¨¦ un control de alcoholemia, y al intentar escapar tuve un accidente. Sin embargo, la direcci¨®n de la casa en la que viv¨ªa la sacaron de unos papeles que ten¨ªa en la cartera'.
Pocas horas despu¨¦s es localizada la casa de Roumagne en la que vive y donde son detenidos su cu?ada, tres hermanos, su hija (que es entregada a sus abuelos poco despu¨¦s) y su mujer, Gema P¨¦rez.
Veinte a?os de militancia
Urrusolo, representante de la primera generaci¨®n de etarras que cogi¨® las armas contra la democracia, entraba en la prisi¨®n de Fresnes despu¨¦s de veinte a?os de militancia, justo cuando otros miembros de aquella generaci¨®n que ensangrent¨® el camino de la democracia empezaban a salir de las c¨¢rceles despu¨¦s de haber pasado en ella hasta 18 a?os. (...)
En la c¨¢rcel, con la perspectiva de pasar muchos a?os privado de libertad, la forma de ver las cosas empieza a cambiar para Urrusolo. Hasta entonces sus diferencias con la cabeza de ETA se hab¨ªan centrado en la forma de ser m¨¢s eficaz en su actividad terrorista o en enfrentamientos entre diferentes talantes personales. No se cuestionaba, sino todo lo contrario, la continuidad de las armas. Incluso fuera de la organizaci¨®n, Urrusolo ha seguido recogiendo datos de posibles objetivos. En su casa de Roumagne se le intervienen notas con los itinerarios que hace el general Jacques Landes, director de la Escuela Nacional de Sanidad Naval de Burdeos, as¨ª como una filmaci¨®n en v¨ªdeo del empresario Alberto Cortina en un yate atracado en el puerto de Cannes, en 1996.
'En 1994 qued¨¦ fuera de las estructuras de la organizaci¨®n porque no quise aceptar una decisi¨®n que me parec¨ªa una injusticia. Los desacuerdos que tuve con algunos miembros de la direcci¨®n no fueron ideol¨®gicos, sino de funcionamiento interno'.
Que Urrusolo no est¨¢ por el abandono de las armas lo ratifica el ex miembro del comando Madrid en un escrito publicado en Egin el 29 de junio de 1997, en el que afirma que 'la lucha armada me parece no s¨®lo necesaria sino imprescindible'. Sin embargo, apenas dos meses m¨¢s tarde cambia radicalmente de postura y pone su firma a un documento elaborado por Jos¨¦ Luis ?lvarez Santacristina en el que se aboga por abandonar las armas, se considera que la continuidad de la actividad terrorista es contraproducente para los intereses de los nacionalistas e incluso se hace un an¨¢lisis cr¨ªtico de la actividad etarra en los ¨²ltimos a?os. No se sabe qu¨¦ ha podido pasar entre junio y agosto para que Urrusolo experimente semejante cambio. En el Pa¨ªs Vasco se ha producido el secuestro y asesinato de Miguel ?ngel Blanco, acompa?ado de una movilizaci¨®n social sin precedentes, aunque es sabido que este tipo de manifestaciones p¨²blicas apenas influyen en la encallecida actitud de los miembros de ETA.
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