M¨¢s Europa, s¨ª, pero otra Europa
M¨¢s Europa es el lema de la presidencia espa?ola de la Uni¨®n Europea. Pero debemos preguntarnos qu¨¦ Europa en qu¨¦ mundo para no quedar atrapados por las palabras y las generalidades biensonantes. Maastricht, Amsterdam, Niza, Laeken... pronto Barcelona, son ciudades europeas que han acogido grandes cumbres en donde se ha puesto de manifiesto la distancia entre los retos y las respuestas pol¨ªticas. Y se aprecian los signos de tanta timidez en las peligrosas par¨¢lisis institucionales que han contribuido al resurgir del nacionalismo de los Estados, que pretenden convertir a la Comisi¨®n y al Parlamento europeos en actores secundarios del futuro de Europa.
Las cumbres europeas, casi siempre por detr¨¢s de lo urgente y necesario y condicionadas permanentemente por los equilibrios y consensos a la baja entre los Estados, aplazando para la pr¨®xima las responsabilidades de cada cita, descalifican a la Uni¨®n y alimentan la decepci¨®n y el desinter¨¦s de sus ciudadanos, que se manifiestan en el creciente y peligroso ¨¦xito electoral de los movimientos populistas o neofascistas en numerosos Estados de la Uni¨®n, en el absentismo pol¨ªtico o, lo que es peor, en que el llamado euroescepticismo se alimente desde demasiadas canciller¨ªas. M¨¢s Europa significa, pues, m¨¢s compromisos y cumplimientos de los mismos. Y Aznar, como presidente de la UE, debe de decidir qu¨¦ modelo de presidencia elige. Su tendencia a la ret¨®rica hueca de sonrisa forzada y hechos consumados es conocida ya. Incluso en Europa. Tan diligente a veces (como a la hora de privatizar antes de liberalizar), tan perezoso y remol¨®n cuando de lo que se trata es de asumir cambios inaplazables.
Aznar debe continuar, impulsar y definir la elaboraci¨®n y la implementaci¨®n de la estrategia de desarrollo sostenible de la UE adoptada en la Cumbre de Gotemburgo, que se debatir¨¢ por primera vez en la Cumbre de Barcelona en marzo, desde la perspectiva de la integraci¨®n social y econ¨®mica. No parece que el cumplimiento de dichos objetivos formen parte de las prioridades de la presidencia espa?ola. Pero aprobar y aplicar dicha estrategia comunitaria es fundamental, as¨ª como la ratificaci¨®n del Protocolo de Kioto por los parlamentos de cada Estado de la Uni¨®n y de la propia UE, para establecer una posici¨®n europea determinante en la Cumbre de la Tierra de Johanesburgo de septiembre del 2002, frente a la calculada ambig¨¹edad y el arrogante unilateralismo de la pol¨ªtica norteamericana, condicionada por demasiados y poderos¨ªsimos intereses econ¨®micos.
Nos jugamos el futuro -y no son s¨®lo palabras- si no somos capaces de establecer pol¨ªticas rigurosas basadas en otro modelo de relaciones econ¨®micas para hacer frente al incuestionable cambio clim¨¢tico y para frenar el abismo insoportable y suicida de pobreza y de extrema pobreza que aprisiona a m¨¢s de media humanidad. Y que es en muchos casos el caldo de cultivo de la desesperaci¨®n y el fanatismo, paso previo a distintas formas de terrorismo. Exigimos de la presidencia espa?ola la r¨¢pida ratificaci¨®n del Protocolo de Kioto para la reducci¨®n de gases responsables del cambio clim¨¢tico. La UE ha mantenido el liderazgo en este convenio y en la ¨²ltima Cumbre del Clima, celebrada el pasado mes de octubre en Marraquech, donde se acord¨® que el Protocolo de Kioto deber¨ªa estar ratificado para la Cumbre Mundial de Desarrollo Sostenible de Johanesburgo. Por tanto, la tramitaci¨®n de la ratificaci¨®n europea (y espa?ola) debe realizarse durante esta presidencia.
?ste ser¨¢ el principal desaf¨ªo de la Cumbre Mundial (R¨ªo+10) sobre el Desarrollo Sostenible en Johanesburgo, donde una estrategia de sostenibilidad debe ser presentada por la UE y por el resto de los participantes. Esta estrategia debe orientarse a una gesti¨®n de los recursos naturales compatible con su capacidad de reproducci¨®n y a unas consideraciones de bienestar social mucho m¨¢s amplias y diferentes que el mero crecimiento econ¨®mico, con nuevos indicadores socioecon¨®micos y ambientales inspirados en el ?ndice de Desarrollo Humano de la ONU. Porque ser rico en dinero y ser pobre en salud, en educaci¨®n, en calidad medioambiental es un negocio al que s¨®lo pueden aspirar algunos inmorales, pero nunca unos pol¨ªticos democr¨¢ticos. Ni en su pa¨ªs ni en el mundo.
