Adi¨®s a la propina
Los camareros y empleados del sector turismo en general de la Costa del Sol, y supongo de cualquier zona tur¨ªstica, est¨¢n descontentos con uno de los efectos colaterales de la llegada del euro: hemos dejado de percibir propinas, al menos en las cantidades que est¨¢bamos acostumbrados a manejar.
Los m¨¢s optimistas dicen que las aguas volver¨¢n a su cauce en cuanto nos hayamos acostumbrado a la nueva moneda, y es que todav¨ªa un c¨¦ntimo o dos nos parece una fortuna a la hora de dejarlo sobre el mostrador del bar donde desayunamos cada ma?ana, si bien con la peseta ?qui¨¦n no ha dejado sus veinte o cuarenta duros?, no sin esperar un peque?o reconocimiento o un grito de los que ya apenas se escuchan: ?ni?o bote!, ?gracias!
Opino que es un buen momento para decir adi¨®s a la propina. No es que yo desee reducir los ingresos de los profesionales, ahorrarme unos euros o cargarme una de las costumbres m¨¢s arraigadas en nuestro pa¨ªs, no exenta de gracejo y filosof¨ªa. S¨®lo se trata de dignificar el trabajo de la gente para que no sea propino-dependiente. Nadie entender¨ªa que tuvi¨¦semos que darle propina al funcionario que nos ha atendido en ventanilla o al m¨¦dico que nos acaba de quitar del alcohol y el tabaco. ?Por qu¨¦ nos sentimos inc¨®modos cuando no queremos o no podemos dar propina en el restaurante o al botones que nos sube las maletas a la habitaci¨®n del hotel...?
He padecido en primera persona una ¨¦poca profesional en la que las negociaciones del salario eran del siguiente tenor:Empleado: ?Es poco salario! Empresario: S¨ª, pero con la propina se pone usted en tantas mil pesetas.
No es pol¨ªtica empresarial, ser¨ªa basar la estabilidad de sus empleados en la propina. No es digno para el trabajador depender de ella y no es justo para el consumidor pagar los platos rotos o crearnos un cargo m¨¢s de conciencia. Para otro d¨ªa dejamos el c¨®mo ¨¦sta se reparte.
Postulo adecuar los precios a la realidad de mercado, de forma que contemple los costes empresariales en el que hemos incluido los salarios dignos de las personas que intervienen en el proceso. El consumidor siempre entender¨¢ mejor que ese es el precio del caf¨¦ o la comida, sabiendo que la persona que se lo sirve vive con la misma dignidad que el que lo consume sin vernos en el compromiso de tener que dejar unas monedas. A peseta y propina muerta, euro puesto.
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