'El Marem¨¤gnum les viene grande'
Los comerciantes se sienten abandonados por las administraciones
'Tarde o temprano, esto ten¨ªa que pasar'. La muerte, el pasado fin de semana, de Wilson Pacheco tras sufrir la agresi¨®n de tres vigilantes de seguridad y un portero de la discoteca Caipirinha ha abierto la caja de los truenos en el Marem¨¤gnum. El complejo comercial y de ocio, inaugurado en 1995, tiene un total de 88 locales entre tiendas, restaurantes y bares de copas por los que cada a?o pasan la friolera de 18 millones de personas. Pero el suceso ha da?ado su imagen y los comerciantes lamentan que los incidentes se produzcan siempre a la misma hora: de noche.
A pesar de que el 60% de los visitantes del Marem¨¤gnum acuden al centro durante el d¨ªa, los problemas aparecen cuando llega la noche y los ocho bares de copas y discotecas se llenan hasta arriba. 'Aqu¨ª se montan broncas y peleas todos los fines de semana y nadie ha hecho nada. Bastar¨ªa con un poco de polic¨ªa para acabar con las movidas'. Quien habla es un comerciante que prefiere no dar su nombre y acto seguido cita el elevado n¨²mero de denuncias tramitadas el a?o pasado por la polic¨ªa contra varios de los locales nocturnos.
El Ayuntamiento de Barcelona y la Autoridad Portuaria aprobaron el pasado mes de noviembre la modificaci¨®n del Plan Especial del Port Vell, que, entre otros aspectos, prev¨¦ 'mejorar el funcionamiento de las actividades actuales, potenciando las actividades diurnas'. A ra¨ªz del suceso, el primer teniente de alcalde, Xavier Casas, anunci¨® que la aplicaci¨®n del plan se acelerar¨¢.
Roberto Enrich, director general de Odisea 2000, la empresa concesionaria del complejo, considera que 'es un buen plan', aunque no es partidario de eliminar la actividad nocturna porque 'un centro de ocio debe tener una oferta completa y ser¨ªa una pena cerrar locales de noche en un entorno tan agradable'.
Sobre los hechos del pasado fin de semana, Enrich es tajante: 'Fue un suceso aislado protagonizado por personas a t¨ªtulo personal, y adem¨¢s ocurri¨® fuera de nuestro edificio'. Aun as¨ª, muchos de los responsables de los locales confiesan que vivir¨ªan m¨¢s tranquilos sin jaleo a altas horas.
'El problemas es tambi¨¦n que las expectativas que las autoridades depositaron en el complejo cuando se proyect¨® no se corresponden con la atenci¨®n que ahora se presta a sus necesidades. Les viene grande', afirma Eduard Iborra, due?o de un restaurante. Y no s¨®lo en cuanto a seguridad, sino tambi¨¦n en cuanto a limpieza, cuidado del mobiliario urbano e incluso iluminaci¨®n de los alrededores. De noche, el tramo que une el complejo con el Aqu¨¤rium est¨¢ tan oscuro que se conoce popularmente como 'el pasillo de la muerte'.
En el Marem¨¤gnum pesa la sensaci¨®n de abandono institucional. 'Los unos por los otros -la polic¨ªa, el Puerto y el Ayuntamiento-, las autoridades no hacen nada y estamos desprotegidos. Lo que tienen que hacer es legislar bien las distintas actividades y no descargar sus iras contra nosotros', apunta Iborra.
Los comerciantes lamentan la fama de racistas que est¨¢n adquiriendo. Aseguran que 'es cosa de algunos de los porteros', pero que de racistas, nada. De los 1.000 empleados del complejo, un tercio son de origen extracomunitario, argumentan.
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