La estrella fue Cascos
Ni el propio Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, el presidente del Gobierno, pudo robarle luces y focos a aqu¨¦l a quien la direcci¨®n del partido pretend¨ªa restarle protagonismo. Todo el congreso del PP ten¨ªa por objetivo y destino la figura de Aznar, quien lleg¨® 35 minutos despu¨¦s de las cuatro de la tarde, hora prevista para el inicio del Congreso, cuando los periodistas no ten¨ªamos otra cosa que hacer que mirar a la puerta por la que aparecer¨ªa finalmente el l¨ªder del PP con sus zapatos de borlitas.
Los doce oradores del PP mencionaron en sus discursos el nombre de Aznar. Y hasta los maletines negros que regal¨® la direcci¨®n del partido a los redactores ven¨ªan con la m¨¢cula del l¨ªder del partido. En los maletines no aparec¨ªan las siglas del PP. Tampoco la gaviota azul. Ni el lema del congreso -'nuevo impuso para Espa?a'-, ni el segundo lema -'las propuestas del centro'-, ni nada que se le pareciera. En el malet¨ªn s¨®lo aparec¨ªa la firma de Aznar. El nombre, los dos apellidos y una raya rect¨ªsima debajo. Y en el bol¨ªgrafo blanco que regalaban, tan s¨®lo la firma en negro de Aznar. Pero todo eso no desvi¨® la atenci¨®n de aqu¨¦l a quien la direcci¨®n del partido pretend¨ªa que no se le prestase demasiada atenci¨®n.
Tampoco estaba destinado ayer a acaparar el protagonismo el vicepresidente Rodrigo Rato, cuando lleg¨® con s¨®lo diez minutos de retraso al Congreso y con el Financial Times bajo el brazo. Ni Aznar, ni Cascos, ni Acebes, ni Rajoy... ninguno consigui¨® desviar la atenci¨®n ayer del ministro de Fomento, Francisco ?lvarez Cascos, el hombre que pretend¨ªa que se hablase de lo ¨²nico que Aznar quer¨ªa que no se hablara: la sucesi¨®n. Por un d¨ªa, al menos por unas horas, ?lvarez Cascos fue el m¨¢s popular entre los populares.
- Ministro, aqu¨ª hay un periodista que est¨¢ haciendo una cr¨®nica de ambiente y quiere hacerle una pregunta.
- No es necesario que hagas preguntas. T¨² s¨®lo mira la cantidad de gente que est¨¢ viniendo para decirme que votar¨¢n mi enmienda. Ahora mismo han venido dos se?ores de Palencia que me han ofrecido su voto. Y yo les he dicho: '?Vais a votar en contra de la direcci¨®n del partido?' Y ellos me han contestado: 'A nosotros la direcci¨®n no nos dice lo que tenemos que hacer'.
En efecto, ?lvarez Cascos no daba abasto para saludar a la gente, para atender a periodistas, para hacerse fotos con admiradoras de cincuenta a?os, militantes de todos los puntos cardinales de Espa?a que le ped¨ªan, por favor, que fuese al pueblo de ellos para inaugurar la sede del PP. Sonriente y tranquilo aseguraba a todo el mundo que no hab¨ªa hecho ni una sola llamada para que saliese votada su enmienda. Y cuando se le dijo que c¨®mo respond¨ªa a los compa?eros suyos de partido que le acusaban de querer acaparar el protagonismo a cualquier precio, de nuevo sonri¨® y dijo: '?Protagonismo, ?por qu¨¦? ?Porque no me callo? ?Qu¨¦ culpa tengo yo de que en un congreso como ¨¦ste los medios s¨®lo hayan reparado en mi enmienda?'
- ?Y no le parece muy pobre un congreso as¨ª?
- Sobre eso tengo mi opini¨®n y prefiero reserv¨¢rmela.
Cascos confes¨® que ¨²ltimamente hab¨ªa hablado con Aznar sobre el tema de la enmienda, pero se resist¨ªa a decir qu¨¦ le hab¨ªa dicho el presidente del Gobierno. Al final, Cascos habl¨®:
- He hablado con ¨¦l esta ma?ana. Y me ha dicho que hable lo que me d¨¦ la gana. Pero que administre bien mi posici¨®n. Y que siga tratando de llegar a un acuerdo con Acebes. Y ¨¦sa, creo yo, es la posici¨®n que debe adoptar un l¨ªder como Aznar, sobre todo cuando sabe que conmigo no va a tener nunca ning¨²n problema.
Y sin ning¨²n tipo de problemas, Cascos sigui¨® repartiendo palmadas, apretones de manos y abrazos entre los seguidores.
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