Billetes
Tienen todav¨ªa un tacto fr¨ªo, crujiente los nuevos billetes con los que Europa est¨¢ adquiriendo su nueva alma. Sin duda, sobre ellos ya se habr¨¢n posado algunos vicios y delitos, pero no los suficientes como para ablandarlos, de forma que puedan doblarse bien. Necesitan m¨¢s sudor, m¨¢s pecado, m¨¢s batalla. Cuando deslizas por encima de su l¨¢mina la yema de los dedos sientes que est¨¢s acariciando la carne de un reci¨¦n nacido, que si bien parece dulce, tal vez ma?ana albergar¨¢ a un famoso criminal. El euro deber¨¢ pasar al menos un a?o de brega en los bolsillos, latiendo muy pegado al sexo o al coraz¨®n de los ciudadanos, hasta que se convierta en un billete sucio y suave con una historia secreta detr¨¢s. Cada billete que toques ser¨¢ el responsable por ¨®smosis de lo suceda en tu alma. Recibo de vuelta en el bar uno de estos billetes nuevos y me digo: este euro a¨²n no ha matado a nadie, todav¨ªa no ha obligado a degradarse a alguien que se cre¨ªa muy puro. Habr¨¢ servido para comprar comida, un perfume, un libro, un viaje, pero se nota que a¨²n no ha ido a un burdel ni tampoco ha sido violado por ning¨²n hijo de perra. Cada billete nuevo tiene una vida propia y en la numeraci¨®n lleva inscrito su destino inexorable. Ese euro crujiente y limpio que ahora tienes en las manos, un d¨ªa matar¨¢, alentar¨¢ una causa noble, apostar¨¢ en la ruleta, har¨¢ caridad, experimentar¨¢ toda clase de placeres y la gente se limitar¨¢ a bailar a su alrededor movida por la carga magn¨¦tica que libere. Cuando se es muy sensible al tacto uno percibe en la mano, al contarlos, las misteriosas pulsiones que emiten los mugrientos d¨®lares, los viejos marcos, las maltrechas pesetas: ese d¨®lar a¨²n contiene una mota de sangre de un crimen que ¨¦l cometi¨® hace tiempo, en alg¨²n pa¨ªs lejano; ese marco lleva en su interior el eco de un gemido de placer pegado al papel junto a la emoci¨®n de la apuesta en una carrera de caballos que perdi¨®; y esas mil pesetas llevan restos de una l¨¢grima del mendigo que las hab¨ªa besado. A estos billetes nuevos les faltan todav¨ªa las huellas que les dejar¨¢n los pr¨®ximos asesinos, los estafadores, los malversadores y tambi¨¦n el sudor de la gente tributable y resignada. Para saber si son aut¨¦nticos o falsos deber¨¢n tener en una cara el cielo y en la otra el infierno, un dato que se descubre mir¨¢ndolos al trasluz. Si a trav¨¦s de ese euro por un lado divisas en lo alto a los ¨¢ngeles bailando, es bueno; si vislumbras por el otro a alguien que viene a apu?alarte, es malo. Hazte a un lado.
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