Volver¨¢n banderas derrotadas
El oficio que alg¨²n idiota defini¨® como el m¨¢s antiguo del mundo cuenta con el precedente del oficio de otros en beneficiarse de su ejercicio por otras, as¨ª que estamos m¨¢s o menos en lo mismo
C.J.C.
En lo que es rica toda rica vida humana que dure m¨¢s de diez a?os -y a¨²n menos- es en contradicciones, aunque no todas sean del calibre del alev¨ªn de escritor que se ofrece a la autoridad competente como delator del vecindario en el miserable Madrid de posguerra. Camilo Jos¨¦ Cela ha muerto, y los cronistas se?alan el tremendismo o un surrealismo tard¨ªo como claves de su obra escrita. Fue el m¨¢s aplicado escritor de obediencia galdosiana, y buena parte de su fama se cifra en la ambici¨®n de cultivar sin complejos de mariquita un casticismo de chuleta entrado en carnes que, en sus ¨²ltimos a?os, confundi¨® con los alardes p¨²blicos de su triste vida p¨²blica, m¨¢s all¨¢ de los cursis versitos de Umbral como homenaje p¨®stumo a ambos dos. Quedar¨¢ por el escupitajo de Pascual Duarte, los retratos de La Colmena, el relato de sus viajes de mochila.
A saber
Es un misterio de qu¨¦ manera podr¨ªa contribuir al bienestar social de nuestra comunidad la intenci¨®n de inmortalizar en fotos ilegales a los clientes -se supone que masculinos- de la prostituci¨®n callejera, salvo que el autor de esa idea estrafalaria comparta la afici¨®n de su esposa por la pulsi¨®n fotogr¨¢fica. Para empezar, nada autoriza a suponer que los encargados del servicio no hubieran de figurar en sus propias instant¨¢neas antes, durante o despu¨¦s de su horario laboral. Para seguir, es muy posible que pueda grabarse un material de mayor relevancia social, pol¨ªtica y econ¨®mica siguiendo el hilo de quien quiere tirar de esa hilacha miserable. De hecho, existen testimonios de putadas de mayor enjundia, con vencimiento a treinta, sesenta o noventa d¨ªas, que ning¨²n conseller reciclado ahora de antisocialista se tomar¨¢ la molestia de radiografiar.
Talib¨¢n sobre el az¨²car
Lo que le faltaba a Fidel Castro. Fotografiarse con los pestilentes responsables de la cultura valenciana en la Am¨¦rica profunda y ver c¨®mo Guant¨¢namo se llena de cautivos afganos disfrazados de naranjas han sido una y la misma cosa medi¨¢tica, una de esas coincidencias fatales que tanto ilustran sobre el sentido inform¨¢tico del tebeo. La jaula en la que Fujimori exhibi¨® al iluminado senderista Guzm¨¢n era una deferencia exquisita al lado de esas alambradas caribe?as con centenares de prisioneros rapados y ventilados por los huracanes propios de la regi¨®n a fin de que se les aclaren las mejillas. La idea de sus carceleros es tan luminosa como un manual de autoayuda, si bien algo m¨¢s ajena a los derechos humanos. En la pr¨®xima Bienal, bonita instalaci¨®n inal¨¢mbrica sobre la influencia talibana en la cultura caribe?a de vanguardia. De Yoko Ono.
Desprestigio de la memoria
Ya apenas existen en el cine esos emocionantes flash-back que de pronto situaban al personaje protagonista -sol¨ªa ser el protagonista- en un serio punto de inflexi¨®n respecto a lo que ha llegado a ser su vida. Tal vez por la persistencia del cine en blanco y negro hasta bien entrados los a?os 60 del siglo ya pasado, incluso cuando lleg¨® el color¨ªn a las pel¨ªculas se resolv¨ªan en negro las referencias a sucesos anteriores, prisioneros quiz¨¢s de una imaginaria memoria hist¨®rica, ya que el color existe antes que su incorporaci¨®n al cine. Aqu¨ª hay que mencionar el fastuoso salto atr¨¢s de Retorno al pasado, de una duraci¨®n inusitada, o la media docena que hacen de hilo conductor en Ciudadano Kane. En esa renuncia al salto atr¨¢s en el relato de pantalla se evidencia un cierto desd¨¦n por los avatares de la memoria y un apego al entendimiento de la realidad como una sucesi¨®n brusca de presentes sin historia.
