'La arquitectura se piensa con la cabeza y se dibuja con los pies'
Carme Pin¨®s (Barcelona, 1955) firm¨®, junto a Enric Miralles, algunas de las arquitecturas m¨¢s sobresalientes de finales de los ochenta. Sin embargo, desde que ambos se separaron, Pin¨®s ha vivido la paradoja de trabajar en algunos de los m¨¢s destacados edificios que se constru¨ªan en Espa?a (la Escuela de Morella, que fue Premio Nacional de Arquitectura, o los centros c¨ªvicos de La Mina y Hostalets, que tambi¨¦n quedaron a su cargo) y disfrutar de un gran reconocimiento internacional -las editoriales Monacelli, de Nueva York, y Testo e Imagine, de Roma, preparan sendas monograf¨ªas sobre su obra-, al tiempo que sufr¨ªa grandes dificultades para construir sus nuevos dise?os. Tras convertir un puente de Petrer en una plaza p¨²blica y redibujar la costa mediterr¨¢nea en el paseo mar¨ªtimo de Torrevieja, hoy, al frente de un estudio con 12 colaboradores, es una de las profesionales m¨¢s destacadas del panorama espa?ol.
Reivindico ese lugar de encuentro entre las personas, ese cruce de caminos que puede ser un edificio
PREGUNTA. El instituto de Mollerusa es su primer edificio desde que deshiciera su estudio con Enric Miralles. ?Sent¨ªa que deb¨ªa demostrar algo?
RESPUESTA. Personalmente, no. Nunca he dejado de trabajar. Cuando el estudio se deshizo yo me hice cargo de la mitad de los proyectos. Luego, hasta que comenc¨¦ a construir en Torrevieja, las cosas no han sido f¨¢ciles. Entre lo poco que me considero en la vida, me considero arquitecta. Pero, evidentemente, s¨ª, me han hecho sentir que deb¨ªa probar algo, y eso, cuando has realizado proyectos reconocidos y premiados, es injusto.
P. En estos a?os, en ning¨²n momento ha dejado de tener peso como arquitecta; sin embargo, le costaba construir sus proyectos. ?A qu¨¦ atribuye ese par¨®n?
R. Desde que trabajo en solitario, me han invitado a muchos concursos y he dado clases en muchas universidades: desde Columbia, en Nueva York, hasta D¨¹sseldorf, pero todo ese bagaje no parece suficiente para dar clase en Barcelona. Cuando me present¨¦ a una plaza de profesora de Proyectos, admitieron en mi lugar a gente que no hab¨ªa construido ning¨²n edificio.
P. ?Por qu¨¦?
R. Pas¨¦ 14 a?os con Enric Miralles. ?l era un erudito, pero proyect¨¢bamos juntos. Al principio s¨®lo nos dedic¨¢bamos a un proyecto a la vez. Aparc¨¢bamos los otros. El cementerio de Igualada, por ejemplo, lo dibujamos s¨®lo entre tres personas: nosotros dos y Se Duch. Tras nuestra separaci¨®n se me ha querido robar la autor¨ªa de unas obras transform¨¢ndome de una arquitecta de 35 a?os fecunda en una arquitecta de 46 con s¨®lo cuatro proyectos construidos.
P. ?Cree que la arquitectura es un campo injusto con las mujeres?
R. Es duro. Se dan muchos matrimonios entre arquitectos y, en pareja, muchas de nosotras elegimos el papel de mujer. Nos sentimos primero mujeres y luego arquitectas, y eso, que parece tan natural, se convierte en nuestra ruina. Nuestro trabajo consiste en anclar los proyectos en la realidad, en estar controlando la situaci¨®n, pero sin chupar demasiada c¨¢mara. Se mezclan muchas cosas y la mujer se despliega en todas ellas. Es culpa nuestra. De la misma manera que al principio no tenemos suficiente con trabajar, luego no tenemos bastante con el papel de comparsa. Es dif¨ªcil compaginar vida y obra, pero hay que hacer un esfuerzo, si no la vida pasa factura. Siempre me lo he jugado todo a una sola carta. De la misma manera que no pude seguir trabajando con Enric cuando nos separamos, estoy convencida de que, de no haber estado casados, los proyectos que hicimos juntos no habr¨ªan sido iguales. La vida es as¨ª: las mejores cosas exigen grandes peajes.
P. ?Es particularmente machista el mundo de la arquitectura?
R. No s¨¦ si particularmente, pero indudablemente s¨ª. Si un arquitecto grita, tiene genio; si lo hace una arquitecta, es una hist¨¦rica. Si un arquitecto llega tarde, est¨¢ muy ocupado; si una arquitecta se retrasa, es poco profesional.
