La amenaza del hambre se cierne sobre cuatro millones de argentinos
La existencia de cuatro millones de indigentes muestra el alarmante declive del nivel de vida
En Argentina, uno de los pa¨ªses con mayor riqueza agr¨ªcola y ganadera, hay hambre. Desde las provincias m¨¢s olvidadas por el progreso hasta los cinturones de las grandes urbes se dibuja un pa¨ªs que nada tiene que ver con la riqueza del pasado ni con las estad¨ªsticas del presente. Algunos datos oficiales todav¨ªa sit¨²an a Argentina, con un territorio cinco veces superior al de Espa?a y con cinco climas diferentes, a la cabeza de las naciones latinoamericanas en cuanto a renta per c¨¢pita anual -7.791 d¨®lares (8.744,10 euros)-, lo que se explica por la ampliaci¨®n abismal de la brecha entre ricos y pobres.
Pero hay otras cifras que muestran el alarmante declive del nivel de vida. Cerca de cuatro millones viven en situaci¨®n de indigencia, lo que significa que no pueden acceder a una cesta b¨¢sica de alimentos, evaluada en 65 d¨®lares mensuales. La gravedad de la situaci¨®n es patente en el depauperado noreste, formado por las provincias de Formosa (27,4% de indigentes), Chaco (23,6%), Corrientes (20,8%) y Misiones (18,1%), pero tambi¨¦n es ostensible en la provincia de Buenos Aires, donde los 1,2 millones de indigentes (8,9%) llegan hasta la capital federal, la ciudad m¨¢s rica del pa¨ªs. Los datos en poder del Ministerio de Trabajo indican que el 36,1% de la poblaci¨®n del Gran Buenos Aires est¨¢ bajo la l¨ªnea de pobreza, en un pa¨ªs que alimenta a cuatro vacas por habitante y que el a?o pasado tuvo una cosecha r¨¦cord de cereales (trigo, sorgo y cebada).
Clase media enfurecida
Tienen hambre los cirujas, que antes iban en su carro a la capital en busca de cartones, latas, cables y residuos diversos, y hoy, despu¨¦s de la pretendida bancarizaci¨®n de la econom¨ªa, nadie les da un peso o, lo que es peor, la polic¨ªa les impide la entrada en la ciudad. Tambi¨¦n pasan hambre aquellos que hurgan en los contenedores de basura, los que no tienen d¨®nde dormir y los miles de seres humanos que pueblan las villas miseria y los asentamientos que rodean las grandes urbes, como Buenos Aires, Rosario, C¨®rdoba y Mendoza. Sus problemas vienen de mucho m¨¢s lejos que el corralito que ha enfurecido a la clase media argentina.
Santa Catalina 3 es uno de los tres asentamientos humanos del mismo nombre que hay en Lomas de Zamora (provincia de Buenos Aires), donde viven m¨¢s de 10.000 personas en cada uno. Sus primeros moradores ocuparon en 1996 unos terrenos abandonados, que se inundaban con frecuencia, en los que no hab¨ªa agua corriente ni luz. Bolivianos, paraguayos y peruanos conviven con pobladores de las provincias del norte m¨¢s pobre de Argentina. Gente que huy¨® en busca de mejores condiciones de vida. Algunos estuvieron alojados antes en habitaciones y villas miseria de Buenos Aires, y cuando se agot¨® el dinero que tra¨ªan acudieron a Santa Catalina. '?ste es el ¨²ltimo eslab¨®n. Despu¨¦s s¨®lo queda la calle', dice Silvia Ghiselli, trabajadora social que conoce el barrio desde sus or¨ªgenes.
Bajo un sol infernal y a trav¨¦s de una calle polvorienta se llega al asentamiento. El arroyo que separa Lomas de Zamora de Esteban Echeverr¨ªa desprende un olor nauseabundo. A las dos de la tarde apenas se ven j¨®venes. A 40 minutos del centro de Buenos Aires, el hambre se manifiesta en la cantidad de ni?os que acuden al ¨²nico comedor, el de la escuela. Se refleja en la desnutrici¨®n infantil cr¨®nica, que afecta al crecimiento. No hay ni?os fam¨¦licos, pero s¨ª una poblaci¨®n de 'bajitos cr¨®nicos que se quedaron cortos', dice la pediatra Marina Pu¨¦rtolas.
