Matrimonios de ultramar
Ni los que son felices quieren decir sus nombres verdaderos. Algunos que ya lo han hecho en otros reportajes han tenido despu¨¦s que luchar con prejuicios familiares, raciales y sociales de diverso calibre, y como dice Luc¨ªa: 'Desde que sal¨ª en una revista con mi marido, cubano, todo ha sido un desastre, hasta que ya me he separado: la publicidad es gafe para la felicidad, a menos que cobres exclusivas'. Los matrimonios entre hombres cubanos y mujeres espa?olas se han puesto a la orden del d¨ªa, y en n¨²mero y cifras estad¨ªsticas se acercan a las uniones entre mujeres cubanas y hombres espa?oles, que hasta ahora copaban la mayor¨ªa de los ex¨®ticos enlaces que suelen culminar con la instalaci¨®n de la pareja en la Pen¨ªnsula.
Los consulados habaneros de Italia, Canad¨¢, Suecia y Francia, por este orden, tambi¨¦n registran cierta actividad nupcial, pero nunca como el espa?ol
Luc¨ªa: 'Desde que sal¨ª en una revista con mi marido, cubano, todo ha sido un desastre, hasta que ya me he separado: la publicidad es gafe para la felicidad'
Lo m¨¢s usual en d¨¦cadas pasadas era encontrar al hombre maduro espa?ol con la espl¨¦ndida mulata digna de las pasarelas del cabar¨¦ Tropicana. La tradici¨®n ven¨ªa de antiguo. Hay hasta coplas. Muchos indianos volv¨ªan muy bien casados en los tiempos coloniales, y todos, ya entonces, no eran bien vistos.
El consulado espa?ol en La Habana suele lucir largas colas interminables para legalizar los matrimonios, paso obligado para que la parte cubana de la pareja obtenga el ansiado visado para viajar al extranjero, en este caso Madrid o cualquier otra ciudad espa?ola. Los consulados habaneros de Italia, Canad¨¢, Suecia y Francia, por este orden, tambi¨¦n registran cierta actividad nupcial, pero nunca comparable al volumen del espa?ol.
Como oscuro tel¨®n de fondo est¨¢ el turismo sexual, una m¨¢s que ominosa realidad que el Estado cubano niega o reprime con las habituales redadas de jineteros y jineteras, chaperos y prostitutas, en cuyos planes tambi¨¦n est¨¢ emigrar. Aunque no todo el monte es or¨¦gano, y casos de amor verdadero los hay, de flechazos que han cambiado dos vidas para siempre... o por un tiempo.
'Romances del palmar'
En todas las historias de estos romances del palmar hay pr¨¢cticamente un mismo principio y muchos finales diferentes, algunos m¨¢s dram¨¢ticos que otros. La parte espa?ola va de viaje a Cuba, ya sea de vacaciones, negocios o trabajo. All¨ª conoce a la que cree, solar e inmediatamente, su media naranja. La parte cubana jura amor eterno y empiezan enseguida los tr¨¢mites del enlace y el viaje. De regreso para el espa?ol o la espa?ola; hacia una nueva vida para el cubano o la cubana.
Luc¨ªa es una mujer madura, separada, con hijos ya adolescentes, que fue a Cuba por cuestiones profesionales. All¨ª encontr¨® a Carlos, le crey¨® y se casaron. A los seis meses de estar instalados en Madrid ella le pidi¨® que se marchara: 'Somos adultos, ha sido mi responsabilidad y creo que me equivoqu¨¦. Carlos no quer¨ªa trabajar y me quer¨ªa imponer una vida en pareja retr¨®grada y machista que naturalmente no acept¨¦. En Cuba se hab¨ªa mostrado conmigo de una manera muy distinta, y me presion¨® sutilmente para que nos cas¨¢ramos'. Entonces Luc¨ªa comenz¨® a viajar a Cuba y un peregrinar por diversas instancias. La primera fue el llamado Bufete Internacional, donde un notario te casa, previo pago en d¨®lares y sin mayores preguntas. Luego, esa uni¨®n civil cubana debe ser legalizada en el consulado espa?ol de La Habana, donde los casos son estudiados al detalle en busca de bodas fraudulentas. 'Hay un mercado de matrimonios cuyo ¨²nico fin es sacar de Cuba a una de las partes de la pareja', ha dicho un funcionario consular.
Aumento de plantilla
El consulado espa?ol en La Habana ha ampliado su plantilla para investigar esos contratos. 'En algunos casos ha sido evidente que los que se iban a casar pr¨¢cticamente ni se conoc¨ªan', contin¨²a el funcionario consular, 'y en tales casos rechazamos la petici¨®n. En otros es m¨¢s cre¨ªble, aunque a veces te asaltan dudas por la diferencia de edad de los contrayentes. Por ejemplo, mujeres maduras con chicos ventia?eros'.