Pero qu¨¦ tendr¨¢ que ver
Una cosa es despotricar contra la medicalizaci¨®n de la experiencia, afirmar que el Estado o sus r¨¦plicas no son qui¨¦nes para entrometerse en la vida privada de las personas, defender que cada uno es libre de hacer lo que quiera siempre que no moleste a nadie, y otra distinta determinar desde qu¨¦ instancias y con qu¨¦ derecho se asiste a los miles de accidentados por causas quiz¨¢ evitables en cada fin de semana. Hay conductas que siempre acaban molestando, ya sean los moteros nocturnos, la dilatada propensi¨®n ruidosa de las Fallas o el consumo destemplado de sustancias diversas. La ideolog¨ªa desde?osa con las instituciones tiene la fortuna de contar con ellas en la pr¨¢ctica, y s¨®lo desde la instituci¨®n se puede atender tanta demanda indeseada. El esc¨¢ndalo de Velluters, y su prestigio, pero tambi¨¦n el adolescente pastillero que ingresa para entrar en coma un s¨¢bado por la noche. Qu¨¦ faena.A saber
Es un misterio de qu¨¦ manera podr¨ªa contribuir al bienestar social de nuestra comunidad la intenci¨®n de inmortalizar en fotos ilegales a los clientes -se supone que masculinos- de la prostituci¨®n callejera, salvo que el autor de esa idea estrafalaria comparta la afici¨®n de su esposa por la pulsi¨®n fotogr¨¢fica. Para empezar, nada autoriza a suponer que los encargados del servicio no hubieran de figurar en sus propias instant¨¢neas antes, durante o despu¨¦s de su horario laboral. Para seguir, es muy posible que pueda grabarse un material de mayor relevancia social, pol¨ªtica y econ¨®mica siguiendo el hilo de quien quiere tirar de esa hilacha miserable. De hecho, existen testimonios de putadas de mayor enjundia, con vencimiento a treinta, sesenta o noventa d¨ªas, que ning¨²n conseller reciclado ahora de antisocialista se tomar¨¢ la molestia de radiografiar.Talib¨¢n sobre el az¨²car
Lo que le faltaba a Fidel Castro. Fotografiarse con los pestilentes responsables de la cultura valenciana en la Am¨¦rica profunda y ver c¨®mo Guant¨¢namo se llena de cautivos afganos disfrazados de naranjas han sido una y la misma cosa medi¨¢tica, una de esas coincidencias fatales que tanto ilustran sobre el sentido inform¨¢tico del tebeo. La jaula en la que Fujimori exhibi¨® al iluminado senderista Guzm¨¢n era una deferencia exquisita al lado de esas alambradas caribe?as con centenares de prisioneros rapados y ventilados por los huracanes propios de la regi¨®n a fin de que se les aclaren las mejillas. La idea de sus carceleros es tan luminosa como un manual de autoayuda, si bien algo m¨¢s ajena a los derechos humanos. En la pr¨®xima Bienal, bonita instalaci¨®n inal¨¢mbrica sobre la influencia talibana en la cultura caribe?a de vanguardia. De Yoko Ono.Desprestigio de la memoria
Ya apenas existen en el cine esos emocionantes flash-back que de pronto situaban al personaje protagonista -sol¨ªa ser el protagonista- en un serio punto de inflexi¨®n respecto a lo que ha llegado a ser su vida. Tal vez por la persistencia del cine en blanco y negro hasta bien entrados los a?os 60 del siglo ya pasado, incluso cuando lleg¨® el color¨ªn a las pel¨ªculas se resolv¨ªan en negro las referencias a sucesos anteriores, prisioneros quiz¨¢s de una imaginaria memoria hist¨®rica, ya que el color existe antes que su incorporaci¨®n al cine. Aqu¨ª hay que mencionar el fastuoso salto atr¨¢s de Retorno al pasado, de una duraci¨®n inusitada, o la media docena que hacen de hilo conductor en Ciudadano Kane. En esa renuncia al salto atr¨¢s en el relato de pantalla se evidencia un cierto desd¨¦n por los avatares de la memoria y un apego al entendimiento de la realidad como una sucesi¨®n brusca de presentes sin historia.
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