La presidencia espa?ola de la UE
El hecho de que las presidencias de la Uni¨®n Europea tengan una duraci¨®n semestral es algo que est¨¢, desde hace tiempo, siendo puesto en cuesti¨®n. Tal vez tuviera sentido en el momento fundacional, en el que s¨®lo hab¨ªa seis estados miembros y las presidencias de cada pa¨ªs eran frecuentes, pero en la actualidad nadie en su sano juicio se atreve a mantener que un periodo tan corto de tiempo sea suficiente para llevar a cabo en realidad proyecto alguno. Resulta evidente que si se mantiene el sistema es, en buena medida, por lo dif¨ªcil que resulta que un cambio sea aceptado si implica la p¨¦rdida de protagonismo de los respectivos gobiernos.
Porque la realidad es que los gobiernos siempre enfocan la presidencia con grandilocuencia y unas buenas dosis de lectura pol¨ªtica nacional. Cuando en 1989 Espa?a asumi¨® por primera vez la presidencia europea, un malvado Jordi Pujol rebaj¨® la ¨ªnfulas propagand¨ªsticas cuando record¨® que esa presidencia tambi¨¦n la desempe?aba cada seis a?os un peque?o pa¨ªs como Luxemburgo. Y si no le faltaba raz¨®n, quiz¨¢s en aquella ocasi¨®n su raz¨®n fuera menor porque se trataba de la primera ocasi¨®n en la que nuestro pa¨ªs desempe?aba tal presidencia. Pero a partir de ah¨ª, conviene relativizar la importancia de cualquier presidencia, cuyo ¨¦xito no se debe tanto a las grandilocuentes manifestaciones de objetivos como a la consecuci¨®n de resultados tal vez m¨¢s pedestres.
En primer lugar, y aunque parezca un objetivo burocr¨¢tico, el ¨¦xito de una presidencia debe medirse por el n¨²mero de normas -directivas y reglamentos- que se aprueben, y a¨²n ello es relativo porque depende del trabajo que hayan realizado los pa¨ªses que han desempe?ado las anteriores presidencias. Pero ¨¦se es un objetivo de primera magnitud, porque la elaboraci¨®n de esas normas hace posible la profundizaci¨®n del proceso de construcci¨®n europea, y adem¨¢s, porque conseguir el acuerdo de voluntades entre 15 pa¨ªses con tradiciones y regulaciones diferentes, y adem¨¢s en ocasiones tambi¨¦n del Parlamento Europeo, es una tarea casi diab¨®lica y quien lo consigue demuestra tener capacidad de negociaci¨®n.
Tambi¨¦n el ¨¦xito se mide por el contenido de las declaraciones del Consejo que pone fin a la presidencia, aunque tambi¨¦n es cierto que despu¨¦s de lanzar grandes objetivos ning¨²n pa¨ªs se queda atr¨¢s y consigue aprobar declaraciones, que si bien de un contenido menos trascendente suponen una indicaci¨®n hacia tareas sucesivas.
El 15 de enero el presidente Aznar expuso ante el pleno del Parlamento Europeo en Estrasburgo el programa de la presidencia espa?ola, que ya obraba en diferentes documentos, mereciendo en general el voto de confianza que se acostumbra a otorgar al inicio de todas las presidencias, pero que adoleci¨®, como acertadamente se?al¨® la ex comisaria europea y actual diputada radical italiana en el Parlamento Europeo, Enma Bonino, de falta de ambici¨®n.
Porque al fin y al cabo Aznar es quien es y no le va a cambiar el hecho de desempe?ar la presidencia europea. Hace algunos a?os cuando nuestro presidente comenz¨® a practicar el esqu¨ª n¨®rdico en Baqueira le preguntaron a un monitor c¨®mo esquiaba Aznar, a lo que respondi¨®: 'Igual que gobierna, r¨ªgido y mal'. Pues algo as¨ª cabr¨ªa decir de la forma de enfocar la presidencia europea: lo ha hecho tal y como gobierna en Espa?a, es decir como una operaci¨®n de marketing, de tonos propagand¨ªsticos, de forma oportunista, y poniendo el acento en cosas que est¨¢n alejadas de sus intenciones.
