Una extra?a versi¨®n
Protagonizan varias de las mejores novelas del extraordinario Vlad¨ªmir Nabokov personajes que tienen problemas para hacer coincidir -es m¨¢s: que raramente son capaces de hacerlo- un mundo interior, an¨¢rquico y personal, con el gran teatro del mundo. No es Alexander Luzhin, gran maestro de ajedrez, eje y sentido de La defensa, la tercera de las novelas alemanas de su autor, una excepci¨®n.
Obseso y obeso, formidable creaci¨®n literaria, nuestro hombre vive por y para el ajedrez desde el d¨ªa en que, siendo un ni?o apocado, descubri¨® las maravillosas combinaciones que las piezas del milenario juego permiten.
La directora holandesa Marleen Gorris, de quien recientemente se ha estrenado una buena adaptaci¨®n literaria, Mrs. Dalloway, aborda tan peculiar personaje realizando varios cambios sustanciales que afectan, en primer lugar, a la focalizaci¨®n de la narraci¨®n: a la autora de Antonia le parece m¨¢s productivo hacer que quien narre sea primordialmente la t¨ªmida Natalia (Emily Watson), antes que el f¨ªsicamente muy cambiado Luzhin (que transmuta el exceso de kilos en la novela por el febril rostro de John Turturro).
LA DEFENSA LUZHIN
Directora: Merleen Gorris. Int¨¦rpretes: John Turturro, Emily Watson, Geraldine James, Stuart Wilson, Christopher Thompson. G¨¦nero: drama, Reino Unido, 2000. Duraci¨®n: 108 minutos.
Cambio
El cambio no es banal, y afecta pr¨¢cticamente a todo. Gorris cambia una rara, aunque cre¨ªble y larga, historia de amor y matrimonio por un flechazo casi incomprensible: es tan extra?o y herm¨¦tico, en la pantalla, el personaje de Luzhin que hace falta mucho esfuerzo, y un considerable trabajo actoral para no romper de entrada el contrato impl¨ªcito de aceptaci¨®n del espectador con los personajes.
Y, en segundo lugar, porque la reducci¨®n temporal a que somete a la historia, que se desarrolla en unos pocos d¨ªas y en medio de un torneo de ajedrez en un hotel paradis¨ªaco, se antoja punto menos que suicida.
De ah¨ª las modificaciones, y sobre todo la mayor, ese final impostado, ausente en la novela, y que traiciona visiblemente el sentido ¨²ltimo de ¨¦sta, que no es otro que narrar hasta d¨®nde puede llevar el exceso de pasi¨®n por algo.
Al cambiar el desorden interior de Luzhin por una historia de amor m¨¢s o menos curiosa, Gorris se carga la mayor parte de las sugerencias de la novela, hasta dejarla convertida en una trama previsible, escaso favor a un escritor mayor, y que sigue sin tener demasiada suerte con la traslaci¨®n de ¨¦sta a la pantalla.
![John Turturro y Emily Watson, en <i>La defensa Luzhin</i>, de Marleen Gorris.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/D7MA4QYNGACBHJORSR7POCN7ZQ.jpg?auth=4af65cc39fe65ea0751c5ea2a4521874b8d95590aa3ee7e7890f43d419a7a8f5&width=414)
Babelia
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