La situaci¨®n ha empeorado en los ¨²ltimos tiempos. Carlos Salda?o, peronista y autoridad de facto del asentamiento, explica que la Municipalidad de Lomas de Zamora ha suspendido la ayuda para las familias con m¨¢s hijos, los discapacitados y los ancianos sin cobertura social. Ahora s¨®lo llega, con cuentagotas, la ayuda incluida en el Plan Vida para ni?os de hasta seis a?os y mujeres embarazadas. Un litro diario de leche y un bols¨®n con mate, az¨²car, fideos y tres huevos a la semana.
'Ni siquiera nosotras cobramos. Hoy nos dieron 100 pesos de diciembre', dice Graciela Fern¨¢ndez, enfermera del precario centro de salud, que s¨®lo atiende a ni?os y mujeres, dado el alto n¨²mero de embarazos de adolescentes. Argentinas, paraguayas, bolivianas. 'Las bolivianas quieren un hijo para tener derecho a fijar su residencia ac¨¢'. La vida tiene un valor escaso. Ni?os dados de alta despu¨¦s de haber sido tratados de una neumon¨ªa mueren por un descuido. 'Tiene que ver con que los padres est¨¢n muertos de hambre y despojados de todo, alejados de cualquier beneficio que les corresponder¨ªa por derecho', comenta Silvia Ghiselli. La unidad sanitaria y el colegio son los ¨²nicos recursos con los que cuenta la comunidad. No hay guarder¨ªas, ni iglesia, ni jardines.
Fuera de Santa Catalina, el paisaje mejora, pero la pobreza y el deplorable estado de las infraestructuras llaman la atenci¨®n en la provincia m¨¢s importante de Argentina. Este feudo peronista estuvo gobernado durante a?os por el actual presidente, Eduardo Duhalde. 'El pobrer¨ªo es peronista', dice Ghiselli con un punto de iron¨ªa.
El hambre no es s¨®lo la falta de alimentos. Hay otros tipos de hambre: por falta de recursos del Estado, de proyectos, de futuro y por la no inserci¨®n. 'La exclusi¨®n social es esa terrible sensaci¨®n de que est¨¢s afuera y estar¨¢s siempre afuera', dice la antrop¨®loga Alicia Cattaneo, cuando nos disponemos a entrar en la Villa 15, en el distrito de Villa Lugano (Buenos Aires). Todo el mundo la conoce como la Ciudad Oculta, porque durante la ¨²ltima dictadura los militares levantaron un gran muro que pretend¨ªa esconder la miseria.En Argentina, uno de los pa¨ªses con mayor riqueza agr¨ªcola y ganadera, hay hambre. Desde las provincias m¨¢s olvidadas por el progreso hasta los cinturones de las grandes urbes se dibuja un pa¨ªs que nada tiene que ver con la riqueza del pasado ni con las estad¨ªsticas del presente. Algunos datos oficiales todav¨ªa sit¨²an a Argentina, con un territorio cinco veces superior al de Espa?a y con cinco climas diferentes, a la cabeza de las naciones latinoamericanas en cuanto a renta per c¨¢pita anual -7.791 d¨®lares (8.744,10 euros)-, lo que se explica por la ampliaci¨®n abismal de la brecha entre ricos y pobres.
Pero hay otras cifras que muestran el alarmante declive del nivel de vida. Cerca de cuatro millones viven en situaci¨®n de indigencia, lo que significa que no pueden acceder a una cesta b¨¢sica de alimentos, evaluada en 65 d¨®lares mensuales. La gravedad de la situaci¨®n es patente en el depauperado noreste, formado por las provincias de Formosa (27,4% de indigentes), Chaco (23,6%), Corrientes (20,8%) y Misiones (18,1%), pero tambi¨¦n es ostensible en la provincia de Buenos Aires, donde los 1,2 millones de indigentes (8,9%) llegan hasta la capital federal, la ciudad m¨¢s rica del pa¨ªs. Los datos en poder del Ministerio de Trabajo indican que el 36,1% de la poblaci¨®n del Gran Buenos Aires est¨¢ bajo la l¨ªnea de pobreza, en un pa¨ªs que alimenta a cuatro vacas por habitante y que el a?o pasado tuvo una cosecha r¨¦cord de cereales (trigo, sorgo y cebada).
Clase media enfurecida
Tienen hambre los cirujas, que antes iban en su carro a la capital en busca de cartones, latas, cables y residuos diversos, y hoy, despu¨¦s de la pretendida bancarizaci¨®n de la econom¨ªa, nadie les da un peso o, lo que es peor, la polic¨ªa les impide la entrada en la ciudad. Tambi¨¦n pasan hambre aquellos que hurgan en los contenedores de basura, los que no tienen d¨®nde dormir y los miles de seres humanos que pueblan las villas miseria y los asentamientos que rodean las grandes urbes, como Buenos Aires, Rosario, C¨®rdoba y Mendoza. Sus problemas vienen de mucho m¨¢s lejos que el corralito que ha enfurecido a la clase media argentina.