Tal vez en este ¨²ltimo punto, el aspecto m¨¢s descarado sea la elecci¨®n del lema elegido por la presidencia espa?ola: M¨¢s Europa. Cualquier conocedor del estado de la cuesti¨®n europea, sabe que propugnar m¨¢s Europa significa profundizar en la construcci¨®n europea, o, lo que es lo mismo, caminar hacia una mayor integraci¨®n pol¨ªtica y hacia una mayor institucionalizaci¨®n. ?C¨®mo es posible que tal cosa fuera propugnada por quien acaba de oponerse en el Congreso del PP a ni tan siquiera considerar las propuestas de federalismo europeo? Pero basta con adentrarse en los papeles para averiguar que 'm¨¢s Europa' no significa lo que cualquier int¨¦rprete que no pasase de la portada pudiera creer, porque para el PP, m¨¢s Europa s¨®lo quiere significar dos cosas: mayor peso en las relaciones internacionales y 'el car¨¢cter esencialmente europeo de la sociedad espa?ola'. Esto es, una Europa de contenido limitado y carente de ambici¨®n.
No hay pues que extra?arse de que Aznar esqu¨ªe como gobierna y que lo haga igual en Espa?a y en Europa, aunque haya que reconocerle una cierta suerte -aunque sea por motivos tr¨¢gicos- que le ha permitido convertir la lucha contra el terrorismo en el tema estrella de la presidencia espa?ola. De hecho, en su segunda intervenci¨®n ante el Parlamento europeo, que fue buena -la primera result¨® tediosa-, se dedic¨® a este tema. Es cierto que los espa?oles se hab¨ªan destacado en el apoyo a las propuestas del comisario responsable en la materia, el portugu¨¦s Antonio Vitorino, en favor de la lucha por encima de las fronteras contra el terrorismo y la delincuencia organizada, sobre las que hab¨ªan empezado a aparecer reticencias que el impacto de los atentados del 11 de septiembre se han encargado de vencer, de modo y manera que el sacar adelante tales propuestas se han convertido en el tema estrella de nuestra presidencia, y posiblemente tendr¨¢ ¨¦xito. As¨ª lo deseo, a¨²n a sabiendas de que con la generosidad y grandeza de miras que le carateriza, Aznar se apuntar¨¢ el ¨¦xito para s¨ª solo.
Otra muestra de oportunismo pol¨ªtico en las prioridades de la presidencia es incluir entre ellas el ¨¦xito de la implantaci¨®n del euro. Ese ¨¦xito ha correspondido a un largo proceso -iniciado por cierto en otra presidencia espa?ola, la de Felipe Gonz¨¢lez-, que se trata de acallar. Pero ahora cuando ya tenemos la moneda europea en nuestras manos, los problemas fundamentales son de orden log¨ªstico, y corresponde a los respectivos gobiernos -y al Banco Central Europeo o a los bancos centrales nacionales- adoptar las medidas para que la transici¨®n se haga de forma fluida. Pero apuntarse el ¨¦xito de los otros, s¨®lo porque el euro circul¨® con el inicio de la presidencia espa?ola es una nueva manifestaci¨®n de oportunismo pol¨ªtico.
?Y qu¨¦ podr¨ªamos decir de la inclusi¨®n, como objetivo, de la coordinaci¨®n de las pol¨ªticas econ¨®micas de los estados miembros? Cuando lo le¨ª, tuve que volver a hacerlo porque no me lo cre¨ªa, ya que esa era unas de las propuestas electorales del Partido de los Socialistas Europeos en las elecciones de 1999, que por cierto fue objeto de cr¨ªtica de antiliberalismo, keynesianismo, e incluso de ser una de las razones de la debilidad del euro frente al d¨®lar por parte de los candidatos populares.
Y de colof¨®n, una ¨²ltima consideraci¨®n. Ayer tuve la ocasi¨®n de escuchar en TVE dentro del cap¨ªtulo de los botafumeiros a Aznar que el primer ¨¦xito de su presidencia hab¨ªa sido conseguir que se admitiera al postfascista Fini como representante de Italia en la Convenci¨®n encargada de preparar la conferencia intergubernamental de 2004. ?Pues bien empezamos!
Luis Berenguer es eurodiputado socialista.
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