Johnny cogi¨® su fusil
La derecha m¨¢s conservadora en EE UU ha utilizado el caso de John Lindh Walker, el americano de 20 a?os convertido en talib¨¢n y detenido en diciembre en Mazar-i-Sharif con su AK-47 a la espalda, para lanzar un embate contra la educaci¨®n liberal y permisiva que, afirma, ha llevado a este descarriado a sumarse a las filas de Bin Laden. La justicia del fiscal general John Ashcroft quiere hacer de ese joven barbudo y sucio que apareci¨® en las im¨¢genes -el pasado jueves, sin embargo, compareci¨® ante un juez federal en Virginia aseado, pelo corto y afeitado- como un caso que sirva de ejemplo.
Sirve de ejemplo: de lo que debe hacer la justicia frente a los afganos (y algunos de otras nacionalidades) llevados a Guant¨¢namo, donde pueden ser juzgados por tribunales militares sin garant¨ªa procesal alguna, cuando Walker (prefiere usar el apellido de su madre) cuenta con todas esas garant¨ªas y un abogado de primera contratado por su padre, James Brosnahan, ex fiscal en el caso Ir¨¢n-Contra. Se le ha acusado de varios cr¨ªmenes, entre otros de conspirar para matar a estadounidenses, pero a¨²n no se le ha pedido que se declare inocente o culpable. Las presiones internacionales -europeas y de organizaciones de derechos humanos, e incluso de una parte de la prensa estadounidense- han funcionado al forzar a la Administraci¨®n de Bush a anunciar que no llevar¨¢ m¨¢s presos a Guant¨¢namo.
A todas luces, el caso de Walker es lo contrario de lo que denuncia esa derecha rancia en la que tanto se ha apoyado Bush. Ma?ana le veremos en su primer discurso sobre el estado de la Uni¨®n, que puede ser tambi¨¦n el m¨¢s importante desde el ataque del 11-S. Walker, bautizado John en recuerdo de Lennon, pertenece a una familia acomodada que viv¨ªa en California. Educado en el catolicismo por una madre que posteriormente se har¨ªa budista y se separar¨ªa de su marido, Walker entr¨® en contacto con el islam a trav¨¦s de sus estudios sobre cultural mundial en el instituto y a trav¨¦s de Internet, otra confirmaci¨®n de que la Red es un instrumento tambi¨¦n de globalizaci¨®n de las diferencias.
Seg¨²n ha relatado el propio Walker, le marc¨® la lectura de las Memorias de Malcom X (El Hajj Malik el Shabazz), el famoso militante negro convertido al islam. Walker, en busca de una vida isl¨¢mica pura, viaj¨® a Yemen, donde se desilusion¨®, y, tras varias idas y venidas, acab¨® en una madraza en Pakist¨¢n, donde, obsesionado con aprenderse todos los vers¨ªculos del Cor¨¢n, debi¨® de connectar con los talibanes y las redes de Al Qaeda. El problema no es que se hiciera musulm¨¢n, sino la contradicci¨®n que supone el que su educaci¨®n liberal y permisiva le llevara a adoptar uno de los reg¨ªmenes menos permisivos como ha sido el de los talibanes. Como ha recordado Richard Cohen en The Washington Post, con Walker nacieron en 1981 otros 3.629.000 ni?os en Estados Unidos y ninguno ha acabado en Afganist¨¢n, aunque la CIA sigue buscando a otros dos americanos entre los talibanes y hay varios europeos entre los que luchaban con los talibanes y Al Qaeda.
El caso Walker choca quiz¨¢s m¨¢s en Estados Unidos que en Europa. Hay que recordar que una enorme diferencia transatl¨¢ntica es el porcentaje de creyentes en un dios, sea el que sea. Seg¨²n un ¨ªndice mundial de religiosidad que public¨® una revista norteamericana de ciencia pol¨ªtica, en primer lugar se sit¨²a Ir¨¢n, y en segundo, Estados Unidos. En la cola, Europa del Este (con la excepci¨®n de Polonia) y los escandinavos. En los billetes de d¨®lar -s¨ªmbolo e instrumento del poder econ¨®mico de EE UU- se recoge el famoso In God We Trust (Confiamos en Dios), en una naci¨®n que no se ha convertido en polite¨ªsta pero s¨ª en una de las m¨¢s variadas en creencias religiosas organizadas (y las iglesias cristianas pueden moderar a esta Administraci¨®n). Nuestros euros reci¨¦n estrenados no dicen nada. Son posmodernos, ic¨®nicos: todo lo m¨¢s, hay que interpretar el significado de las puertas y puentes que los decoran. ?Ser¨¢ por eso que el d¨®lar es m¨¢s fuerte?
aortega@elpais.es
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