Santa Catalina 3 es uno de los tres asentamientos humanos del mismo nombre que hay en Lomas de Zamora (provincia de Buenos Aires), donde viven m¨¢s de 10.000 personas en cada uno. Sus primeros moradores ocuparon en 1996 unos terrenos abandonados, que se inundaban con frecuencia, en los que no hab¨ªa agua corriente ni luz. Bolivianos, paraguayos y peruanos conviven con pobladores de las provincias del norte m¨¢s pobre de Argentina. Gente que huy¨® en busca de mejores condiciones de vida. Algunos estuvieron alojados antes en habitaciones y villas miseria de Buenos Aires, y cuando se agot¨® el dinero que tra¨ªan acudieron a Santa Catalina. '?ste es el ¨²ltimo eslab¨®n. Despu¨¦s s¨®lo queda la calle', dice Silvia Ghiselli, trabajadora social que conoce el barrio desde sus or¨ªgenes.
Bajo un sol infernal y a trav¨¦s de una calle polvorienta se llega al asentamiento. El arroyo que separa Lomas de Zamora de Esteban Echeverr¨ªa desprende un olor nauseabundo. A las dos de la tarde apenas se ven j¨®venes. A 40 minutos del centro de Buenos Aires, el hambre se manifiesta en la cantidad de ni?os que acuden al ¨²nico comedor, el de la escuela. Se refleja en la desnutrici¨®n infantil cr¨®nica, que afecta al crecimiento. No hay ni?os fam¨¦licos, pero s¨ª una poblaci¨®n de 'bajitos cr¨®nicos que se quedaron cortos', dice la pediatra Marina Pu¨¦rtolas.
La situaci¨®n ha empeorado en los ¨²ltimos tiempos. Carlos Salda?o, peronista y autoridad de facto del asentamiento, explica que la Municipalidad de Lomas de Zamora ha suspendido la ayuda para las familias con m¨¢s hijos, los discapacitados y los ancianos sin cobertura social. Ahora s¨®lo llega, con cuentagotas, la ayuda incluida en el Plan Vida para ni?os de hasta seis a?os y mujeres embarazadas. Un litro diario de leche y un bols¨®n con mate, az¨²car, fideos y tres huevos a la semana.
'Ni siquiera nosotras cobramos. Hoy nos dieron 100 pesos de diciembre', dice Graciela Fern¨¢ndez, enfermera del precario centro de salud, que s¨®lo atiende a ni?os y mujeres, dado el alto n¨²mero de embarazos de adolescentes. Argentinas, paraguayas, bolivianas. 'Las bolivianas quieren un hijo para tener derecho a fijar su residencia ac¨¢'. La vida tiene un valor escaso. Ni?os dados de alta despu¨¦s de haber sido tratados de una neumon¨ªa mueren por un descuido. 'Tiene que ver con que los padres est¨¢n muertos de hambre y despojados de todo, alejados de cualquier beneficio que les corresponder¨ªa por derecho', comenta Silvia Ghiselli. La unidad sanitaria y el colegio son los ¨²nicos recursos con los que cuenta la comunidad. No hay guarder¨ªas, ni iglesia, ni jardines.
Fuera de Santa Catalina, el paisaje mejora, pero la pobreza y el deplorable estado de las infraestructuras llaman la atenci¨®n en la provincia m¨¢s importante de Argentina. Este feudo peronista estuvo gobernado durante a?os por el actual presidente, Eduardo Duhalde. 'El pobrer¨ªo es peronista', dice Ghiselli con un punto de iron¨ªa.
El hambre no es s¨®lo la falta de alimentos. Hay otros tipos de hambre: por falta de recursos del Estado, de proyectos, de futuro y por la no inserci¨®n. 'La exclusi¨®n social es esa terrible sensaci¨®n de que est¨¢s afuera y estar¨¢s siempre afuera', dice la antrop¨®loga Alicia Cattaneo, cuando nos disponemos a entrar en la Villa 15, en el distrito de Villa Lugano (Buenos Aires). Todo el mundo la conoce como la Ciudad Oculta, porque durante la ¨²ltima dictadura los militares levantaron un gran muro que pretend¨ªa esconder la miseria.
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