El estrecho marco de las soberan¨ªas nacionales se ha quedado obsoleto, y se imponen decisiones comunes, so pena de que la pol¨ªtica pierda todo control sobre la seguridad global, o sobre el cambio clim¨¢tico, en beneficio de una mundializaci¨®n salvaje de la econom¨ªa que se lleve por delante la democracia. Estas decisiones necesitan un marco democr¨¢tico de representaci¨®n, participaci¨®n, transparencia, responsabilidad y control, para el que todav¨ªa no tenemos instrumentos pol¨ªticos adecuados a las escalas necesarias, europea e internacional. El patriotismo constitucional de algunos deber¨ªa de dar paso a un aut¨¦ntico europe¨ªsmo democr¨¢tico que tenga por referencia una Constituci¨®n europea redactada a trav¨¦s de un proceso innovador: una Convenci¨®n en la que se d¨¦ prioridad a los parlamentos (Europeo y nacionales), sostenida y acompa?ada por la sociedad civil. Para situar a Europa a la altura de nuevas ambiciones pol¨ªticas y para que la ampliaci¨®n tenga un resultado satisfactorio, los ecologistas piden un acto democr¨¢tico firme: la aprobaci¨®n, por consulta popular o por refer¨¦ndum organizado a nivel de la Uni¨®n, de una Constituci¨®n europea coherente, simple y comprensible.
Aznar preside Europa, pero como presidente del Gobierno de Espa?a su curr¨ªculum en los temas claves que afectan al futuro son alarmantes. En el furg¨®n de cola, seg¨²n todos los datos oficiales y como resaltan las ONG, en materia de cooperaci¨®n al desarrollo, en tasas de desempleo y en pol¨ªticas medioambientales, Espa?a tiene su cr¨¦dito cuestionado. Pero Aznar parece m¨¢s decidido a salvar a sus ministros y a su Plan Hidrol¨®gico Nacional que a hacer frente a los desaf¨ªos del planeta herido.
Los retos europeos, la seguridad global y las cuestiones medioambientales han removido el pensamiento ecopacifista y ecologista, poni¨¦ndolos a prueba en la actualizaci¨®n de su ideario y en la capacidad de administrar las diferencias y las contradicciones desde posiciones radicalmente democr¨¢ticas en la vida interna de sus propias formaciones pol¨ªticas. Todos los medios de comunicaci¨®n, por ejemplo, han destacado que el aut¨¦ntico debate pol¨ªtico sobre las respuestas al 11 de septiembre lo protagonizaron Los Verdes europeos. Las divisiones planteadas, m¨¢s que un signo de debilidad, han reflejado una vitalidad y una capacidad de s¨ªntesis muy alejada de los reflejos de Pavlov antiamericanos, del seguidismo acr¨ªtico o del no sabe, no contesta de las otras formaciones de la izquierda. Joschka Fischer no es s¨®lo el ministro m¨¢s popular en Alemania, sino que ha sido capaz de liderar ese debate y lograr el apoyo mayoritario de su partido y de Los Verdes europeos, para una estrategia de compromisos cr¨ªticos, dirigida a evitar el aislamiento y mantener el Gobierno rojiverde, desarrollando una discusi¨®n intensa sobre seguridad global. Discusi¨®n que incluye el derecho de injerencia humanitaria; la necesaria reforma de las Naciones Unidas para garantizar un multilateralismo democr¨¢tico y eficaz; la ratificaci¨®n del estatuto del Tribunal Penal Internacional; la denuncia de la ecuaci¨®n m¨¢s seguridad a cambio de menos libertades, etc¨¦tera. Con ello, Los Verdes han contribuido a reflexionar decisivamente sobre qu¨¦ Europa en qu¨¦ mundo.
M¨¢s all¨¢ de diferencias y discrepancias, Los Verdes tienen abierto el camino del compromiso pol¨ªtico, que hay que ejercer no como una servidumbre, sino como la v¨ªa para verificar la capacidad que tienen sus propuestas de modificar positivamente el mundo realmente existente. Una fuerza no mayoritaria, a veces muy minoritaria, no puede pretender modificar radicalmente las pol¨ªticas, excepto desde la nostalgia de la violencia revolucionaria. Pero si huye del testimonialismo, tan est¨¦ril como reconfortante, puede multiplicar su influencia. Con pedagog¨ªa y compromisos pol¨ªticos que permitan acceder a la gesti¨®n, Los Verdes pueden ser un socio molesto, pero leal e imprescindible, para formar mayor¨ªas progresistas. Y frenar a la derecha es hoy, ante sus derivas poco democr¨¢ticas y ante los retos de la globalizaci¨®n, el objetivo principal.
La anomal¨ªa que, por diversas causas hist¨®ricas recientes, significa el escaso impacto de la ecolog¨ªa pol¨ªtica en Espa?a, ser¨¢ superada. Y para bien no s¨®lo del movimiento verde, sino de la democracia y de la izquierda espa?olas. Desarrollar la sensibilidad ecol¨®gica y feminista, contaminar a las otras formaciones progresistas con los valores de la ecolog¨ªa pol¨ªtica y encuadrar, desde un espacio propio, a los sectores desenga?ados con las actuales ofertas, para lograr una mayor¨ªa progresista en Espa?a es posible y necesario. Y en ¨¦sas estamos, nunca contra, sino junto a otras formaciones y sensibilidades. Juntos, pero no revueltos. ?Feliz euro!
Daniel Cohn Bendit es eurodiputado y copresidente del Grupo de los Verdes en el Parlamento Europeo. Jos¨¦ Mar¨ªa Mendiluce es eurodiputado independiente y portavoz de la Federaci¨®n Los Verdes / Izquierda Verde en Espa?a.
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