P. ?Trabajando en solitario ha dado con hallazgos que marquen un antes y un despu¨¦s en su manera de trabajar?
R. Los a?os que pas¨¦ con Enric fueron, adem¨¢s de muchos, los primeros, los de formaci¨®n. Es l¨®gico que mi arquitectura de hoy tenga esa base de ideas compartidas, como la de pensar en el edificio como en un territorio. Sin embargo, al trabajar y deber afrontar nuevos problemas, a veces das con soluciones inesperadas, y esos hallazgos siguen, si hay suerte, produci¨¦ndose. Al proyectar la plaza de toros de M¨®stoles surgieron algunas ideas que luego hemos desarrollado en otros proyectos: contraponer una geometr¨ªa precisa con una base m¨¢s libre, anclar los edificios a la tierra, realizar estructuras como andamios por los que pasa el aire, etc¨¦tera. Lo ¨²nico bueno de realizar proyectos que no llegan a construirse es que tienes mucho tiempo para probar y pensar, y surgen muchas ideas que luego reaparecen en otros edificios. Para m¨ª, la arquitectura es un pensamiento que se va desarrollando.
P. ?Cu¨¢les son sus preocupaciones como arquitecta?
R. La arquitectura exige respuestas a demandas territoriales y a demandas sociales que cada uno realiza de acuerdo con su manera de entender la vida. Siempre me ha preocupado la escala humana de las construcciones. A los estudiantes les digo que la arquitectura se piensa con la cabeza y se dibuja con los pies. Se ha de recorrer, no se puede pensar en abstracto.
P. Sus proyectos son m¨¢s t¨¢ctiles que visuales.
R. M¨¢s que mostrarse, se descubren desde su uso. Todo eso no es una idea impuesta, es una manera de aproximarse a la construcci¨®n.
P. ?C¨®mo lleg¨® a esa conclusi¨®n?
R. Pensando en la responsabilidad que supone construir un edificio. Siempre digo que la arquitectura s¨®lo acaba donde termina su repercusi¨®n, no en el propio edificio. Y un arquitecto debe controlar todos esos efectos en el entorno y en la vida de la gente. Esa manera de pensar genera un lenguaje arquitect¨®nico.
P. En sus proyectos, los materiales parecen tener muy poca importancia frente a otros factores.
R. Para m¨ª, la arquitectura es espacio y lugar de relaciones humanas, por eso los materiales deben estar al servicio de esa idea. Reivindico ese lugar de encuentro entre las personas, ese cruce de caminos que puede ser un edificio. El arquitecto est¨¢ m¨¢s cerca de un director de cine que de un escultor. El escultor crea vol¨²menes, pero el director construye vivencias. La arquitectura deber¨ªa ser el cobijo de las vivencias. Para hacer un edificio hay que hacer antes el gui¨®n de la pel¨ªcula, saber qu¨¦ es lo que quieres provocar. Luego, con todas esas ideas, la forma va apareciendo.
Paisajes con figuras
CARME PIN?S asegura que dibuja con los pies en el suelo, y eso, al contemplar sus proyectos, adquiere un doble sentido. A la funcionalidad y a la l¨®gica de un programa, ella une las huellas que, como pisadas, forman los edificios sobre el terreno. El suelo ha sido siempre un factor decisivo en la forma de sus proyectos. En el paseo mar¨ªtimo de Torrevieja (1996), la convivencia entre piscinas y diques redibuja el perfil de la ciudad. En Petrer (1998), una pasarela que une el antiguo pueblo con un suburbio, una mancha de aceite derramada entre las dos orillas de una rambla, es el principio de una nueva tipolog¨ªa h¨ªbrida: el puente-plaza, el puente como lugar de relaciones humanas. Las 12 aulas del instituto leridano de Mollerusa se despliegan abrazando el terreno como si fuesen una construcci¨®n agr¨ªcola m¨¢s de las muchas de la zona. Tambi¨¦n en Guadalajara (M¨¦xico) proyecta un recinto ferial para la ciudad de servicios que ha dibujado Rem Koolhaas y que construir¨¢n Toyo Ito, Zaha Hadid y Philip Johnson, entre otros. Pin¨®s, la ¨²nica espa?ola invitada a esa aventura, est¨¢ dibujando un lugar de encuentro, un sitio en el paisaje para que la gente de paso hacia el mercado o hacia la oficina de seguros pueda entrar sin desligarse del entorno natural.
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