Esther viaj¨® a Cuba con dos amigas de su quinta, treintea?eras como ella, en busca del bronceado f¨¢cil y r¨¢pido. En la playa de Varadero conoci¨® a Rub¨¦n, que ten¨ªa la edad de su sobrino: 22. En contra de todo pron¨®stico, luch¨® contra viento y marea hasta casarse y traerle, y es feliz: 'Han pasado dos a?os y medio desde que conoc¨ª a este chaval. La verdad es que yo he descubierto la felicidad y siento que va a durar'. Entonces Esther mira a Rub¨¦n y ¨¦ste asiente: 'Me niego a que me comparen con un puto callejero. Mi familia tambi¨¦n se puso bastante mal al saber que me iba a casar con una mujer bastante mayor que yo y extranjera, pero he hecho lo que pensaba que me dictaba el coraz¨®n. Los a?os de diferencia tambi¨¦n tienen su encanto a la hora de quererse, y en Cuba, como en todas partes, hay gente honesta y gente mala, gente que miente y gente que dice la verdad'.
Esther y Rub¨¦n viven en Salamanca, se han integrado en una ONG que manda medicinas a Cuba y viajan mucho a la isla. 'Mis amigas est¨¢n esperando que Rub¨¦n me deje de un momento a otro, pero yo creo que me quiere de verdad. En esto no hay un rasero ¨²nico, y cada caso es un mundo, una novela diferente', asegura Esther, que adem¨¢s cuenta c¨®mo la picaresca tambi¨¦n les ha tocado de cerca: 'Una vez le dimos a una persona que iba a Cuba a casarse unas cajas de medicinas, y al llegar a La Habana las vendi¨®'.
Ahora, con tanto mar y tiempo por medio, Luc¨ªa rememora: 'Seg¨²n sales del avi¨®n, sientes que te miran midiendo a ver cu¨¢nto vales, cu¨¢nto puedes dar'. Y asegura Luc¨ªa con amargura: 'Ning¨²n cubano o cubana al separarse vuelve a la isla. A algunas personas la separaci¨®n les cuesta sufrimientos, y a otras, dinero. Ya me estoy divorciando. No volver¨¦ a Cuba. No tengo ning¨²n proyecto con Cuba ni con cubanos'.
'Mi cayito', consulado gay
'MI CAYITO' no es una sugerente duna de arenas finas ni un balneario con palmeras, sino un arisco rinc¨®n en el arrecife camino de las playas al este de La Habana. '?ste es el consulado donde legalizamos nuestras uniones para irnos de Cuba', dice con toda la picard¨ªa insular Pablo, que en Mi cayito encontr¨® a Luis. Pablo tiene 25 a?os y parece un vigilante de la playa... en paro. Luis tiene 45 y es un funcionario madrile?o de saneada econom¨ªa. Tras varios encuentros al aire libre y varios viajes de Luis a La Habana, Pablo se vino a Espa?a, acab¨® la carrera de medicina, obtuvo la nacionalidad espa?ola y, tras probar en varios trabajos, se ha convertido en una flamante estrella del cine porno gay. El t¨ªtulo que le ha lanzado a la fama y a los contratos en California se llama El cubano del rabo de oro arrasa en Barcelona. La relaci¨®n estable de Pablo con Luis, tras m¨¢s de tres a?os de convivencia, tambi¨¦n fue arrasada por la vor¨¢gine de la vida. Pero Luis se resiste a calificar de mercantilista su ¨¦poca cubana, y dice: 'Actualmente, Pablo y yo somos amigos; nosotros estuvimos enamorados de verdad, y nuestra relaci¨®n se agot¨®, como la de cualquier pareja, ya sea homosexual o heterosexual. El hecho de que Pablo sea cubano ya ha demonizado, de entrada, nuestra uni¨®n frente a los amigos espa?oles de mi misma generaci¨®n, y como, para m¨¢s inri, en vez de dedicarse a la medicina se ha hecho actor porno, ahora creen ver en esto la confirmaci¨®n del enga?o'. Pablo tiene una visi¨®n m¨¢s pragm¨¢tica del asunto: 'De diez parejas que se crean en Mi cayito, pon que nueve son un proyecto de pasaje en avi¨®n, de billete al para¨ªso. Yo s¨®lo tengo para Luis agradecimiento. Es una excelente persona que me sac¨® de all¨ª, me pag¨® los estudios para que pudiera licenciarme y ver el mundo. Y es verdad que muchos chicos cubanos mienten, les da lo mismo liarse con un hombre que con una mujer con tal de dejar Cuba. ?se no era exactamente mi caso'. La frontera entre el mercado y el amor se vuelve otra vez confusa a golpe de boleros, mojitos y vistas de atardecer en el tr¨®pico. Ahora Luis recompone su vida en solitario y ya est¨¢ haciendo planes para volver de vacaciones a La Habana y, claro, darse una vuelta por Mi cayito a ver qu¨¦ cae.
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