El hotel del l¨ªo
Alperi acelera una licencia para convertir en hotel de lujo un edificio de la familia del ex ministro Luis G¨¢mir
Que el centro tradicional de Alicante est¨¢ destrozado y necesita intervenciones urban¨ªsticas urgentes, salta a la vista. Que las administraciones p¨²blicas alenten la rehabilitaci¨®n privada de edificios en el casco hist¨®rico de la ciudad, parece necesario. Que el gobierno municipal de Alicante facilite y agilice a la inicitiva privada los tr¨¢mites para convertir un gran edificio ruinoso en un hotel de lujo, podr¨ªa calificarse de buena gesti¨®n. Que actuaciones como esta -un gran hotel en un barrio degradado- sirvan como resortes que impulsen otros negocios y propicien m¨¢s rehabilitaciones, parece algo evidente. Pero que el equipo de gobierno de la ciudad utilice todos esos argumentos para justificar sus actuaciones sombr¨ªas en la rehabilitaci¨®n de edificios -El Palas, la vieja sede del Gobierno Militar (tambi¨¦n ser¨¢ un hotel), el edificio de Correos, entre otros, e incluso la construcci¨®n del palacio de congresos en el monte Benacantil- puede pervertir tales argumentos.
Porque sombr¨ªo fue el acuerdo que adopt¨® ayer la comisi¨®n de gobierno de otorgar licencia de obras para convertir un gran y noble caser¨®n con fachada a la calle Mayor en hotel de cuatro estrellas. Y oscura, la negociaci¨®n entre el alcalde Luis D¨ªaz Alperi y los propietarios del inmueble -la familia de su amigo Luis Gamir, ex ministro con UCD y actual presidente de la Comisi¨®n Nacional de Privatizaciones-. Y negra, la explicaci¨®n con la que se despach¨® ayer el portavoz popular, Pedro Romero, para minimizar lo que la oposici¨®n municipal ya ha tachado de 'esc¨¢ndalo de primer orden'. Y grave, la nueva bronca interna en el PP municipal a prop¨®sito de la licencia opaca que otorg¨® ayer.
Encendiendo alguna luz ante tanta penumbra puede vislumbrarse, cuanto menos, una operaci¨®n muy beneficiosa para la propiedad del inmueble -el PSPV la tach¨® ayer de 'trato de favor'-, porque aqu¨¦lla ha obtenido el permiso para rehabilitar el inmueble sin haberse salvado el principal escollo del trato: la compensaci¨®n a los inquilinos que ocupan una parte del edificio. Pero como curiosamente es el propio Ayuntamiento el que tiene arrendada una porci¨®n de la finca -ah¨ª tienen sus sedes las concejal¨ªas de Recursos Humanos e Inform¨¢tica-, el gobierno local no ha visto perjudicados. Y otorg¨® sin m¨¢s la licencia. Pedro Romero, muy bien dotado para el arte dram¨¢tico, interpret¨® ayer ante los medios de comunicaci¨®n el papel de bombero en seco. Dijo que no hay fuego, porque la licencia de obra mayor, concedida para todo el inmueble, no afecta, de momento, a las dependencias municipales. Pero poco antes, ante el alcalde, sigui¨® su gui¨®n vital y le hizo algunas advertencias.
Queda tambi¨¦n un orificio entre tanta tiniebla por el que puede atisbarse un inusitado inter¨¦s de los gobernantes por conceder el permiso a la familia propietaria, que es como de la casa. Algo bueno, adem¨¢s de un hotel en una calle abandonada, puede quedar de este l¨ªo: el ejemplo de rapidez y eficacia de la burocracia municipal.
M¨¢s di¨¢fano asegura ver el asunto Blas Bernal, portavoz adjunto del PSPV en el Ayuntamiento alicantino, quien, no obstante, fue tan difuso en su acertijo como la concesi¨®n del permiso: 'El alcalde Luis D¨ªaz Alperi quiere tomarnos a todos el pelo; detr¨¢s de esa licencia se esconde otra cosa que huele muy mal y que ya estamos investigando'. M¨¢s oscuridad al asunto.
Los socialistas hab¨ªan pedido p¨²blicamente el martes que se paralizara la concesi¨®n de la licencia mientras no se ofreciera una compensaci¨®n al Ayuntamiento, ya que el contrato de arrendamiento suscrito entre el Consistorio y la familia de Luis G¨¢mir no expira hasta el a?o 2007. El lunes, los concejales del gobierno hab¨ªan decidido dejar el permiso sobre la mesa, pero las interferencias del propio Romero y de la oposici¨®n hicieron recapacitar al alcalde. Hab¨ªa que dar como sea la licencia a ese hotel de los l¨ªos. Y cuanto antes.
Entretanto, el portavoz Romero ha desplegado de nuevo su poder omnipotente para advertir a sus compa?eros de que ¨¦l no se queda fuera de juego, aunque su fuerte, precisamente, no sea la intermediaci¨®n en las operaciones inmobiliarias del Ayuntamiento: termin¨® en los juzgados cuando quiso pagar a un amigo m¨¢s de la cuenta por el alquiler de un local para sala municipal de exposiciones y cuando medi¨® para que el Ayuntamiento comprara al Santander Central Hispano (SCH) su sede para adecuarla como Casa de la Festa. No fue condenado, pero sus gestiones quedaron en saco roto.
Romero s¨ª lo ve claro.
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